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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La suerte de la RDA

POR PRIMERA vez desde hace tiempos casi ignotos se manifiestan signos de cambio en el escenario político de la República Democrática Alemana (RDA). Ello es tanto más notable por cuanto, en medio de las mutaciones que vive la Europa socialista, Berlín Este ha sido la capital del frío, el puntal de un inmovilismo neoestaliniano basado en duras represiones contra los discrepantes, el dogmatismo ideológico y las críticas a la perestroika de Gorbachov. Hasta el punto de que ha sido prohibida la entrada en la RDA de diversas revistas y libros soviéticos.Esta política antirreformista se acentuó en los últimos meses. Cuando a finales del pasado verano se desató el éxodo masivo de ciudadanos de la RDA hacia la República Federal de Alemania (RFA), pasando por Hungría, el Gobierno de Honecker se desconcertó. Los cálculos más rigurosos cuantifican en 50.000 los alemanes de la RDA que se han exiliado en la otra Alemania. Pese a la evidencia cuantitativa, el Gobierno de Berlín Este presentó el éxodo como una maniobra de la RFA, a la vez que exigía a Budapest que cerrase su frontera con Austria. La negativa húngara demostró la seriedad de las diferencias que separan algunos Gobiernos del Pacto de Varsovia, y Honecker quedó en mal lugar ante la opinión mundial. No renunció a su línea represiva, que se manifestó de nuevo cuando surgieron en diversas ciudades alemanas orientales manifestaciones masivas pidiendo libertad y reformas coincidiendo con las ceremonias en honor del 40º aniversario de la fundación de la RDA.

Terminadas estas ceremonias han brotado signos de que algo empieza a cambiar. La novedad se ha plasmado en varios hechos acaecidos la pasada semana: el lunes, la policía no intervino contra la manifestación que se desarrolló en Leipzig, con la asistencia de más de 50.000 personas, ni tampoco contra manifestaciones en Dresden y otras ciudades. En la Prensa aparecen varios artículos e informaciones criticando la realidad de la RDA, pidiendo reformas y abogando por el diálogo entre el Gobierno y el pueblo. El miércoles, el Buró Político del Partido Socialista Unificado (nombre del partido comunista en la RDA) publicó una declaración reconociendo el descontento legítimo de la población, anunciando reformas y aceptando un diálogo con los ciudadanos. "Todas las opiniones y sugestiones para un socialismo atractivo en la RDA son importantes", afirmaba el buró político, y agregaba: "Estamos abiertos a la discusión". Para medir el viraje implícito en estas palabras cumple recordar que hasta ahora la tesis oficial -que Honecker repitió significativamente al recibir una delegación china- ha sido que las manifestaciones populares eran parte de "una conspiración internacional del imperialismo contra los Estados socialistas". Por último, a todo ello hay que añadir la decisión del pasado viernes de liberar a la gran mayoría de los detenidos durante las citadas manifestaciones.

El cambio se debe, en primer lugar, a la amplitud y fuerza de la oposición, que, pese a la censura y la represión, creó numerosos grupos -el más popular es el Nuevo Foro-, que salieron a la luz pidiendo reformas, democracia y libertad. Otro factor decisivo ha sido, sin duda, la actitud de Gorbachov durante su visita a Berlín Este. La propia dirección de la RDA hubo de tomar conciencia de que persistir en la vía anterior era ir al suicidio. Ahora queda por ver sí el nuevo lenguaje se traduce en hechos, en una liberafización efectiva que permita dar pasos democratizadores comparables a los que se viven en la actualidad en Moscú, o incluso a los de Varsovia o Budapest.

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Pero surge una pregunta inevitable: ¿es viable ese camino en la RDA o la progresiva democratización provocará la inmediata carrera hacia la reunificación con la otra Alemania? Es el tema que se discute hoy en todas las cancillerías europeas, empezando por la de Bonn. La actitud de la RFA -salvo los extremistas- tiende claramente a posponer el tema de la reunificación. Con esa política sensata, reforzada con argumentos de asistencia económica, Bonn puede ayudar a que se destaquen en el hasta ahora cerril equipo que rodea a Honecker los hombres capaces de impulsar un proceso de reforma. A la vez, la moderación de la RFA es fundamental para calmar los ánimos en otras capitales europeas y facilitar una reflexión a más largo plazo, en la que tiene que entrar la perspectiva de una sola Alemania.

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