Un mundo de color

Los ojos azules de Eva cobran brillo. Sus nueve años y su próximo ingreso en 42 de EGB comienzan a hacer boca ante una caja de colores Alpino. Los alpino nunca perecieron bajo el ciclón de la moda. Ni siquiera los varlopintos rotuladores consiguieron desbancarlos. Todo lo contrario. "Mi señorita dice que los rotuladores traspasan la hoja de papel y manchan mucho", cuenta Eva que, justo en este momento, está alargando la mano izquierda, la que tiene libre, hacia un pegamento cuyo envase es un sonriente perrito transparente. El contenido rosa del chucho cuesta 235 pesetas, la misma cantidad de cola, sin can, 170 pesetas. Todavía más, el chucho en cuestión tiene un valor de 300 pesetas en la sección de papelería de un establecimiento de la cadena VIPS.

Paraíso

Establecimientos como éste son auténticos paraísos del artilugio decorativo de diseño. En estos lugares, no aumentan especialmente las ventas en los días previos al inicio del curso: "No notamos la diferencia, aquí es todo tan apetecible que lo compran en cualquier época del año", dice la encargada de la sección dedicada al plástico.

Los blister o envases plastificados y cerrados a presión que contienen cinta adhesiva, grapadoras, clipes de todos los colores, chínchetas, gomas de borrar, juego de bolígrafos, plastilina... atraen por su simple apariencia. La calidad del contenido no se aprecia hasta que se abre el plástico . "Pero me gusta mucho", dice Javier de ocho años, "y si los colores son fosforito, todavía más guay". Si por añadidura el blister contiene un avión desmontable de vivos colores en el que la cola es una grapadora, las alas encierran unas tijeras o un portaclips, y sus tripas esconden bolígrafo y tiras de cinta adhesiva, los niños pueden perder la cabeza y su única duda versará sobre si decidirse por el avión o por el coche, porque, he aquí pequeños escolares, que la gama incluye también la versión automovilística por 400 pesetas menos.