El juicio de La Habana, demostración de 'glasnost' del régimen de Castro
El juicio militar sumarísimo contra los 14 militares implicados en un rocambolesco caso de tráfico de drogas ha permitido la primera demostración de glasnost que se da en la Cuba de Fidel Castro. Los aspectos más espinosos de la crisis, incluidas las responsabilidades de las más altas autoridades del país, son tratados abiertamente en el proceso.
Fidel Castro quiere demostrar que el régimen socialista cubano tiene fuerza suficiente para la autodepuración, para la evolución y, eventualmente, para la democratización, sin el riesgo de sentir las amenazas que se ciernen sobre otros países comunistas. La campaña de limpieza es a fondo, sin más limitaciones aparentes que aquellas que no dependen de las mismas autoridades cubanas, y sin más ocultamiento ostensible que el propio del primer proceso en 30 años que se atreve a poner en duda la integridad personal de destacados dirigentes revolucionarios.Las vallas publicitarias en las calles de La Habana ya lo anuncian: "Sabremos lavar este ultraje". Toda la propaganda oficial está dirigida a garantizar a los ciudadanos que los corruptos y ladrones pagarán su culpa. La gente está entusiasmada. Ni las telenovelas brasileñas de más éxito, mucho menos los discursos tradicionales de los dirigentes del país, habían conseguido concentrar de tal manera a la población ante los televisores.
Desde que el viernes pasado se inició el Juicio contra los inculpados es imposible encontrar a alguien en la calle a partir de las ocho y media de la noche, hora en la que se inicia un amplio resumen de lo sucedido ante el tribunal. Imposible comer en un restaurante, porque los cocineros están delante de la televisión, los policías abandonan su guardia para seguir las declaraciones de los acusados, hasta los más jovencitos de la casa se sientan junto a sus padres para conocer las últimas revelaciones de este asunto.
Todos estos espectadores quedaron atónitos el lunes cuando la televisión ofreció el testimonio del capitán Miguel Ruiz, uno de los acusados, quien afirmó durante la segunda sesión del juicio que varios de los integrantes de la red tenían respaldo al "máximo nivel".
El Fiscal del proceso, el ministro de Justicia, general Juan Escalona, trató de tirar de ese hilo y llamó a declarar a otros implicados. Tanto el general Arnaldo Ochoa como el mayor Jorge Martínez negaron que ellos discutieran su negocio de tráfico de drogas con sus superiores, pero otro acusado, el mayor Eduardo Díaz, del ministerio del Interior, dijo ante el tribunal que creía que la operación contaba con apoyo al máximo nivel "debido a los recursos, los medios y las facilidades" con que contaban los que intervenían en el contrabando.
En ese momento el fiscal comentó, visiblemente impactado: "Si usted mismo llegó a pensar eso, qué habrá pensado Pablo Escobar -jefe del cártel de Medellín- cuando vio llegar a su finca a un alto oficial de las fuerzas armadas revolucionarias cubanas".
Fue el capitán Martínez quien se entrevisto con Escobar en su casa de Medellín en 1988.
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