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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

No es ella

No, no es ella. Esta mujer modesta, de trajes descoloridos, de pasitos por la brevedad del estrado elevado dentro del escenario, no coincide con la idea sensual y febril de la madame Bovary eterna, con el remolino frustrado de sus ambiciones. El ensayo escénico se plantea a sí mismo demasiadas pretensiones o un sueño de grandes vuelos -preso él mismo del bovarismo- y produce efectos contradictorios. Enfrentarse con uno de los grandes mitos literarios de nuestro tiempo denota, al mismo tiempo que un gran amor por ese texto, una cierta falta de medida.La novela de Flaubert tiene unas dimensiones, unas medidas, una colección de personajes, una descripción de costumbres y el mejor idioma francés de su tiempo. Es la gran novela de la época de la novela. Convertirla en teatro es una audacia; dejarla en un monólogo de poco más de una hora, una buena intención y un exceso de confianza que no se corresponden con lo posible.

Madame Bovary soy yo

Adaptación por Carlo Frabetti de la novela de Flaubert. Intérpretes: Enriqueta Carballeira y Miguel Zúñiga. Espacio escénico de Carlos Creus. Música de Luis Lozano. Iluminación de Juan G. Cornejo. Dirección de Carlos Creus. Teatro María Guerrero. Madrid, 30 de junio.

Más acá del libro, el mero espectáculo tiene unos problemas muy considerables, que se realizan en la tendencia del sopor. La escena está siempre en penumbra, la actriz no cambia de tono desde el principio al fin, y ese tono consiste en cortar la prosa en medidas casi iguales, separadas por una profunda toma de aire, y sus movimientos están tan limitados como su único traje. La hora es tardía, la salmodia no cesa, y el relato no es comprensible para quien no conozca la novela -por eso su comparación con el original no es gratuita, es el mismo espectáculo el que la propone-; el castellano empleado no tiene la fuerza de la prosa de Flaubert y se va apagando.

Demasiado alto

La culpa no es de nadie, sino del proyecto: demasiado alto para una modesta propina de fin de curso escénico. Enriqueta Carballeira es una excelente actriz, pero no encaja en el tipo ni en cómo tiene que decir un texto que, al mismo tiempo, no tiene la sonoridad del teatro; la selección y adaptación de Frabetti está llena de ese inmenso respeto que causa tantas frustraciones en la traducción de un género a otro; Carlos Creus es un innegable hombre de teatro que no puede desenvolverse en ese proyecto.

La iluminación de Cornejo practica la estética de lo oscuro, rasgado por algunos rayos sabiamente dirigidos. Todos son buenos, como el músico Lozano y su apunte de vais culto, pero la imposibilidad de la idea general les mutila a todos. El público tuvo varios aplausos finales, según iba creyendo que cada escena, a medída que la hora avanzaba y aparecía la punta de un final, significaba el final. Todos los finales, falsos y cierto, fueron premiados igualmente por ovaciones entusiastas y cultas como para que los creadores del espectáculo se pudieran sentir satisfechos.

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