Lo volvería a hacer
EL FOCO de perineumonía detectado en la localidad segoviana de Navas de San Antonio se encuentra totalmente erradicado, según' el informe que el responsable del asunto en la Comunidad de Castilla y León enviará hoy mismo al Ministerio de Agricultura. Hoy mismo: cuatro años después de agosto de 1985, fecha en la que el brote hizo su aparición. Totalmente erradicado: como la peste equina en vísperas de la feria de Sevilla. Y olé. Pero como lo que no se pone en un papel no existe, no sólo no ha existido brote, sino que nos hemos comido las cerca de 5.000. vacas sacrificadas en los mataderos de Madrid, Bilbao, Toledo y Orense por no tener oficialmente perineumonía. Pero todo ello por una buena razón. Concretamente, por "razones de interés nacional". Y olé.Esa "colaboración de alto riesgo entre el Ministerio de Agricultura y la Junta de Castilla y León" a que ha aludido con desconcertante satisfacción un director general de esa comunidad se ha hecho a costa'de la salud pública. Las explicaciones sobre la ausencia de peligro de contagio humano -realmente sólo faltaba que hubieran pretendido el envenenamiento deliberado de los consumidores de carne de Madrid, Bilbao, Orense y Toledo- no bastan para justificar la desviación hacia el mercado de una carne expresamente definida por la legislación vigente como no apta para el consumo. Con alevosía y nocturnidad, durante cuatro años se ha engañado a millares de consumidores con la excusa de que ese engaño era necesario para, dé paso, engañar también a la Comunidad Europea y evitar que nuestros socios nos repudiasen. Pero lo que puede hacer que nos repudie Europa no es que el ganado enfermo se declare, se cuente, aísle, sacrifique e incinere, y se tomen medidas sanitarias para cortar su extensión, sino que se oculte y se finja que no pasa nada. La política del ocultismo para no alarmar consigue el efecto inverso: ¿Cómo evitar la desconfianza, los bulos, interesados o no, sobre cualquier otro alimento cuando nos enteramos que desde 1985 se ha estado enmascarando un brote de perineumonía -haciéndolo pasar por tuberculosis, que tiene otro tratamiento legal- que provocó el sacrificio de 4.808 reses? ¿Cómo evitar la alarma social cuando el satisfecho director general de la cosa declara que "volvería a hacerlo"?
Puede que el ministro de Agricultura esté reflexionando, como enseñan sus mayores, antes de tomar las decisiones que se esperan. Pero el silencio parece más bien calculado. Por una parte, porque no hay medidas previstas; ni siquiera parecen apuntar las de las sanciones y los despidos, acompañados de vergúenza nacional, para las autoridades locales y nacionales que han ocultado la perineumonía de las vacas de Castilla y León y han decidido que la mejor manera de hacerla invisible era que nos la comiésemos; como hemos hecho, por el bien de España, durante cuatro años.
Sanciones, dimisiones o despidos no van a arreglar la situación, pero darían la medida de que se repudia lo que está sucediendo y que personas culpables, necias o, al menos, inútiles pueden ser sustituidas por otras con energía y planes inmediatos, y con el suficiente arranque como para sacar un dinero del presupuesto general que sería fructífero. Y para actuar con sinceridad, y para colaborar con Europa a rebuscar la calidad perdida (por lo menos en el terreno de la higiene). Todo, menos el secreto y el silencio: tienen un rendimiento negativo. Y, además, al final se sabe todo, y se sabe envolviendo ya en escándalo y en complicidad a quienes tienen que trabajar para que las cosas no sucedan como en la Edad Media.
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