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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más y mejor

LA FIRMA ayer en Varsovia de un acuerdo de comercio y cooperación económica entre Polonia y la Comunidad Europea (CE) es la primera concreción importante de la ayuda que las naciones occidentales deben prestar con urgencia a ese país para permitirle afrontar con posibilidades de éxito la etapa radicalmente nueva inaugurada con la formación de] Gobierno de Mazowiecki. Hace sólo unos días, el Parlamento de Estrasburgo había puesto de relieve la unanimidad de las fuerzas políticas de la CE a la hora de pedir medidas de ayuda efectiva para Polonia. Las estipulaciones del acuerdo comercial -y ciertas decisiones de urgencia ya adoptadas por la CE- y las propuestas, de un alcance mucho mayor, debatidas y votadas en Estrasburgo son complementarlas. A condición, desde luego, de que los Gobiernos tomen en serio lo pedido por los diputados europeos.El interés del texto firmado en Varsovia estriba en que crea mejores condiciones para el acceso de las exportaciones polacas al mercado comunitario y establece las bases para una cooperación económica más amplia y diversificada. Una comisión mixta Polonia-CE deberá reunirse mensualmente y seguir la aplicación del acuerdo. La firma de éste -y la rapidez poco frecuente con que el aparato de la CE lo ha puesto a punto - atestigua la voluntad política de no dejar sola a Polonia en un momento en que, postrada por una gravísima crisis económica, se dispone a transitar por una etapa decisiva de su historia.

Pero el problema económico polaco no se resolverá sólo con un acuerdo de ese género, cuyos efectos no pueden ser inmediatos. Hacen falta medidas urgentes que alivien a una población acosada por el desabastecimiento. No se puede decir que la CE no haya hecho nada en este sentido. Está enviando carne y cereales por un valor de 130 millones de ECU (17.000 millones de pesetas). Esta actitud ha presionado sobre EE UU, y el presidente Bush acaba de anunciar que una segunda partida de 50 millones de dólares será dedicada a alimentos para Polonia. Sin embargo, y por útiles que sean estos envíos de urgencia, la ayuda a Polonia tiene otras dimensiones.

Los polacos están realizando algo que hasta hace muy poco se consideraba imposible: pasar sin violencía de una dictadura comunista a la democracia. Y lo hacen con una moderación y una inteligencia admirables. El peso de las ideas democráticas ha alcanzado tal fuerza en la sociedad polaca que están sacudiendo al propio partido comunista, el cual acaba de perder, después de 45 años, el monopolio del poder. No sólo el sector reformista del partido comunista está participando en el Gobierno de Mazowiecki, sino que el comité central comunista se ha planteado, para evitar su extinción como fuerza política, la conveniencia de cambiar de programa, de estatutos e incluso de nombre. Situado en el punto más avanzado del proceso que se desarrolla en el conjunto de Europa oriental, la suerte del Gobierno de Nlazowiecki, su éxito o su fracaso, tendrá repercusiones incalculables.

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En los Gobiernos europeos se comprende sin ,duda esta situación singular. Pero los frenos de la rutina, mental y operativa, dificultan que esa comprensión política se traduzca en medidas económicas más audaces. Hablar de un plan Marshall para Polonia, como se hizo en el debate de Estrasburgo, puede no ser la expresión más oportuna, por las reminiscencias históricas que despierta, pero tiene la ventaja de resaltar que estamos ante un caso excepcional en el que tienen que mandar las razones políticas sobre los intereses económicos. Estamos ante uno de los problemas políticos más importantes para el futuro de nuestro continente. Ello explica que el debate de Estrasburgo haya sido crítico acerca de lo realizado por los Gobiernos. Y que su lema central haya sido que hace falta hacer más, y hacerlo rnejor, para contribuir al éxito de la experiencia polaca.

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