Melodrama en comedia
Esta película se inspira en un viejo estereotipo melodramático -en realidad procede de infinidad de folletines finiseculares- que ha sido otras veces repescado por el cine, pero sin cuajar en ninguna película de las que hacen memoria. Etienne Chatiliez es un cineasta todavía poco experto, pero sabe disimularlo. El guión que ha manejado y su traslación al celuloide parecen en ocasiones de perro viejo y pone de manifiesto dominio, a veces casi marrullero, de lo que hace, pues en La vida... hay rizos de veterano rijoso que hace aparentemenete dificiles cosas que en realidad son fáciles de hacer.
La película, sin ser nada del otro mundo, tiene encanto. Juega con el viejo modelo llorón y de él extrae comodidad, esa confortabilidad que producen los filmes menores e intrascendentes, pero en los que no hay escisión palpable entre intenciones y logros. Quieren contarnos algo sencillo y nos lo cuentan con sencillez. Quieren que un asunto sentimentalón sea reducido a comedieta y, con balbuceos en el camino, también lo consiguen.
La vida es un río largo tranquilo
Dirección: Etienne Chatiliez. Guión: Quentin y E. Chatiliez. Fotografia: Pascal Lebègue. Francia, 1989. Intérpretes: Heléne Vincent, Benoit Magimel, Daniel Gelin. Cine Proyecciones.
En medio de la basura de la programación madrileña veraniega, puede verse este río tranquilo. No llena, pero tampoco decepciona. Sus aguas son mansas y, aunque hay algunas complicaciones argumentales y exceso de dispersión en las composiciones, debida a la abundancia de personajes, a la cortedad de las escenas y a la horizontalidad del montaje, el resultado es ameno, con caídas en la intriga que se desvanecen pronto y la pantalla recupera su capacidad, si no para fascinar, sí para no aburrir, lo que en estos meses de desperdicio cinematográfico no es poco.
Bien ordenada, correctamente realizada e interpretada, discurriendo sobre un juego de humor ingenuo, La vida es un largo río tranquilo puede parecer, y lo es, una película sin importancia, pero con algunos destellos de buena película. La, siempre peligrosa, combinación entre exageración y verosimilitud, propia de las películas híbridas y tramposas, es vencida por Chatiliez con soltura, lo que permite esperar de esta su primera película larga una futura hermana menor mejor acabada y más ambiciosa.
Babelia
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