La contaminación en Santiago de chile ha alcanzado niveles críticos para la salud
La contaminación atmosférica en Santiago de Chile ha alcanzado niveles críticos para la salud. El Gobierno chileno ha ordenado el cierre temporal de las 50 industrias más polucionantes y restricciones en el transporte público. La resistencia de los sindicatos contra esta última medida, que ha afectado al 50% de los autobuses y que el jueves provocó una huelga del transporte, ha desatado la llamada guerra del smog.
La capital chilena, de cuatro millones de habitantes, está cubierta desde hace tres meses por un espeso manto gris que los ecólogos atribuyen al polvo generado por las calles sin pavimentar en barrios periféricos y a las emisiones de vehículos e industrias. Como Santiago está en un valle rodeado por los Andes y cadenas de cerros, carece de vientos que despejen su atmósfera. El déficit de lluvias, que de persistir provocará racionamientos de electricidad, ha agravado el problema.Los hospitales de Santiago se han visto desbordados por la afluencia de niños con enfermedades respiratorias, especiamente laringitis. La Intendencia (departamento de Sanidad) ha informado de un aumento de 53.000 casos de neumonía, que atribuyó al smog.
En el centro, el lugar con mayor índice de contaminación atmosférica, es frecuente ver a peatones usando mascarillas. La televisión emite partes diarios de la contaminación por barrios, como si fuera información bursátil. Hervi, dibujante del opositor diario La Época, ha ilustrado la preocupación con una persona condenada por un fiscal militar a "respiración diurna durante dos años" en la esquina más contaminada de Santiago.
El lunes, después que el índice de contaminación llegó a 578 partículas por millón, el Gobierno adoptó severas medidas. Ha ordenado el cierre temporal de las 50 industrias más contaminantes, ha prohibido al transporte que emplee motores Diesel y la circulación a un 20% de los 200.000 coches de la capital. También ha prohibido el uso de chimeneas y ha pedido que se reduzca a la mitad el tránsito de los 9.000 autobuses. Si la contaminación persiste, se suspenderán las clases de los escolares.
Como los gremios de propietarios de autobuses y los sindicatos de conductores rechazaron la restricción, el Gobierno la hizo obligatoria el miércoles. Los sindicatos replicaron con una huelga que el jueves dejó Santiago sin autobuses.
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