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'CUMBRE' ATLÁNTICA

Optimismo entre los aliados sobre un acuerdo para salvar la 'crisis de los misiles'

I. C. / F. M., La oferta de desarme convencional hecha ayer en la cumbre atlántica por el presidente norteamericano, George Bush, facilita la consecución de un acuerdo entre aliados sobre la oportunidad de modernizar y negociar con la URSS la reducción de los misiles de corto alcance y evita así que la OTAN quede sumida en una crisis.

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La propuesta de Bush, afirmó el embajador de España ante la Alianza Atlántica, Jaime de Ojeda, "es un elemento importante que influye positivamente en la solución" del enfrentamiento entre Alemania Occidental, que insiste en iniciar rápidamente conversaciones con Moscú sobre los famosos misiles, y EE UU, que acepta ahora el principio de entablar negociaciones, pero sólo cuando haya sido concluido y puesto en práctica un acuerdo de desarme convencional negociado en Viena. Mijail Gorbachov ha pedido también iniciar con celeridad la negociación nuclear.Nada más empezar la cumbre de los 16 líderes de la Alianza, el secretario general, Manfred Wóerner, recalcó que sólo el futuro de los misiles nucleares basados en tierra que aún posee la OTAN suscitaba divergencias entre los aliados, y, en consecuencia, se creó un grupo de trabajo, en el que De Ojeda formaba parte de la delegación española, para intentar alcanzar un compromiso.

El grupo trasladó a última hora de la tarde las soluciones que barajaba a los ministros de Asuntos Exteriores y es posible que más tarde éstos pidan, a su vez, su beneplácito a los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN. Por eso De Ojeda vaticinó: "A lo largo de la noche podremos llegar a un acuerdo" sobre la suerte de estos misiles con un alcance inferior a 500 kilómetros.

"El cómo y el cuándo"

El principal escollo de la discusión que tuvo lugar en el seno del grupo de trabajo fue, según el embajador de España, "el cómo y el cuándo" de la apertura de conversaciones con el Este sobre los misiles y el grado de vinculación de esta negociación con la que actualmente se desarrolla en la capital austriaca sobre reducción de armas convencionales en el viejo Continente.

La propuesta del número uno estadounidense prevé apresurar el ritmo de las conversaciones vienesas con el propósito de llegar a un acuerdo en la conferencia de Viena en un plazo tan corto como seis meses o un año, y la aplicación del desarme convencional pactado estaría ya terminada en 1992 o 1993.

En esa fecha, Washington, e incluso Londres, estarían dispuestas a sentarse en una mesa de negociación con la URSS, pero Bonn la considera excesivamente tardía y se ha pronunciado por empezar "pronto" para que las conversaciones sobre reducción convencional y nuclear tengan lugar en paralelo.

La fórmula de compromiso que tiene más posibilidades de prosperar después de que Bush pronunciase su discurso, consiste, según fuentes diplomáticas, en que la negociación sobre la disminución del número de cohetes de corto alcance se abriría al terminar la convencional de Viena, es decir, dentro de seis meses o un año, según el pronóstico del presidente de EE UU. "Ese plazo puede ser considerado como rápido y satisfacer las exigencias del canciller Helmut Kohl", comentó un diplomático.

No está claro si el compromiso entre aliados descartaría explícitamente que la futura negociación sobre misiles pueda generar una tercera opción cero, lo que equivaldría a eliminar los últimos cohetes nucleares de los que dispone la OTAN. Washington y Londres la rechazan tajantemente y ayer Kohl también la excluyó al afirmar en su discurso: "Necesitamos (...) una combinación apropiada de fuerzas convencionales y nucleares que sean eficaces y mantenidas a un nivel requerido". El partido liberal alemán, al que pertenece el ministro Genscher, la ve, en cambio, con buenos ojos.

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