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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nueva Polonia

CON TADEUSZ Mazowiecki como primer ministro, Polonia ha entrado en una nueva era de su historia. Las condiciones mismas de su elección en el Parlanento han evidenciado el fin del papel dirigente del partido comunista, un rasgo que parecía intocable en los sistemas políticos de los países del Pacto de Varsovia. El propio portavoz parlamentario del POUP, Orzewdhowski, al explicar la aceptación de ese cambio histórico por los comunistas, ha dicho que Solidaridad llega al poder "conforme a la voluntad de millones de electores". Ha puesto el dedo en la llaga. La esencia del cambio que está viviendo Polonia es que empieza a ser gobernada según los resultados de las elecciones. Se convierte en una democracia.Es una transición llena de obstáculos, y Solidaridad lo sabe. En los debates que han precedido a su elección, Mazowiecki subrayó que su Gobierno deberá ofrecer confianza al máximo de sectores y reducir los peligros de choques y conflictos. Por ello, y teniendo en cuenta la situación económica, su objetivo es un Gobierno "de amplia coalición" con todos los partidos representados en el Parlamento y, por supuesto, dando entrada a los comunistas. Pero existe una diferencia profunda entre este Gobierno "de amplia coalición" que Mazowiecki va a formar y el Gobierno "de unidad" que quiso constituir, hace menos de un mes, el comunista Kiszczak ofreciendo algunos cargos a Solidaridad. Entonces se trataba de que Solidaridad aceptase la continuidad de un sistema político cuya dirección estaba monopolizada por el POUP. Ahora se trata de que los comunistas reconozcan y acepten el papel que los votos han dado a Solidaridad.

La primera etapa para Mazowiecki es negociar con los partidos la composición de su Gobierno. Necesita superarla ante las excesivas demandas comunistas con la suficiente energía para que quede claro que Solidaridad es la fuerza dirigente. Y, a la vez, con la flexibilidad que le permita consolidar la amplia unidad -salvo una minoría de comunistas recalcitrantes- que le votó en el Parlamento. Es obvio que si el POUP se colocase en la oposición, dedicándose a hacer fracasar a Mazowiecki, las dificultades serían mucho mayores. La Administración estatal, el Ejército, la policía, llevan décadas funcionando en un sistema regido por el sometimiento de los funcionarios a las decisiones "del partido". Y una Administración no se cambia en un día. Por eso, una presencia comunista en el Gobierno que ayude a una transición lo menos conflictiva posible hacia una Administración basada en la "fidelidad al Estado", y no a un partido, es un factor de estabilidad.

La prioridad absoluta para el nuevo Gobierno es la situación económica. Necesita tomar medidas inmediatas que frenen la inflación y alivien la situación de las familias, y a la vez poner en marcha una evolución a más largo plazo hacia una economía basada en el mercado y la iniciativa individual, y liberada de las trabas burocráticas que la paralizan. Mazowiecki tiene una carta decisiva: la confianza de los ciudadanos. Lo confirma el retroceso de las huelgas. Sin embargo, no puede ofrecer milagros. La recuperación económica exigirá sacrificios de todos, y lograr que ello sea comprendido y aceptado por una población dominada por el escepticismo es el reto más dificil al que tiene que hacer frente.

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En el plano internacional, la actitud de la URSS ante el nuevo Gobierno polaco ha sido más bien positiva. Es un hecho trascendental. Hay que recordar que en 1968 los carros de combate entraron en Praga para liquidar y detener a un Gobierno comunista. Lo que está ocurriendo en Varsovia representa un paso esencial en todo el proceso renovador que está sacudiendo al Este europeo. El abandono por parte de Moscú de la doctrina Breznev sobre la soberanía limitada, no ya en declaraciones sino en la práctica, y además en el caso de un país tan importante desde el punto de vista estratégico como Polonia, confirma la novedad de la actitud de Gorbachov en los problemas europeos. Novedad que impulsará las corrientes reformistas en otros países del bloque soviético. Sobre todo si tiene éxito la experiencia del Gobierno Mazowiecki.

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