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Las rentas salariales aumentarán su participación en el PIB en 1990, mientras los beneficios crecerán menos

Un 51,7% del producto interior bruto (PIB) se destinará el próximo año a la remuneración de los asalariados, frente al 50,9% previsto para este ejercicio y la tasa ligeramente inferior al 50% del año pasado, según las proyecciones macroeconómicas que ha elaborado el Gobierno como base para el debate presupuestario. Este aumento del peso de los salarios en el PIB se produce a pesar del carácter restrictivo del próximo presupuesto, que prevé una desaceleración del consumo, de la demanda interna y del PIB. Este último superará el próximo año los 48 billones de pesetas, con un crecimiento del 4% en términos reales.

La desaceleración del crecimiento económico es el eje del cuadro macroeconómico que ha elaborado el Gobierno como base para el debate presupuestario del próximo ejercicio. Esa desaceleración, que llevará a un crecimiento de la demanda interna del 5,2%. el próximo año, frente al 6,9% de éste y el pasado año, conducirá a un ritmo de creación de empleo más reducido, tanto en valores absolutos como en términos porcentual es.El reparto de ese menor crecimiento de la economía no perjudicará a la participación de las rentas del trabajo en el producto interior bruto. Según los datos que maneja el Ejecutivo, el 51,7%. del PIB se dirigirá a la remuneración de los asalariados, a pesar de que este concepto crecerá sólo un 10,67. el próximo año, frente al 13,4% previsto en 1989. El ritmo de crecimiento de los beneficios -tal como los mide el excedente bruto de explotación- caerá desde el 9,1% de este año hasta el 7,3% en 1990.

El ritmo de creación de nuevos empleos pasará al 2,1 %, frente al 2,7% de este ejercicio. De otra forma, mientras que este año se crearán 318.100 nuevos empleos, la previsión del próximo será de 254.100 nuevos empleos. El paro, mientras, seguirá reduciéndose, pero también a un ritmo más lento. Así, la tasa media de desempleo del próximo ejercicio será del 17,5%, frente al 18,2% de este año. Esta reducción del paro, sin embargo, mantendrá el número de desempleados por encima de los 2,6 millones de personas. Los datos de empleo en los que se apoyan estas previsiones sitúan la expansión de la población activa en un 1,1%.

La disminución en el ritmo de creación de empleo es una consecuencia directa de la desaceleración económica que se prevé para el próximo año. Según los datos que estudia el Gobierno, el crecimiento de la demanda interna será del 5,2% el próximo ejercicio, frente al 6,9% previsto para este año y que coincide con la tasa de 1988. Esa restricción de la demanda interna se debe, fundamentalmente, a la desaceleración en el consumo privado, que el próximo año se situará un punto por debajo del 4,8%. previsto para este ejercicio.

El Gobierno prevé esta restricción del consumo privado como consecuencia de las medidas de freno de la demanda to madas durante este año. El sector público colaborará a la reducción de la demanda prevista, ya que el crecimiento planeado en su consumo será del 3% en 1990 frente al 4,3%. de este año.

Freno a la inversión

El segundo componente de la demanda, la inversión -tal como la mide la formación bruta de capital fijo- también colaborará al freno de la economía, de cumplirse las previsiones que sirven de marco de referencia al debate de los presupuestos.La tasa de crecimiento de la inversión será inferior al 10% el próximo año por primera vez desde 1986. La mayor reduccion en esa tasa de crecimiento correrá a cargo de los bienes de equipo, que crecerán un 8% frente al 13% de este año. Esta desaceleración ya ha comenzado en el presente ejercicio, por lo que la previsión para 1990 se apoya en la hipótesis del final de un ciclo de acumulación y renovación del equipo productivo. La construcción, sin embargo, es el componente de la inversión que será más dificil de frenar, debido tanto a que la expansión en este sector es posterior como a que buena parte de estas inversiones ya están contratadas.

El Gobierno pretende diseñar unos presupuestos de carácter restrictivo con el doble objetivode reducir las tensiones inflacionistas y el ritmo de deterioro del desequilibrio exterior. Este doble objetivo sólo se cumplirá parcialmente el próximo año, de acuerdo al cuadro macroeconómico ahora en estudio.

La tasa de inflación media será del 5% el próximo año, frente al 6% de este año y el 5,1 % de 1988. El desequilibrio exterior, mientras, seguirá ampliándose a pesar del freno tanto de demanda, la producción y el ritmo de crecimiento del empleo. En concreto, los datos manejados por el Ejecutivo prevén un déficit de la balanza comercial de 3,4 billones de pesetas para 1990, que equivale al 7,1% del PIB.

Ese desequilibrio se mantendrá a pesar de que las exportaciones aumentarán su ritmo de crecimiento hasta el 6,4%, mientras las importaciones reducirán su expansión hasta el 10,6%. El déficit por cuenta corriente, por su parte, se acercará al 4% del PIB y a los dos billones de pesetas.

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