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Desaparece el Museo Torlonia, convertido en apartamentos

Juan Arias

En Roma ha desaparecido un museo que conservaba la colección privada más importante del mundo de estatuas griegas y romanas, no por arte de magia, sino a causa del cáncer que corroe Italia: la burocracia.El museo, que contaba con 77 salas, estaba enclavado en la Via Lungara, en la castiza zona del Trastevere, y pertenecía a la familia noble de los Torlonia. Un museo conocidísimo, recomendado en todas las guías turísticas.

Ahora, cuando los turistas se acercan al precioso Palacio para comprar la entrada se encuentran con la sorpresa de que allí no se encuentran ya las famosas obras de ilustres cinceles griegos y romanos que habían inmortalizado a Giustimani, Mirón, Policleto, Adriano, Alejandro Severo, etcétera, sino una serie de señores particulares que han comprado a precio de oro los 93 miniapartamentos en los que han sido convertidos las 77 salas del precioso museo.

De las 620 estatuas nada se sabe, sólo que estuvieron durante un tiempo amontonadas en los sótanos del palacio mientras se llevaban a cabo las obras.

Cuando la autoridad judicial se enteró de lo que estaba pasando dentro del Museo Torlonia, el juez Alba Monte emitió una orden de secuestro del palacio y de las estatuas, calificando la operación de "auténtica especulación edilicia". Pero Italia es un país en el que mandan sólo los partidos. Y las nobles familias han tenido siempre grandes amistades con los democristianos. Y así, gracias al arma de la lentitud burocrática, se logró que llegara primero la prescripción del delito edilicio y después la amnistía del delito contra el patrimonio artístico.

Se intentó salvar las estatuas y recogerlas, junto con las de otra colección privada abandonada, la de en un palacio del renacimiento en el centro de Roma. Se creó también una comisión ministerial para estudiar el precio que se podía ofrecer a los Torlonia para recuperar las 620 estatuas grecorromanas. Pero también aquella comisión desapareció y el Parlamento nunca respondió a las peticiones del ministro de Bienes Culturales de que el Estado se adueñase del precioso museo.

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