Casta buena Guardiola
La gran reserva de la casta brava está en ganaderías como la de Guardiola. Ahí debe de estar la gran reserva de la casta brava, si son muestra de su clase los toros que lidió ayer esta divisa en Pamplona. Para empezar, por su trapío. El toro de lidia es -debería ser- según los Guardiola de ayer: proporcionados, serios, bien armados y astifínos; ni gordos, ni flacos: en sus carnes. De todos los Guardiola irreprochables que salieron al ruedo pamplonés, era ejemplo de trapío el quinto, que sobrepasaba sólo en 25 kilos el peso reglamentario, y sin embargo poseía el respeto, la hondura y la belleza que son propios del toro bravo. Salió a continuación de este ejemplar un Guardiola con 6 10 kilos de peso -largura, altura, bamboleante papada-, y tenía más volumen, efectivamente, pero no era más toro.Luego, la casta. Hubo toros bravos y otros no tanto, y sin embargo los seis presentaron pelea con la vivaz agresividad que caracteriza a los de su especie. La forma de mirar, embestir, parar, humillar -incluso derrotar, incluso morir- que tuvieron los Guardiola, as¡, tal cual, es la casta. Haría falta un análisis detenido -doctores a consulta, vengan testimonios y juicios contradictorios- del juego de cada toro y de la actuación de cada torero, para saber a ciéncia cierta si, además, los Guardiola ofrecieron nobleza mucha o poca, pues estos matices se deducen de la lidia y la lidia que les dieron fue, en general, infame.
Guardiola / Domínguez, Mendes, Oliva
Toros de Salvador Guardiola, muy bien presentados, armados y astifinos, encastados. RobertoDomínguez: pinchazo y estocada corta (ovación y salida al tercio); estocada desprendida (oreja). Víctor Mendes: estocada caída y descabello (vuelta); pinchazo y estocada trasera (silencio). Emilio Oliva: pinchazo y estocada delantera (silencio); tres pinchazos, rueda de peones, pinchazo perdiendo la muleta, otro bajo, rueda de peones y descabello (algunos pitos). Plaza de Pamplona, 10 de julio. Quinta corrida de feria.
El quinto toro no pudo dar la medída de su bravura inequívoca, ya que el picador salía a los medios a pegarle duro, trincharle las carnes, abrir canales y simas por sus costados, mientras el diestro -Victor Mendes al aparato- permanecía contemplativo y descolocado a la derecha del caballo. Ni se pudo barruntar la capacidad de su nobleza, ya que el mismo diestro al aparato le presento faena porfiona y vulgar pegado a tablas, y allí era normal que el toro se sintiera atosigado y derrotara.
Incluso el cuarto, de clamorosa nobleza, pudo lucír más si no llega a romperse los pitones contra un burladero. Seguramente conmocionado en esos porrazos, hubo que abreviarle el tercio de varas, pero el de muerte se lo dió largo Roberto Domínguez, y a pesar de ello no se cansó de embestir. El matador toreó a gusto, mejor en redondo que al natural; mejor aún en los pases de pecho, ayudados y suertes de remate; y además hizo alarde de seguridad y destreza para mandar y andar. Cuestion distinta es que ese toro ideal merecía la faena del ensueño, y ya son unas cuantas faenas de ensueño las que Roberto Domínguez ha dejado de hacerles a toros ideales esta temporada. Cortó una oreja y la merecía; lo que no impide precisar que con aquel toro la faena debió ser de clamor.
Al noble primer toro le toreo Dominguez con mucho pico. Lo mismo al segundo Mendes, cuya actuacion resultó buena en banderillas. Oliva, en los suyos, medio se tumbaba, estiraba a un lado el brazo cuanto le diera de si, al llegar la embestida daba el paso atras y, pasados los pitones, enderezaba el cuerpo, metiendo la barriguita. Un truco muy visto. Oliva es de los diestros que se realizarían mas utilizando una caña de pescar, la muleta en la punta. Con otro genero, por supuesto. Porque la gran reserva de casta Guardiola sólo es para que la luzcan lidiadores íntegros.
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