_
_
_
_
LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA, DE LUTO

Higos y estrellas

, Jomeini ha muerto en su residencia mezquita de Yamarán Hosseiniyeh, al Norte de Teherán, en donde vivía desde 1980. Pasaba la mayor parte del día sentado en un cojín sobre el suelo, leyendo resúmenes de prensa, textos religiosos y de astronomía. Acostumbraba escuchar la radio. Le gustaba alimentarse a base de frutos secos e higos.

Su muerte se debió, según se cree, a un cáncer de próstata con metástasis hacia el hígado, seguido de trastornos digestivos y cardiacos.

Muchos de los trescientos jaddam, los servidores de la mezquita de Najaf pertenecientes a seis familias nobles de la ciudad santa iraquí donde estuvo exiliado, recuerdan a Ruhollah, el espíritu de Dios, con un respeto no desprovisto de temor.

Más información
Jamenei, nombrado sucesor de Jomeini
La discreción rentable de un hombre de Estado
Bani Sadr compara la muerte de Jomeini con la de Franco

Su entrecejo, que concentraba la fuerza de su rostro, se hallaba labrado con un profundo surco por miles de horas de rezos con la cabeza sobre la turba, una piedrecita de barro sagrado que los musulmanes colocan sobre el suelo para prosternarse sin contaminarse con la tierra.

Jomeini estuvo casado con Batol, una mujer oriunda de la ciudad santa de Qom veinte años menor que él. Tuvieron tres hijos y dos hijas. Uno de los varones, Mostafá, murió presumiblemente envenenado por la policía política del sha Reza Palilevi y otro, resultó ahogado accidentalmente de niño en el río Kufa, cerca de Nayef, donde pasó con su familia 14 años de exilio.

Ahmed, hoyatoleslam shií, era el más próximo de sus hijos, quien controlaba su oficina y en quien depositaba la intendencia de sus principales asuntos. Su hija Zahra definió recientemente a su padre como un hombre muy afable en casa, interesado por la vida cotidina de sus hijos y de sus ocho nietos.

En 1981, Jomeini, con 81 años, quiso desposarse con una joven adolescente que cuidaba sus aposentos. Su intención era casarse con ella para evitar el escándalo que creía dar con presencia de la jovencita consigo, según dijo. Pidió consulta a los ulemas y éstos le aseguraron que el verdadero escándalo vendría si la desposaba.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_