Un burraco saltarín
G. Bertolín, Manuel Blázquez se aferró a su última oportunidad para no irse de vacio de la feria. Toreó enrabietado, gritón y se dejó la piel para sacar algo de provecho del quinto de la tarde, manso pero noble. Un poco de todo y un revolcón al entrar a matar. El público agradeció las ganas concediéndole la única oreja de la tarde. En su primer novillo luchó contra la adversidad, mató mal y se llevó un aviso.
Superó lo insuperable Enrique Ponce en el sexto. Un burraco que intentó por cuatro veces irse al callejón y a la cuarta lo consiguió. Nadie daba un duro porque el novillero logrará algo positivo del alunarado. Los que pensaban que sólo intentaría darle puerta cuanto antes, se equivocaron. Fue la mejor faena de la tarde. El querubín de Chiva lo hizo variado y con maneras de maestro adulto y avezado. De haber matado bien, se lo hubiera llevado todo. Su primer novillo, casi igual de manso, tuvo la desgracia de tumbar al caballo y el varilarguero, mutado en vengador justiciero, lo persiguió con saña casi hasta los medios. Toro complicado y peligroso ante el que Ponce nada pudo hacer.
García / Rodríguez, Blázquez, Ponce
Novillos de Lorenzo y A. García, desiguales y mansurrones. Miguel Rodríguez: pinchazo, media y descabello (palmas); pinchazo y media trasera (ovación y saludos). Víctor Manuel Blázquez: estocada envainada y estocada corta (aviso y palmas); pinchazo y estocada (oreja). Enrique Ponce: media (silencio); dos pinchazos y estocada (ovación y saludos). Plaza de Valencia, 24 de julio. Segundo festejo de feria.
Miguel Rodríguez demostró ser el más apto para las banderillas, valiente y con ganas de arriesgar; sin embargo se lió reiteradamente y tuvo en un ¡ay¡ al público en su primero. En el cuarto, un colorao, el madrileño tuvo más fortuna. Hubo para sus méritos, que los tuvo, aplausos y saludos desde el tercio.
Babelia
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