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La Armada dio 'plantón' a 200 geofísicos que esperaban una explosión alineados de costa a costa

Más de 200 geofísicos europeos, con sus respectivos sismógrafos, situados cada cinco kilómetros, esperaron ayer en vano que un barco de la Armada española produjera una pequeña explosión con dinamita frente a Marbella (Málaga), para registrar su eco a lo largo de la línea recta que une esta población con San Sebastián. Mañana, los equipos se trasladarán a la línea Faro-San Sebastián y, posteriormente, a otras cuatro líneas para registrar pequeños terremotos artificiales provocados desde el mar. Durante 17 días realizarán seis perfiles sísmicos profundos de la península Ibérica.

En la realización de los seis perfiles sísmicos (tres principales y tres auxiliares), previstos en el programa Anisotropía y Heterogeneidad de la Litosfera Ibérica (ILIHA) de la Comunidad Europea (CE) participan 16 instituciones de España, Portugal, Dinamarca, RFA, Francia, Reino Unido, Irlanda, Italia, Holanda y Suiza así como barcos de las Armadas española y portuguesa. El 10%/o de los equipos son españoles. Los tres perfiles principales son los de las líneas rectas Marbella-San Sebastián, Alicante-Viana do Castelo (frontera con Portugal) y Tarragona-Setubal, que se cruzan en Yepes (Toledo). Los auxiliares corresponden a las líneas Faro-Tarragona, Marbella-Viana do Castelo y Faro-San Sebastián.

La primera toma de datos estaba prevista ayer, en la línea Marbella-San Sebastián, pero sólo se pudo hacer parcialmente. Se registraron los efectos de explosiones producidas en canteras cercanas al centro geográfico de la península Ibérica, pero no tuvo lugar la explosión que debía provocar un barco de la Armada española en aguas cercanas a Marbella. La causa fueron problemas técnicos que ayer por la tarde no había sido especificados por la Armada. Debido a los compromisos de fechas adquiridos con la Armada portuguesa los equipos se han trasladado ahora a la línea de uno de los perfiles auxiliares, de Faro a San Sebastián.

"Logística complicada

"La logística de la actual operación es bastante complicada", dice Alfonso López Arroyo jefe de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional. "Empezamos el pasado jueves en Puertollano (Ciudad Real), calibrando los 200 sismógrafo con una explosión subterránea en una cantera. Posteriormente se sitúan todos en la línea del perfil elegido. Un barco provoca, en la ventana de tiempo prefijada, de media hora a tres cuartos de hora, una o dos explosiones de dinamita de moderada potencia, a 100 metros de profundidad, en un punto en el mar alineado con el perfil, y los equipos registran la señal. Después se hará el mismo proceso en las otras cinco líneas. Habrá en total 13 explosiones en el mar, desde buques de la Armada española y la portuguesa, y dos en canteras. Son pequeños terremotos artificiales,' cuya energía se propaga por la litosfera y se registra con los sismógrafos".

"El objetivo de este programa es estudiar la corteza terrestre de la península Ibérica" comenta López Arroyo, investigador principal de ILIHA, junto con Luis Mendes Víctor, profesor de la universidad de Lisboa. "La teoría de tectónica de placas, que explica fenómenos como la actividad volcánica o las zonas sísmicas, se ha basado casi exclusivamente en estudios realizados en la litosfera marina, mientras que la continental, mucho más antigua y compleja, apenas se ha investigado. Estudiar las heterogeneidades y homogeneidades es muy importante para conocer la física y composición química de la corteza, así como su evolución tectónica y procesos geodinámicos. No hay que olvidar que a esto están íntimamente ligados problemas de recursos minerales, desastres naturales, ubicación de residuos y cuestiones medioambientales".

Para investigar la naturaleza, dinámica y evolución de la plataforma continental europea se inició en 1983 el programa Geotraverse, del que forma parte el ILIHA. Este último es especialmente significativo por las condiciones geofísicas idóneas de la península Ibérica. Anteriormente se han hecho en España otros perfiles sísmicos, pero nunca tan largos. A mayor longitud se obtiene información de mayor profundidad. En este caso, con líneas de 1.000 kilómetros, se alcanzarán 100 kilómetros, es decir, la parte más baja de la litosfera.

Cuando termine el trabajo de campo del programa ILIHA, dos universidades españolas más tres institutos de otros países realizarán el primer proceso de datos.

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