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Las escritoras critican el papel de la mujer en la novela policiaca

Debate entre autoras de diversos países durante la II Semana Negra de Gijón

Andrés Fernández Rubio

La posición secundaria de las mujeres, tratadas generalmente en la literatura policiaca tradicional como auxiliares cuyo mayor empeño era ofrecer reposo y tranquilidad al triunfante detective, fue criticada el jueves en Gijón dentro de un debate organizado en la II Semana Negra con el título Mujeres, mujeres, mujeres.La escritora británica Susan Moody, creadora de la detective de color Penny Wanawake, dijo que los cambios sociológicos, reflejados con fidelidad en la novela negra, permiten establecer un nuevo perfil femenino dentro del género, que ella, irónicamente, dibujó así: "No es una supermujer, tiene múltiples desencantos, cada mes el período, camina por la gran vía de cualquier ciudad, a veces se asusta, es independiente, bebe y se paga su propia copa, hace el amor con hombres sin necesidad de casarse con ellos y resuelve sus propios casos detectivescos".

Lourdes Ortiz, que en Picadura mortal (1979) presentó a la detective Bárbara Arenas, habló de los cuatro tipos de mujer de los que se ha nutrido la novela negra tradicional. "Los dos principales", dijo, "proceden de la tragedia: Clitemnestra, como representante de la pasión, y lady Macbeth, de la ambición. Junto a ellas aparece otro personaje del siglo XIX, el de la mujer fatal, que se engarza con un cuarto que podría llamarse el ángel de burdel, utilizado con profusión por los escritores".

Lourdes Ortiz se refirió en otro momento a que el hecho de ser mujer no determina el tono ni el modo y la forma de lo que se escribe, y negó que hubiera en cualquier género un lenguaje específico femenino. En el génerc negro, el nombre de Patricia Highsmith le sirvió para ejemplificar esta idea.

La norteamericana Tony Fennelly, por su parte, habló de sus experiencias vitales reflejadas en la literatura y dijo que, dependiendo de la calidad de sus amantes, éstos reciben mejor o peor trato en los personajes de ficción que crea basándose en ellos. Señaló que la tacañería es el defecto que mayor rechazo le produce, y recordó que un hombre que le prometió un collar de perlas del que jamás le hizo entrega fue transformado en uno de sus libros en un ser deforme, horrendo y miserable, que era asesinado de manera extremadamente cruel.

Autocrítica

Por otra parte, el jueves se celebró otro debate en el que diversos escritores españoles de novela negra hicieron una autocrítica del género. Participaron Juan José Plans, Fernando Martínez Laínez, Manuel Pinto, Julián ibáñez, Francisco González Ledesma y el norteamericano, aunque residente desde hace años en España, David Hall. La idea general que se desprendió de sus intervenciones es que la novela negra española necesita hacerse más permeable a otras posibilidades y esructuras estilísticas, "terminando de matar al padre americano", según dijo Julián Ibáñez.

Aparte de lo que se refiere a la experimentación formal, existen otros asuntos referentes al contenido que los escritores de novela negra en España deben analizar, según dijo en el coloquio Martínez Laínez. Se refirió a que en los últimos años "estamos en una etapa de capitalismo salvaje y ése es el futuro que nos espera. Ahora se está produciendo un tipo de nueva delincuencia que no se corresponde con la de hace 15 años, y creo que debemos abordar este gran conglomerado mafioso."

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