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LA LUCHA CONTRA LA DROGA

La infiltración del narcotráfico en el Ejército colombiano impide capturar a los "capos"

Antonio Caño

La infiltración del narcotráfico en las fuerzas armadas colombianas es la razón principal de que todavía no hayan podido ser detenidos los principales jefes de las mafias de la cocaína, en opinión del fiscal general de la nación, Alfonso Gómez Méndez, primera autoridad de Justicia en el país. La guerra que se libra aquí adquirió, mientras tanto, una mayor violencia durante el pasado fin de semana con una ola de bombas en todo el país y el ataque con un cohete de fabricación casera contra la Embajada de Estados Unidos.

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El procurador Gómez Méndez, cuyo antecesor fue asesinado el año pasado por pistoleros al servicio de narcotraficantes, manifestó a EL PAÍS que "la infiltración en el Ejército es la única explicación de que los capos no hayan podido ser detenidos". Alfonso Gómez explicó que esta infiltración se hace fundamentalmente mediante la compra de oficiales de diversa graduación y anunció que la procuraduría realiza en estos momentos diversas investigaciones al respecto.En opinión del alto funcionario "el narcotráfico no podría sobrevivir sin dos pilares básicos: su penetración en el Ejército y en la clase política". Añade que en este último campo existe "una complicidad de cuerpo" por parte de los políticos para ocultar a aquellos que tienen tratos con el narcotráfico, por lo que el descubrimiento de la verdad se hace más dificil.

Una de las médidas básicas propuestas por Gómez Méndez para acabar con esta corrupción es el levantamiento del secreto bancario en el exterior para la investigación de cuentas procedentes del narcotráfico a nombre de funcionarios colombianos.

El procurador es una de las personas más protegidas de toda Colombia en estos días en que toda la actividad política y económica se realiza a la sombra de las metralletas de los guardaespaldas. Pero no es suficiente eso para detener la criminalidad dirigida por las maflas de la droga.

Si había un edificio protegido en Bogotá ese era el de la Embajada de Estados Unidos, un inexpugnable búnker de cernento situado en el centro de la ciudad y rodeado día y noche por guardias armados. Entrar en esa sede con cualquier excusa es una verdadera odisea y pasar por sus alrededores, un atrevimiento. Algunos vecinos presentían ya el peligro que representaba vivir allí y desde hace semanas se encontraban a la venta muchos de los pisos próximos a la representación diplomática norteamericana.

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El primer aviso llegó en la noche del domingo cuando un cohete lanzado desde algún lugar cercano estalló contra tina de las paredes de la Embajada sin causar víctimas y sólo daños materiales pequeños. El ataque ocurrió en medio de una cadena de explosiones en Bogotá que provocó daños. en tres bancos y numeros edificios próximos.

En Cali, sede de unos de los cárteles de la cocaína, un vigilante perdió la vida al estallar una de las bombas que sembraron el pánico y el desconcierto durante el fin de semana en una ciudad que hasta ahora no se había visto afectada por la violencia. El sábado fue asesinado por desconocidos en Buenaventura un periodista que trabajaba como colaborador del diario El Expectador, atacado por los narcotraficantes hace tres semanas.

Lo impresionante de este vendaval de violencia es que se produzca en lo que sin duda en estos momentos es uno de los países más vigilados del mundo. El patrullaje mibtar en Bogotá recuerda al que se puede dar en una ciudad acc,sada por un ejército enemigo a sus puertas. Los controles y el tránsito constante de vehículos artillados han reducido la actividad nocturna al mínimo.

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