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Andy Warhol desnuda a la 'jet' en sus diarios

El autor dictó el libro, de 807 páginas, entre 1970 y 1987

Andy Warhol sigue gozando minutos de popularidad aun después de su muerte. Warhol está estos días de moda en Estados Unidos, y no por el eco del éxito de la retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York ni tampoco por su reposición en el Instituto de Arte de Chicago. The Andy Warhol diaries, un libro que recoge sus vivencias desde 1970 hasta 1987, se ha convertido en un éxito de ventas donde el artista desnuda uno por uno a los personajes que le ayudaron a convertirse en el príncipe del pop art. Desde Warren Beaty a Kurt Waldheim, nadie se libra de sus dardos.

El libro, publicado por la Warner Books y editado por la antigua secretaria de Warhol, Pat Hackett, es un enorme tomo de 807 páginas repletas de gossip, que es como se denomina en este país al chismorreo. Desde 1970 hasta dos días antes de su muerte, el 20 de febrero de 1987, Warhol explicó telefónicamente a Hackett todo cuanto había hecho el día anterior. Su comentarios acerca de los parties, exposiciones, cenas, almuerzos, sesiones fotográficas, reuniones con famosos y demás actividades en las que participó afloran ahora en Diaries. El libro abre la tumba de Warhol para explicar públicamente cómo vio y sintió aquella sociedad de la vivió y que idolatró como a uno de los más polémicos creadores de este siglo, mientras él consumía Perrier e ingería pedazos de pastillas de Valium. En el libro aparecen los comentarios de Warhol sobre la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y la pérdida de sus mejores amigos a causa del cáncer gay, al que el artista terminó refiriéndose con la frase "tú sabes qué".

Egocentrismo

Diarios también deja al descubierto los comentarios que el artista pop jamás hizo delante de Julio Iglesias, Madonna, Paloma Picasso, Warren Beatty, Rudolf Nureyev, Raquel Welch, Truman Capote, Jackie Onassis, Mick Jagger, Yoko Ono o Arnold Schwarzenegger. El libro no tiene índice onomástico. De ahí que una revista neoyorquina, Spy, consciente del volumen de la obra, el interés de los neoyorquinos por el chismorreo y también por su incapacidad de tragarse un libro tan denso, ha publicado una relación en la que señala las páginas en las que aparecen los comentarios más jocosos de los personajes más conocidos.

Los cierto es que Diaries lleva ya nueve semanas en las listas de los 15 libros más vendidos de The New York Times Book Review. La última semana la obra aparecía en octava posición, lo que se puede considerar un éxito si se tiene en cuenta que es un libro caro -3.600 pesetas- y muy denso.

La obra póstuma de Warhol retrata fielmente la transformación del artista en un egocentrista recalcitrante, consciente de su poder mágico en el brillante y erótico pero sucio y falso clima neoyorquino. Warhol pasó del yo de los setenta al YO en los ochenta, y en sus diarios se refleja claramente su creciente egocentrismo, caracterizado por su hipocondria.

La enfermera que le dio de alta en el New York University, donde le fue extirpado el bazo y donde murió sin que nadie se explique cómo, aún recuerda que Warhol fue el único paciente que atendió en 15 años que recordaba de memoria el número de su tarjeta sanitaria.

Diaris consolida a Warhol como un mito de este siglo, o cuando menos en el mito de una ciudad mítica. El libro, además de sus picantes opiniones sobre la jet de Manhattan, y el dietario de gastos del artista es una antología de la historia del pop art, un movimiento que nació en su célebre Factory de la calle 47 y que fue elevado a la categoría de arte moderno por los críticos más snobs de Manhattan.

Secretos de alcoba

En el libro no aparece alusión alguna a la visita que el artista realizó a Madrid entre el 16 y el 22 de enero de 1983, pero criticó tímidamente el ambiente falso que rodea a Julio Iglesias y calificó de "simpático" a Plácido Domingo. Warhol dejó al descubierto en sus diarios a los nuevos amantes de Yoko Ono, el mal gusto de las joyas de Paloma Picasso, el hecho de que Tina Turner enseñó a bailar a Mick Jagger, la gran amistad entre Arnold Schwazenegger y Kurt Waldheim, el gran vicio de Truman Capote (los besos de tornillo).

Los diarios también reflejan el insoportable carácter de Diane Keaton -"¿quién se cree que es esa chica?"-, el tamaño del órgano sexual de Warren Beaty -comentado por Bianca Jagger-, el buen carácter de Joddie Foster, su opinión acerca de la intervención de Isabelle Rosselini en Blue velvet-"Lancome le renovará su contrato por cinco años"- y las pretensiones intelectuales de Raquel Welch, de quien sí alabó lo bien que se conservaba físicamente.

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