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Marx y su venganza de ultratumba

¿Qué es lo que sucede en los países socialistas? ¿Cuáles son las causas de las convulsiones y crisis que viven, y que se están convirtiendo incluso en una amenaza para la estabilidad de la situación global internacional?Por no crear una situación de suspense, como en las películas policíacas, responderé inmediatamente a estas preguntas: los países del socialismo real están pagando en estos momentos la deuda que contrajeron hace 70 años, cuando se llevó a cabo la primera revolución socialista sobra la base del wishful thinking, siendo violadas las leyes, de la historia y la propia doctrina del marxismo que se proclamaba. Esa doctrina prohibía explícitamente hacer lo que se hizo. Ese fue el pecado original del socialismo real, y, como indico en el título de este artículo, Marx se está vengando desde la tumba.

No es necesario ser marxista para aceptar la tesis que expuso Marx en 1847 en La ideología alemana: para llevar a cabo con éxito una revolución socialista deben darse las correspondientes condiciones objetivas (en primer lugar, el país en que se dé el proceso debe tener un alto nivel de desarrollo económico) y subjetivas (un alto nivel de desarrollo de los hombres que hagan la revolución). En caso contrario, como bien dijo el propio Marx utilizando un lenguaje muy jugoso, "la m... de antes" volverá. Efectivamente, volvió, y nosotros estamos sufriendo sus consecuencias.

Este razonamiento, apoyado en Marx, es en realidad innecesario, ya que nos encontramos ante cuestiones propias del sentido común. No obstante, como la Revolución de Octubre y, posteriormente, la exportación del modelo del régimen soviético estuvieron muy vinculadas al marxismo, esta referencia era necesaria.

Un destacado marxista de aquellos tiempos, Kautsky (en Rusia, Plejanov), se oponía a la revolución, pero Lenin impuso sus puntos de vista, y más tarde, cuando falleció, Stalin codificó las experiencias soviéticas y las transformó en canon del marxismo-leninismo obligatorio para todos los comunistas.

¿Era consciente Lenin, al

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borde de la muerte, del error que cometió? Lo era. Precisamente todo el razonamiento teórico expuesto nos hacía falta como introducción a unas palabras de Lenin que acaban de ser citadas por primera vez por la Prensa soviética. Esas palabras se encuentran recogidas en el libro de Boris Bazhanov Recuerdos del ex secretario de Stalin, que efectivamente ocupó ese cargo hasta que huyó de la URSS en 1928. El libro, escrito hace tiempo, fue publicado por primera vez en 1980, por razones de seguridad de muchas personas aún vivas. Se trata de un libro en cierto sentido más importante todavía que Archipiélago Gulag, de Solyenitsin. Debería ser publicado también en España.

Pocos días antes de fallecer, Lenin recuperó el habla. Sus secretarias (eran tiempos del NEP) le preguntaron qué suerte iba a correr la revolución. He aquí lo que respondió Lenin (en el original ruso está en las páginas 116-117): "Evidentemente, hemos fracasado. Quisimos construir la nueva sociedad socialista con una fórmula mágica. Sin embargo, el proceso requiere decenas de años y muchas generaciones. Para que el partido no pierda su espíritu, fe y voluntad de lucha deberíamos retornar a la economía de mercado, al capitalismo, aunque tuviésemos que retroceder parcialmente. Debemos ser conscientes de que nuestro experimento ha fracasado, de que la psicología de la gente no puede cambiarse de golpe, como tampoco pueden ser cambiados así los hábitos formados durante siglos. Podríamos aún tratar de meter por la fuerza a la gente en el nuevo régimen, pero estaría por ver si después de masacrar Rusia podríamos conservar el poder".

Stalin nos demostró que en determinadas circunstancias, cuando no importan los costes de semejante aventura, el poder puede conservarse. Otros muchos siguieron su ejemplo. Sin embargo, la historia ha dejado bien claro que incluso una dictadura tan cruel como la de Stalin fue solamente un fenómeno transitorio. La historia probó que tenía razón el comunista Gramsci, que en 1918, cuando todos estaban fascinados por la Revolución de Octubre, la calificó de "revolución contra El capital", de Marx. Ese mismo Gramsci, algunos años más tarde, estando en una cárcel fascista, formuló su teoría sobre el consenso social en tanto que condición indispensable para el éxito de la revolución socialista.

Y así llegamos al quid de la cuestión: cuando ese consenso basado en la conciencia de las masas no existe, el régimen social tiene que ser mantenido por la fuerza, y tarde o temprano tiene que derrumbarse. Las masas pueden hacerlo caer con su resistencia pasiva, pero también con una abierta rebelión.

Alguien podría decir que estoy repitiendo verdades triviales, pero no son tales mientras la praxis no lo confirme. Y precisamente es lo que estamos viendo en los países del socialismo real: esa confirmación práctica de nuestras conclusiones. únicamente si se asimila bien esa verdad fundamental se puede entender el porqué de la diferenciación del proceso en los diversos países del socialismo real, aspecto que interesa vivamente a los analistas que se ocupan del tema.

Volvamos, para terminar, al problema del desmontaje del socialismo real emprendido por la mesa redonda de Varsovia.

Es evidente que no es Varsovia la culpable del desmontaje del socialismo real que se está produciendo en estos momentos en la URSS, China, Hungría y Yugoslavia. El fenómeno pendía desde hace mucho tiempo sobre los regímenes de esos países, estaba inscrito en sus sociedades y tenía sus raíces en la génesis de la historia de los mismos. No obstante, a Varsovia le corresponde un papel pionero. Sería un exceso de orgullo nacional afirmar que los ejemplos de Varsovia sirvieron de inspiración a los estudiantes de Pekín o a las fuerzas contestatarias de las repúblicas bálticas, de Georgia y de Armenia, y no es eso lo que me anima cuando hablo del mérito histórico de Varsovia al lanzar la consigna del desmontaje.

El desmontaje es en sí justo y necesario, porque la realidad que se desmonta es nociva. Por esa razón, la única cuestión que debe interesar es la eficacia del desmontaje y el método a emplear, que, por otro lado, depende concretamente de las condiciones internas de cada país. En el caso de Polonia hay que añadir condiciones externas fundamentales.

Al analizar los sucesos y fenómenos que se producen en los países del socialismo real hay que entender que sus crisis no significan un fracaso del socialismo como tal, sino de una de sus formas. En este contexto resulta más importante y actual aún la iniciativa de un grupo internacional de personalidades de la izquierda -de distintas nacionalidades y matices de opinión- que puso oficialmente en marcha en Madrid en mayo, con la sustancial ayuda del PSOE, un movimiento internacional político denominado El socialismo del futuro. Ha surgido, pues, una nueva internacional ideológica dotada de un arsenal mucho más rico gracias a las experiencias negativas que hemos conocido. De todo corazón le deseo mucho éxito al nuevo movimiento.

A los marxistas les queda un consuelo: saber que Marx tenía razón, y que violando sus advertencias el socialismo no puede edificarse. Las advertencias de Marx siguen en pie, aunque muchas de sus tesis, como suele ocurrir con las teorías que envejecen dignamente, han perdido su validez, al ir cambiando las condiciones del desarrollo social, y van pasando a los archivos de la historia de la ciencia. El desmontaje del socialismo real y del marxismo-leninismo es una venganza de ultratumba de Marx que se entiende a la perfección precisamente a la luz de sus teorías.

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