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El 'quintacolumnismo' ecológico

Los 'verdes' se infiltran en los consejos de las grandes empresas italianas para combatirlas desde dentro

Juan Arias

Los verdes, el grupo que más ha crecido proporcionalmente en las últimas elecciones europeas, convirtiéndose en el cuarto partido nacional, han puesto en marcha una iniciativa revolucionaria y espectacular comprando acciones en los grandes grupos industriales para poder contestar sus pecados ecológicos desde dentro. El primer objetivo ha sido el grupo con mayor riesgo ecológico: la Montedison, el gran polo químico del país, en manos de Raúl Gardini, dueño también del diario Il Messaggero. Y el bautizo de esta original iniciativa fue en Milán, en la asamblea anual de accionistas.

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Un aldabonazo en todo el país

Los verdes habían comprado antes 2.000 acciones que fueron divididas entre 400 socios. Una operación - que no fue fácil a causa de la oposición que habían hecho los bancos, que querían hacerles pagar a 6.000 pesetas la delegación para poder participar con un solo título.Cuando ya tenían las cartas en regla se presentaron como un batallón, con la cabeza cubierta con un gorro verde. Habían llegado en autobuses. Los más numerosos desde Bormida, en Liguria, donde está situada la tan discutida fábrica Acna, que los ciudadanos de aquel lugar llevan años intentando cerrar por sus riesgos ecológicos.

LLegaron con banderas y pancartas. Familias con niños y todo. Y Gardini, hombre de aguda inteligencia, no sólo no intentó boicotear la presencia pintoresca de los verdes, sino que decidió que la habitual seria asamblea de sus accionistas se celebrara este año en una sala mucho más grande para que todos pudieran entrar.

Para los accionistas doc, es decir, los de peso, aquello fue, sin embargo, como una invasión de bárbaros. Se les notaba en la expresión de la cara, contó uno de los presentes. Pero en este país las reglas de la democracia son sagradas y todos, tragando saliva, se mantuvieron compuestos.

La consigna de los verdes -capitaneados por personajes como Adelaide Aglietta, una de las columnas del Partido Radical; Ermete Realacci, presidente de la Liga para el Ambiente; diputados italianos y europeos, como Enrico Testa" y hasta Renata Ingrao, hija del mítico líder comunista Pietro Ingrao, hoy con los movimientos a favor de la defensa de la naturaleza- había sido también de "compostura".

Asamblea divertida

Nunca una asamblea de accionistas de Montedison había sido tan viva y poco aburrida. Los verdes intervinieron en 50 ocasiones. Su consigna era hablar claro pero con "respeto", y si fuera preciso con "ironía", pero sin irritar a los "grandes" accionistas.La asamblea duró 12 horas. Los verdes pidieron fundamentalmente tres cosas: primero, destinar los dividendos de 1988 a obras de saneamiento ambiental de las fábricas. Y un testigo presente asegura que ante esta petición los accionistas "poco ecológicos" dieron un salto en la silla. Segundo, el cierre de la fábrica Acne. Los verdes dijeron a Gardini: "Se la compramos a precio de oro: 1.000 liras". No era sólo ironía. Querían demostrarle que es una fábrica en pérdidas, contestada por la población y cargada de problemas, a la que sería mejor dar el cerrojazo.

Y por último pidieron que uno de los verdes pueda ahora entrar en el consejo de administración. Y esta vez fue Gardini quien encendió nervioso el enésimo cigarrillo de la sesión. "Y para demostrarle, señor Gardini, que somos tolerantes y comprensivos", le dijo Ermete Realacci, presidente de la Liga del Ambiente, 11 no le vamos a pedir que deje de fumar, cosa que está prohibida en esta sala". Esta vez Gardini esbozó una sonrisa.

Los verdes en realidad hicieron un auténtico proceso a la gran concentración química de Montedison, haciendo alarde de conocer el terreno, exhibiendo cifras, informes, leyes no cumplidas de la Comunidad Europea, etcétera. Nunca hubo tantos aplausos en una asamblea accionaria italiana. Un joven verde preguntó con cierta timidez al que tenía a su lado: "¿Está permitido también silbar?".

Gardini respondió a todo que no. En realidad, a la petición que había hecho chirriar las sillas de los accionistas de dedicar los dividendos de 1988 a sanear el ambiente ni respondió. En cuanto al cierre del Acne se limitó a decir que ya no es competencia de Montedison porque ha pasado bajo el control de Enimont. Y añadió que eso no quería decir que "somos insensibles" a los problemas de dicha fábrica, ya que han sido invertidos ya 5.000 millones de pesetas para sanear dicha empresa y que han sido calculados otros 11.000 millones para 1991. La única puerta que Gardini dejó abierta fue la posibilidad de que un verde entre en el Consejo de Administración de Montedison, aunque añadió que hay que estudiar bien la cosa, ya que, subrayó, "existen problemas técnicos y jurídicos".

Nervios y flechazos

La asamblea, tras tantas horas de nervios, discusiones y flechazos mutuos, acabó, sin embargo, con un enfrentamiento de fondo sustancial entre el presidente de Montedison, Raúl Gardini, y Ermete Realacci, quien invitó a todo su batallón verde a desertar de la asamblea a la hora de votar, conocedor de que en las asambleas de accionistas a la hora de decidir las acciones se cuentan y no se pesan. Y las de ellos eran más bien acciones simbólicas, de eficaz peso de imagen ante la opinión pública, pero insignificantes matemáticamente.

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