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Las vacaciones del donante

España tiene uno de los índices de donación de sangre más bajos de Europa

El calor del verano va a acabar por secar la sangre de ese 12,5% de ciudadanos que es donante habitual en España, uno de los índices más bajos de los países de la CE. Cada año, en las primeras semanas de agosto se produce una extraña variante del mito del eterno retorno: el nivel de reservas de los bancos de sangre sufre un bajón, hasta alcanzar cotas muy preocupantes. Como consecuencia, se registran importantes retrasos en las operaciones quirúrgicas y se inundan las ondas de radio con mensajes desesperados.

Los españoles deben creerse el cuento del príncipe conquistador que tiene la sangre azul, porque, si no, no se explica que la media nacional sea de 23 donaciones por 1.000 habitantes y año. A pesar de que existe una tendencia ascendente, con un incremento anual del 3% -según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo de 1987-, España tiene uno de los índices más bajos de donaciones en la Comunidad Europea. Las autoridades sanitarias cifran en un 40 o 50 el índice de donaciones por mil habitantes y año para situarse en niveles aceptables.

Navarra está a la cabeza en los índices de donación, con un 53, mientras que Ceuta y Melilla cierran la lista con un preocupante 9. La Comunidad de Madrid se encuentra en el quinto lugar, con un 27,5.

Según un estudio sobre la disponibilidad de los ciudadanos para la donación, encargado este año por Sanidad, el perfil del donante tipo responde al de un hombre o mujer de clase media, con una edad que oscila entre 30 y 45 años, status educativo medio y residente en poblaciones de más de 50.000 habitantes.

A pesar de que el 53% de los no donantes muestran una actitud positiva, sólo el 12,5% de los españoles está incluido en la categoría de donante habitual, mientras que un tanto por ciento similar dona su sangre ocasionalmente, según el citado estudio. Entre los factores que inciden negativamente para incorporarse al grupo de los donantes, los encuestados señalan el desconocimiento, el miedo a la transmisión de enfermedades infecciosas (entre ellas el síndrome de inmunodeficiencia adquirida -SIDA-, a pesar de que es imposible el contagio a través de la donación) y el desconocimiento de los posibles usos de la sangre. A favor estarían los sentimientos de solidaridad humana y altruismo, así como la necesidad de extender esta práctica.

Campañas permanentes

Todos los estamentos implicados en el tema de la donación -Insalud, Ministerio de Sanidad, comunidades autónomas, hermandades de donantes y bancos de sangre- apuestan por una campaña de sensibilización permanente en la población, especialmente en los primeros años de escolarización. "Hay que evitar las campañas boom, que lo único que logran es reunir durante varias horas a cientos de personas en una habitación sin condiciones, transmitiendo una sensación de ineficacia y de tomadura de pelo. Esto es algo contraproducente. Hay que reivindicar la donación regular y continuada, aunque las campañas puntuales de verano y navidades siempre son bienvenidas", señala el doctor Gómez Pineda, encargado del banco de sangre del Gregorio Marañón de Madrid.

Los directivos del hospital de La Paz van aún más lejos: "En el resto de los países de la Comunidad Europea se están potenciando los programas de autotransfusión, sobre todo en las intervenciones quirúrgicas programadas de antemano. Es decir, que cada persona realice una donación con el fin de que su propia sangre sea utilizada en el curso de la operación. Este hecho solucionaría todos los problemas existentes de incompatibilidades o rechazos".

Para intentar frenar la sequía de verano, las hermandades locales de donantes y el Insalud, en la Comunidad de Madrid, van a realizar una serie de minicampañas. El Ministerio de Sanidad tenía prevista una de ámbito estatal para estas fechas, pero ha tenido que posponerla para septiembre.

Por otra parte, la Administración se propone acabar definitivamente con la donación retribuida de sangre. Esta práctica aún se mantiene, a pesar de que ya estaba prohibida por ley en todo el territorio español. Pero las autoridades sanitarias quieren que a partir de este año ningún donante de plasma pueda recibir remuneración alguna por una actividad que debe ser completamente altruista. Sin embargo, el problema de fondo no tiene visos de solución a corto plazo. España es un país deficitario en plasma y plaquetas; únicamente una cuarta parte de los hemoderivados que anualmente se utilizan en los hospitales españoles es de producción interna. El resto se obtiene de la importación.

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