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"El camino será duro"

La satisfacción en Hungría por los resultados de la visita de Bush es mucho mayor que la que éste causó dos días antes entre los polacos. Estos, muy dados a identificar sus problemas con los del mundo y convencidos en su mayoría de que de América no llegan más que bienes y riqueza, reaccionaron con cierta amargura al no cumplirse sus esperanzas de recibir a un presidente cargado de programas de financiación y créditos.En ambos países, Bush ha dejado el mensaje de que Occidente ayudará a los pueblos del Este que se ayuden a sí mismos, primero, con reformas para crear el marco político y económico, y después, con trabajo constante, iniciativa y sacrificio. "El camino será duro", insistió Bush tanto en Varsovia como en Budapest, "intentando combatir el mito tan arraigado en el Este de que la eliminación del sistema dictatorial es en sí mismo garantía de prosperidad."

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Los húngaros habían puesto el listón más bajo. "No esperábamos a un presidente con un saco de dinero", declaraba ayer Imre Poszgay tras su encuentro con Bush. No ocultaba la satisfacción por el transcurso de la visita, que calificó de "muy importante para Hungría y para todo el movimiento reformista en el Este de Europa".

Hungría ha logrado ser excluida de la enmienda Jackson-Wanik de 1974, por la cual se revisa anualmente la cláusula de máximo favorecimiento en el comercio y se prolonga en función de la conducta interna y externa de los países. Bush puso la condición de una ley de emigración que nadie duda que se aprobará pronto. Esperaba Budapest un mejor acceso al mercado estadounidense y fomento de la actividad privada norteamericana en Hungría. Las reducciones arancelarias y la concesión de garantías oficiales a la inversión en Hungría son pasos en este sentido.

El entusiasmo con que se recibió a Bush en Polonia y Hungría fue, sin embargo, el mismo. Las poblaciones de los dos países ven en Estados Unidos la cuna de unas libertades que les han sido negadas durante largo tiempo.

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