Cuestión de harinas

Bajo el epígrafe de referencia, ese diario, en su edición del pasado día 16 de agosto, publicó una carta firmada por A. Bassedas, de Barcelona, cuyo contenido estimamos conveniente puntualizar, no ya sólo para conocimiento del señor Ba.ssedas, sino de la opinión pública. en general, razón por la cual rogamos la inserción de esta carta en la misma sección y bajo el mismo epígrafe de la publicada el pasado 16 de agosto.Del contenido de la carta que se comenta rechazamos rotundamente la afirmación en la misma donde se dice de forma textual que "el pan es netamente explotado por un monopolio de traficantes harinero-panaderos que se zampan unos márgenes abusivos".

Como ente asociativo en el que se encuadra la inmensa mayoría de los fabricantes de harinas y sémolas establecidos en España, nuestra asociación no puede permanecer indiferente ante una acusación como la que se hace en dicho escrito, que consideramos gratuita y motivada por la falta de información del remitente del escrito, por cuanto, de considerarlo de forma distinta, nos veríamos obligados a solicitar el amparo de los tribunales de justicia.

Precisamente, el sector harinero español viene arrastrando desde hace varios años una fuerte crisis como consecuencia de una sobresaturación de la oferta en relación con la demanda. La capacidad de producción de las fábricas de harinas instaladas, más de 500 distribuidas por todo nuestro territorio, es del orden de ocho millones de toneladas de harina por año, y, por contra, la demanda no alcanza ni los tres millones de toneladas.

Como consecuencia del exceso de la oferta, existe un grave envilecimiento de los precios de las harinas panificables, que en muchos casos no alcanzan a cubrir ni los costes de producción.

Conforme se indica en lacarta, el precio del trigo blando panificable en Castilla y León es del orden de 25 pesetas el kilo, pero normalmente, para la fabricación de harinas panificables, este trigo se mezcla con otros de mayor fuerza procedentes del sur de España, cuya cotización es del orden de 28 o 29 pesetas el kilo, precio al que deberán añadirse

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