Injustas bromas al palco
La corrida se ha caracterizado por las injustas broncas dedicadas al presidente, Constantino González, por un amplio sector. A ese sector del público, facilón y testigo, parece como si le descontaran algún dinero del boleto si se cortan orejas. Solicitan con fervor los trofeos y organizan unos monumentales escándalos si el usía los deniega.González, que lleva muchos años en el palco, se ha puesto serísimo en esta temporada. Y no sólo a la hora de sacar el pañuelo orejero, sino en otras cuestiones reglamentarias en las que ha procurado siempre defender al aficionado con su cumplimiento. A punto ha estado de obtener un triunfo clamoroso en el tema de los pitones afeitados, que han sido minoría a lo largo del abono, aunque parecen haberle metido algún que otro gol. Por ejemplo ayer, pues las astas de los dos toros a que se enfrentó Espartaco tenían toda la pinta de haber recibido, tenue visita barberil. Ni aún así el de Espartinas se lució.
Muñoz / Domínguez, Espartaco, Camino
Cinco toros de Cayetano Muñoz desiguales de presencia y juego; y 3º del conde de la Maza, terciado y peligroso. Roberto Domínguez: oreja; oreja. Espartaco: algunos pitos; petición y saludos con fuerte división. Rafi Camino: vuelta; ovación. Plaza de Albacete, 15 dé septiembre. Octava corrida de feria.
Sus compañeros le ganaron la partida del toreo y de la profesionalidad.
El segundo toro presentaba el mismo defecto que sus hermanos, a excepción de primero y quinto.. Embestía a trompicones y con la cabeza muy alta, defectos que aumentó la mandanga de Espartaco, que nunca bajó la mano ni intentó someterlo. El otro de su lote era una cáncana, apropiado para bordar el toreo. Espartaco hizo un descosido, pues aplicó su lidia ventajista, citando en oblicuo y metiendo el pico. Convenció a parte del cotarro, con mayoría de féminas, que solicitaron la oreja, que el úsia no concedió, pues también tuvo en cuenta los pitos de otros numerosos espectadores.
La lección de toreo templado, con gusto y repojo, se la explicó Roberto Domínguez con el que abrió plaza, al que se permitió el lujo de los desplantes de hinojos, una zez le había toreado según, los cánones. El cuarto era un calco del segundo y Domínguez se la jugó con honestidad y profesionalidad.
La misma profesionalidad que sacó a flote un enrabietado Rafi Camino. Mejoró la derrotona cabeza del tercero, a base de someterlo con la pañosa muy baja y marcando mucho el viaje, para extraerle de spuésredondos y naturales de belleza sin mácula. El último era un malaje de mucho peligro, y Camino volvió, a ganarle la partida con su valerosa y dramática porfía.
Babelia
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