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Los gitanos se van de l'Aldea

La mitad de los temporeros abandonan la población tarraconense antes de que expire el plazo impuesto por el alcalde

Más de la mitad de los 300 trabajadores temporeros gitanos acampados ilegalmente en l'Aldea han abandonado esta localidad tarraconense antes de que se cumpla el plazo de ocho días que el alcalde, Joan Francesc Blanch, les impuso para que se fueran. Tras la orden vinieron las rotundas afirmaciones del alcalde: "Son sucios, cometen múltiples robos, van desnudos y, además, no se lavan; en su campamento hay tanta mierda como gitanos". Sorprendentemente, varios de los trabajadores temporeros, que ayer cargaban sus vehículos con colchones, ropas y material de cocina, dijeron: "El alcalde nos cae muy simpático". Y agregaron que la expulsión les beneficiaba.

En el pleno municipal del pasado viernes, los votos de los 10 concejales del grupo independiente Unitat per l'Aldea, al que pertenece Blanch, y el único edil del Partido Popular permitieron que se aprobara una moción que denuncia las escasas condiciones higiénicas en las que se encontraban los campamentos gitanos instalados ilegalmente en el término municipal, y el descontento que había ocasionado en la población su presencia. Asimismo, los ediles denunciaron la utilización de niños de corta edad para duros trabajos agrícolas y el hecho de que se estaba explotando a "estas familias socialmente marginadas" de una forma que "choca frontalmente con la ley".A la preocupación por el cumplimiento de la ley, siguieron los insultos: "En su campamento hay tanta mierda como gitanos", dijo la primera autoridad municipal. Les acusó de "ser sucios, cometer múltiples robos, desconocer las mínimas normas de urbanidad, ir desnudos y además no lavarse". Ayer, el teléfono del Ayuntamiento no dejó de sonar.

Medios de comunicación de toda España, incluso uno portugués, interesado en averiguar si en los campamentos había gitanos de esa nacionalidad, y asociaciones humanitarias querían saber ayer si Blanch se retractaba de sus declaraciones o las mantenía. "Quien crea que exagero que venga a los campamentos y comprueba si están llenos de mierda", dijo, contundente, el alcalde de esta población de 3.500 habitantes.

Racismo y discriminación

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El Departamento de Justicia de la Generalitat afirmó ayer que el Ayuntamiento de l'Aldea tiene facultades para expulsar a los gitanos, debido a que se asentaron en terrenos de propiedad privada sin disponer de documentos que autoricen la acampada. La diputada del PSC Rosa Barenys calificó la actuación de Blanch de "racista y discriminatoria para los menos favorecidos".

Una familia de temporeros puede ganar al día en l'Aldea unas 6.000 o 7.000 pesetas, aseguraron ayer varios trabajadores. En la recolección de tomates participan tanto los padres como sus hijos de corta edad. El principal problema con el que se han encontrado los expulsados no es el sueldo, sino las condiciones en las que han vivido los días que ha durado la recolección.

Los gitanos han llegado a establecer en l'Aldea hasta siete campamentos, -cuatro de los cuales ya han sido levantados- sin agua corriente. Este hecho es el que ha provocado algunas de las molestias denunciadas por los vecinos, cuando los trabajadores ilegales les sustraían agua para abastecimiento propio.

El cartero sólo ha pegado dos veces

La nota más definitoria del carácter del alcalde y cartero de l'Aldea, Joan Francesc Blanch, la definió él mismo cuando ayer explicó: "Desde que soy alcalde sólo he pegado dos veces a alguien". En una ocasión, durante la fiesta mayor, abofeteó a un joven forastero que, al parecer, no quería pagar dos consumiciones en un bar. El joven esgrimió una navaja y se enfrentó a varios vecinos. Blanch, una vez en el local, acabó el problema "con dos tortas", explica. En otra ocasión, con métodos tan expeditivos, impidió que un delincuente siguiera parando trenes y amenazando a los viajeros con un cuchillo. "La Guardia Civil tiene que rellenar demasiados papeles" añadió.La iniciativa del alcalde de emprender acciones contra los gitanos acampados surgió al encontrarse con que cada vez que iba a entregar una carta le daban una denuncia. Joan Francesc Blanch es un auténtico líder en l'Aldea y prueba de ello es la aplastante mayoría con que cuenta en el consistorio. Ha asumido el protagonismo de la polémica con los gitanos con absoluta tranquilidad y ayer se entrevistó incesantemente con periodistas de más de 25 medios de comunicación y concertó varios debates radiofónicos.

"En esta ocasión, al fin y al cabo, el Ayuntamiento les hace un favor a los gitanos", explica Blanch sobre su medida de expulsión. Varios gitanos consultados ayer coincidieron en señalar que en otras zonas, como en Castellón, la actitud más comprensiva de los habitantes de los pueblos facilita la convivencia. Los afectados recuerdan localidades en las que se les cede el uso de alguna fuente, lo que no ha ocurrido en l'Aldea.

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