_
_
_
_
Crítica:CINE /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La pericia de un novato

Mañana sucederá se dio a conocer en el Festival de Cannes de 1988, en la sección Una cierta mirada. Se habló de ella entonces con alguna condescendencia paternalista, tal vez por ser la primera película de su director, Daniele Luchetti, entonces con 27 años de edad. Sin embargo, la película no saltó la barrera de la complicidad y quedó poco menos que ignorada.Fue su selección para competir en el primer Premio Europa lo que levantó la expectación ante este curioso y divertido filme, que unos meses después se llevó el Premio Donatello a la mejor película italiana de un año en el que se produjeron en Italia media docena de filmes de altura. A partir de entonces, Mañana sucederá comenzó a recorrer las pantallas de Europa, y ahora llega aquí.

Mañana sucederá

Dirección: Daniele Luchetti. Guión: Carlo Mazzacurati, Franco Bernini, Angelo Pasquini, Sando Petraglia y Daniele Luchetti. Italia, 1988. Intérpretes: Paolo Hendel, Giovanni Guidelli, Ciccio Ingrassia, Angela Finochiaro. Estreno en Madrid: cines Renoir.

Es una película llena de rocambolescas aventuras, algunas de corte casi westerniano, planteada y desarrollada en un guión (que es lo mejor del filme) muy original, que el jovencísimo Daniele Luchetti (que aprendió su oficio a la sombra del popular Nanni Moretti) ha sabido sostener -pese a su endiablado ritmo, a sus rápidas y violentas modificaciones de situación y a sus brillantes tránsitos de anécdota en anécdota y de personaje en personaje- con imágenes convincentes, que si no extraen del guión todas las posibilidades que éste contiene, lo cierto es que se acercan a ellas, lo que no es poco.

Hay instantes en que Damele Luchetti pierde las riendas del trepidante y velocísimo relato: lo frena y su cámara va a la zaga de los acontecimientos. Entonces lo que ocurre en la pantalla está inevitablemente por debajo de lo que se intuye que ocurre en el papel.

Pero hay otros instantes en que no se produce este desajuste, en los que este director primerizo se hace casi veterano y organiza la pantalla con una picardía que sobrepasa la capacidad de adivinación del espectador, que va de sorpresa en sorpresa. Por ejemplo, la secuencia de la huida final de los dos protagonistas hacia Milán, perseguidos por los mercenarios austriacos que les van pisando los talones , y su inesperado encuentro con un grupo de revolucionarios toscanos a los que finalmente se unen en las barcazas del río, es en imágenes superior a su diseño literario, pese a ser éste excelente.

Es éste admirable cierre para una película que se ve en todo momento con alegría, con placer en ocasiones, que divierte con armas legítimas y que continuamente pide del espectador una participación en los sucesos, participación que éste concede sin esfuerzo, con agradecimiento, con sabor a poco, pese a lo mucho que Luchetti le da.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_