Más sobre Cuba
Me levanto de una no reparadora siesta y frente a mí, en la televisión, Silvio Rodríguez (la trova cubana), y de nuevo, en su boca, la justificación que hemos venido oyendo durante los últimos días acerca de la necesidad ejemplarizante de los fusilamientos de Ochoa y demás, a pesar de que Silvio no es partidario de la pena de muerte; justificación dada no sólo por parte de artistas y escritores cubanos, sino -por lo menos en su silencio, y el que calla otorga- por parte de las mentes más preclaras de la democracia española, que tanto se han destacado en otras ocasiones como acérrimos enemigos de la pena de muerte.Yo me pregunto: ¿qué fuerza vamos a tener a partir de ahora los partidarios de la completa abolición de la pena de muerte? ¿Cómo vamos a exigir a los países en que todavía es práctica habitual su cese? Nos saldrán con que el fusilamiento, la descarga eléctrica o la soga estaban perfectamente justificadas. Y, sin embargo, no hay justificación posible para la pena de muerte, ni para el joven de 15 años que roba y asesina en el Bronx neoyorquino, ni para el fallecido general Ochoa, que se enriqueció con el narcotráfico en La Habana.No estaría mal que los pensadores y artistas españoles (y no sólo ellos), que tantos escritos han firmado por diversos motivos en numerosas ocasiones, se mojen una vez más y dejen bien claro cuál es su postura ante las últimas penas de muerte dictadas tanto en EE UU como en Cuba.-
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