A la búsqueda de la identidad
Sólo dos pequeñas novedades en este primer, heterogéneo y sobrecargado programa del Ballet del Teatro Lírico Nacional, que parece responder a la voluntad de que los bailarines destacados en el escalafón tengan un papel importante más que a imperativos estrictamente artísticos: Isadora -una miniatura en homenaje a la gran revolucionaria norteamericana de la danza, que el belga Maurice Béjart montó en 1976 a la hoy directora del conjunto, Maya Plisetskaia, tan coreográficamente insustancial que ni evoca a la una ni permite que se luzca la otra- y un paso a dos extraído del Bâkti, del mismo Béjart, que hoy aparece como un residuo escasamente interesante de la moda india de los periclitados años sesenta, que bailaron Carmen Molina y Hans Tino, entre otros.El eje del programa -en el que también se repuso la Sinfonía India de Nacho Duato y el Nocturno de Ray Barra- eran los dos Balanchine, estrenados por la compañía en 1987 y que no ha bían vuelto a verse en Madrid desde entonces.
Ballet del Teatro Lírico Nacional
Los cuatro temperamentos (Georges Balanchine / Hindemith). Nocturno (Ray Barra Dvorak). Sinfonía india (Nacho Duato Chávez). Isadora (Maurice Béjart /varios). Bâkti (Béjart tradicional india). Tema y variaciones (Balanchine / Chalkovski). Director estable: Ray Barra. Directora artística: Maya Plisetskala. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Miguel Roa. Madrid. Teatro Lírico Nacional de la Zarzuela, 29 de septiembre.
En esto hay que aplaudir a la dirección, que se preocupa por mantener vivo un repertorio de calidad, que además permite apreciar los progresos del conjunto global de la compañía estable.
Los cuatro temperamentos (1946) es una de las obras en que Georges Balanchine experimentó con más brillantez su capacidad para desarrollar espacialmente una partitura y abrir caminos sorprendentes al vocabulario académico.
Exigencias
El cuerpo de baile del Teatro Lírico Nacional estuvo a la altura de las exigencias técnicas y le dio la forma requerida, pero no alcanzó a iluminar del todo la obra porque le falta familiaridad con la orquesta y se le escapa la riqueza de la relación entre la música y el movimiento, y también porque proyectaba cierta tensión que restaba color a las líneas e impedía que el estilo saliera conaturalidad.Pero en Tema y variaciones (1947). la pareja solista -formada por los españoles Arantxa Argüelles y Raúl Tino- casi consiguió desintegrar el ballet. Balanchine montó esta obra con la finalidad primordial de exhibir las excepcionales cualidades del bailarín ruso-americano Igor Youskevitch; el eje de la obra es sin duda el virtuosismo del bailarín.
En 1987 la compañía nacional contaba con el prestigiado argentino Julio Boca, pero en su ausencia no hay en el Ballet del Teatro Lírico Nacional bailarines que hayan sabido asumir este papel.
Arantxa Argüelles, que tiene la curiosa facultad de ponerse automáticamente a la altura (o bajura) de su compañero, bailó en esta ocasión por debajo de su capacidad y todo esto hizo que el esfuerzo del cuerpo de baile en esta obra corta pero grandiosa y difícil quedara un poco ensombrecido.
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