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CHECOSLOVAQUIA, EL SOCIALISMO CERCADO

"La mayoría del pueblo no quiere un cambio de sistema"

El hombre fuerte de Praga, Milos Jakes, habla de la situación en su país

ENVIADO ESPECIALSu despacho es casi idéntico al de otros líderes de la Europa socialista. Todos decorados con la misma madera clara, con el mismo vago estilo art déco de los años cuarenta, de un incierto mal gusto, y con las mismas gigantescas proporciones. La vista sobre el majestuoso palacio y la catedral al otro lado del río Moldava es casi exactamente la misma, aunque desde otro ángulo, que la que se ve desde el apartamento del dramaturgo Vaclav Havel, el disidente. Ironías del destino.

Milos Jakes parece estar permanentemente al borde de la sonrisa, sin encontrar nunca ocasión para ella. No fuma. Sólo una vez a lo largo de dos horas, alarga la mano y se come una pasta. Sorbe lentamente una taza de café. Habla despacio, sin alteraciones de tono, tanto que a veces da la impresión de estar leyendo en voz alta la primera página de Rude Pravo, recitando doctrina oficial sin inmutarse. Sólo en una ocasión pierde la calma exterior. Cuando adivina que le llega la pregunta sobre Dubcek, escribe el nombre en el papel que tiene delante, le pone varios signos de exclamación y lo repasa todo una y otra vez con una vieja pluma.

Pregunta. El panorama político de Europa ha cambiado radicalmente desde el acceso al poder de Gorbachov. El equilibrio de fuerzas basado en la guerra fría ha sido sustituido por la relajación de tensiones. ¿Cómo interpreta usted este fenómeno?

Respuesta. Los cambios positivos en las relaciones internacionales en Europa y en el mundo son el resultado de comprender que en el período nuclear los problemas no pueden ser resueltos por la vía militar. Varios países se han dedicado a buscar una solución política a los problemas existentes. No obstante, es evidente que el impulso decisivo a esta evolución fue dado por los países socialistas y particularmente por la URSS. Nos inquieta, sin embargo, que algunas fuerzas mantengan posiciones obsoletas de confrontación y, aunque la URSS y los demás países socialistas, incluida Checoslovaquia, siguen dispuestos a contribuir a la disminución de tensiones, sería totalmente erróneo creer que ésta debería basarse exclusivamente en concesiones de los países socialistas. Cada parte tiene que recorrer honradamente el tramo de camino que le corresponde..

P. ¿Qué opina de la visita de Gorbachov a Estrasburgo y de las de Bush a Varsovia y Budapest?

R. La visita de Gorbachov a Estrasburgo ha sido un acontecimiento sumamente importante. Su intervención allí fue un esbozo de cómo debería evolucionar el mundo en el futuro. Es una concepción que nosotros apoyamos totalmente. Serviría tanto para liquidar las barreras aún existentes en el continente como para edificar el hogar común europeo. Acabamos de expresar nuestro apoyo a Gorbachov en la sesión del Comité consultivo del Pacto de Varsovia [en Bucarest].

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La visita de Bush a Polonia y Hungría nos parece muy positiva porque apoyamos todos los pasos que contribuyen a la disminución de las tensiones. Me gustaría poder pensar que ha sido una visita honesta, y que su intención era fomentar relaciones sanas y no desestabilizar sistemas existentes.

Democratización

P. ¿Y esto cómo se compagina con el mensaje de Bush de que Occidente ayudará en la medida en que los países socialistas democraticen sus instituciones?

R. Por lo pronto, y en lo que a Checoslovaquia se refiere, podemos existir sin la ayuda del Fondo o del Banco Mundial. Lo que nos interesa es una cooperación mutuamente ventajosa y no medidas discriminatorias. Queremos una cooperación en igualdad de derechos y sin precondiciones. Cuando Bush habla de democratización de las instituciones en nuestro país o en otros, habría que ver lo que entiende por democracia y compararlo con nuestra interpretación. Para nosotros, democracia es la participación más amplia de la gente en la gestión del Estado, unida al ejercicio de todas las libertades y derechos humanos, al derecho de culto, a los derechos sociales y económicos. Claro que damos por supuesto que tal democracia va a desarrollarse en el sistema social existente y que nadie va a pretender derrocarlo. Y es aquí donde quizá existe el punto de controversia [ríe], de malentendido. Pero también debe ser comprendido nuestro punto de vista: la aplastante mayoría del pueblo en este país no desea un cambio del sistema. Lo que quiere es perfeccionarlo, tanto desde el punto de vista económico como democrático.

P. Ya. Usted sabe que en Occidente hemos sido y somos críticos, duramente críticos, con el sistema político checoslovaco, por lo que ocurrió con la primavera de Praga, por lo que ha venido sucediendo desde entonces. Cuando usted accedió al poder en diciembre de 1987, dijo "más democracia quiere decir más socialismo". ¿Pero no puede querer decir también más disidencia?

R. Sí, eso hemos acentuado. La consigna no tendría sentido si abriera espacios para grupúsculos o individuos que pretenden derrocar el sistema. En cuanto a la actividad de la gente, mientras no haga propaganda del fascismo o de la guerra, no se la puede perseguir. ¿Cuándo intervenimos? Precisamente esta mañana estaba estudiando la ley británica sobre el derecho de asamblea. Si en Checoslovaquia actuáramos de conformidad con esa ley, seríamos un blanco de durísimos ataques por parte del mundo entero. Lo que quiero decir es que si existe una prohibición en vigor, es válida para la ley, el ciudadano debe subordinarse a ella, porque, en caso contrario, surgiría la anarquía. Aquí tuvimos manifestaciones en enero de este año con motivo del aniversario de Jan Pallach, el estudiante que se autoinmoló prendiéndose fuego en la plaza de San Wenceslao en enero de 1969, y adoptamos medidas en contra de ellos. Fuimos muy criticados. Por ejemplo, por Austria. Mientras tanto, en Austria hubo una manifestación de pobres ante la ópera -había un baile de la alta burguesía-; intervino la policía y dispersó a los manifestantes, hubo lesionados y eso al parecer no tuvo importancia. Hace falta aplicar el mismo rasero.

P. El mismo rasero. Sin embargo, nosotros no impedimos, por ejemplo, que la gente viaje a donde quiera. Y, ya ve, la universidad de Madrid ha invitado a Alexander Dubcek a asistir a un seminario sobre relaciones Este-Oeste y perestroika. Se le invitó oficialmente, a través de nuestra embajada aquí, se le facilitó el billete, igual que cuando fue invitado a Bolonia, pero le fue denegado el permiso. ¿Por qué? Hemos perdido una oportunidad única de escuchar a un hombre que ha sido protagonista en la historia de este país. Una lástima que un disidente no se pueda mover con libertad.

R. No se trata de una persona común y corriente... Y además, la sociedad aquí se interesa por lo que él hace. Cómo actúa, qué es lo que dice... y para qué fines deja que se abuse de él. Porque si no se pudiera abusar de su persona, creo que no tendrían interés por él en parte alguna. Que le haya sido denegada la solicitud... Me parece que si se le concediera, poca gente aquí comprendería que se le diera.

Dubcek

P. Pero recibió permiso para viajar a Italia a un acto académico. En un momento de relajación de tensiones, de perestroika, de creciente permeabilización de sistemas, ¿por qué no dejarle viajar?

R. El diálogo deben llevarlo a cabo los órganos competentes que han sido elegidos por el pueblo de este país y que, por lo tanto, son responsables ante el pueblo. Y cuando llevan a cabo este diálogo individuos, queremos que sean personas que contribuyan realmente a este proceso europeo de acercamiento y no que creen tensiones y barreras artificíales que contribuyen a dividir más que a unir.

P. Me permitirá que no esté de acuerdo con su punto de vista. Todos los países y Gobiernos hemos firmado los documentos de Viena de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), en los que figuran el derecho a moverse libremente, a manifestar opiniones. Nos preocupa que se le niegue a un individuo. Y le digo con toda seriedad que nos entristece que Dubcek no pudiera estar en El Escorial.

R. No conozco esa cuestión detalladamente. No sé, si presentó la solicitud o si le ha sido denegada. Me refiero a la repercusión que podría tener aquí, y creo que no sería muy favorable.

P. Hace tiempo que están preparando una nueva Constitución. ¿Van a tener en ella cabida los documentos de Viena?

R. La nueva Constitución debe estipular las bases de la reestructuración y democratización. Y, claro, debe reflejar los acuerdos internacionales, incluyendo el acta final de la Conferencia de Viena. Nos basamos naturalmente en que cada ciudadano puede ser limitado solamente por la ley. Así es en todos los países.

P. Pero ocurre que, para algunos, los conceptos de libertad de movimientos o de derecho a la protesta, de libertad individual, son diferentes. Por ejemplo, el dramaturgo Vaclav Havel está teniendo dificultades. ¿Qué opinión le merece el nuevo manifiesto Algunas frases que ha sido firmado por él y otros muchos?

R. La actividad política de Havel está inequívocamente dirigida contra nuestra política, contra nuestro sistema, socialista, contra el proceso de...

P. ¿Contra el sistema socialista?

R. Sí, y contra el proceso de la reestructuración y de la democratización. Conocemos también el objetivo de este panfleto: dar lugar a una discusión que pudiera complicar la situación en el país. Somos uno de los países en los que, antes de que se aprueben leyes importantes, sus proyectos son presentados a discusión popular. Éste será el caso de la Constitución. Y la mayoría decide. Y este panfleto de Havel ha sido duramente rechazado por la sociedad. Es apoyado por apenas un par de miles de personas. Y, en cambio, nosotros estamos sometidos a una fuerte: presión de una gran parte, de una aplastante mayoría de nuestra sociedad, con el fin de ajustarse con esas cosas. Claro está que a la opinión pública sí hay que tomarla en consideración. En la democracia, al fin y al cabo, siempre decide la mayoría. Sin ir más lejos, Jaruzelski fue elegido presidente en Polonia por la mayoría, aunque mínima. Y no es posible que el 1 % de la población imponga su voluntad al 99% restante. Bueno, puede hacerlo, pero debe contar con que encontrará resistencia.

Jaruzelski

P. Y, sin embargo, Jaruzelski ha sido elegido con disensiones y por una mayoría mínima, precisamente porque eso forma parte de un proceso que se había originado en Polonia y que es radicalmente distinto al de Checoslovaquia. Se opone absolutamente, se ha opuesto siempre, a él.

R. Creo que muchos de estos cambios resultan también de la situación económica en algunos países. Aquí, la clase obrera o el campesinado, claro, critica al Gobierno, pero en realidad lo apoya. No les parece que no tienen democracia. Además, su nivel material de vida les permite cierta satisfacción. Por el contrario, en Polonia, todo este proceso se inició por el descontento de la clase obrera, cuando surgió Solidaridad. Aquí, en Checoslovaquia, incluso durante la república burguesa, había una tradición de democracia, el partido comunista era legal y, mientras tanto, nuestro país estaba rodeado de fascismo: Alemania, Polonia, Hungría, Austria ocupada...

A nosotros, el sistema socialista no nos lo ha impuesto nadie. Llegamos al poder en 1948 por la vía parlamentaria y creo que el conjunto de todos estos factores influye en la evolución de la situación en nuestro país. No nos hace falta aprender tantas lecciones de democracia. Nuestro sistema político crea el Frente Nacional integrado, además de por el partido comunista, por otros cuatro partidos políticos y gran número de organizaciones de masa y de interés. Este sistema es el que nos ofrece campo suficiente para gobernar de forma democrática.

Disidencias

El régimen que dirige Milos Jakes, anclado en la resistencia al cambio, tiene muchos enemigos fuera y algunos miles de decididos antagonistas dentro. No se trata de movimientos de masas impulsados por una catastrófica situación económica, como en Polonia.Los checos viven aceptablemente en una aceptable semipobreza. Comen, se pasean en silencio con la bolsa del por si acaso ("hombre, me voy a poner en esta cola por si acaso venden algo"), tienen casas de campo y automóviles. Un poquito de corrupción aquí, un poquito de opresión allá. Y el recuerdo imborrable de la primavera de Praga de hace 21 años: si la libertad no llega por el hambre, llegará por contagio y por nostalgia. Y por la voluntad implacable de los que están dispuestos a sufrir activamente por recuperarla: los Havel, los Dubcek, los de Carta 77 y, ahora, los del nuevo manifiesto Algunas Frases. El 21 de agosto, 21º aniversario de la entrada de los tanques soviéticos en Praga, "habrá sangre en la plaza de San Wenceslao", dice Iván Havel, el segundo de los hermanos disidentes. Pone una tranquila expresión de miedo que encoge el corazón.

¿Y el cardenal Tomasek? "Nuestras relaciones no están mal", dice Jakes, "aunque hay personas que querrían abusar de él y hacer de la Iglesia una fuerza política". Pero con quien tienen el desacuerdo es con el Vaticano, por aquello de que el Papa, a quien corresponde la provisión de obispos, les está colando un prelado de pacem in Terris detrás de otro. "Y eso es discriminatorio. Aquí respetamos a los creyentes y éstos apoyan al socialismo a través de su trabajo".

Sin embargo, el verdadero apestado es Dubcek, al que Jakes considera "plenamente responsable de efectuar las intenciones del desarrollo y perfeccionamiento del socialismo planteados por el pleno del Comité Central de enero de 1968". Y, luego, añade la clave: la primavera del 68 fue "un riesgo real, no sólo para Checoslovaquia, sino para Europa y su estructuración de la posguerra". "Pero no hubo purgas ni golpes de Estado. Dubcek siguió como secretario general durante ocho meses y, como no fue capaz de dominar la situación, fue democráticamente sustituido. Luego se produjo una normalización".

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