Tàpies expondrá en el Museo de Düsseldorf pinturas, esculturas y dibujos de los años ochenta
Werner Schmalenbach, director del centro, visitó al artista en Barcelona para preparar la selección de obras
Algo más de 50 piezas, entre pinturas, esculturas y dibujos, de Antoni Tàpies integrarán la exposición monográfica dedicada al artista catalán que el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf inaugurará el próximo 15 de septiembre. Todas las obras pertenecen a la década de los ochenta. Werner Schmalenbach, director del centro alemán que posee una de las colecciones de pintura del siglo XX más importantes de Europa, ha estado en Barcelona para preparar la selección con Tàpies.
Schmalenbach es director del Museo de Arte Contemporáneo de Düsseldorf` desde 1962, año en que compró el primer cuadro de la colección: un Braque cubista de 1912. En ese momento el centro que gestiona se ubicaba en un palacio del siglo XVIII, no apto para exposiciones temporales. Pero desde hace tres años el Kuristsammlung Nordrhein-Westfalen ha cambiado de residencia, y ocupa ahora un moderno edificio del arquitecto danés Otto Weitling discípulo y colaborador de Arne Jacobsen.La relación de Schmalenbach con Antoni Tápies viene de lejos. Le conoció en la bienal de Venecia de 1958 y desde entonces ha quedado unido a él no sólo por una gran amistad, sino por numerosas colaboraciones posteriores. A principios de la década de los sesenta, montó una exposición monográfica del artista. Ha escrito también un libro y pronunciado numerosas conferencias.
"Es bonito volver a organizar una gran exposición de Tápies después ' de 30 años de amistad. En la primera exhibición que monté, casi en los inicios de su trayectoria, Tápies era más hermético Hoy me parece más libre, más espontáneo y, por ello, más arriesgado", comenta. "Observo que con los años ha acentuado el carácter figurativo de su trabajo, aunque esto no pueda decirse en todos los casos". "He escogido obras suyas que irritan el gusto convencional", prosigue Schinalenbach. "A primera vista, las piezas pueden parecer incluso desagradables o menos agradables de lo que el gusto establecido considera como están dar. Me interesa este carácter fuerte, que nunca pacta con el decorativismo".
El director no dispone en su museo de una gran superficie: una sala de 600 metros cuadrados y otra, menor, que albergará los cerca de 30 dibujos. "Las esculturas, en cerámica chamottée [técnica especial de tratamiento del material], serán como la música que acompaña a la pintura. Hay varias que reproducen objetos de la vida cotidiana".
La colección del Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf` seleccionada por Schmalenbach incluye, entre otras, obras de Picasso ("11 en total, que van desde 1909 hasta 1963"), Chagall ("de la época entre 1909 y 1914"), Kandinski; Rauschemberg, Pollock ("el famoso Black and white, de 195V), Miró ("cuatro en total, entre ellos Mujer desnuda, de 1919, que personalmente considero una de sus mejores obras y que él siempre me pedía que le prestara para sus exposiciones... también con Miró tuve una gran ainistad") y Dalí ("tengo un cuadro de 1936, cuando aún era un gran pintor. Luego sólo se dedicó a divertir a la gente"). Y, naturalmente, también dos Tápies, de los años cincuenta y sesenta.
"Me limito únicamente a pintura de este siglo. Mi único criterio es la calidad. No me interesa un museo de estilos o tendencias", puntualiza Schinalenbach. "Durante 17 años fue quizá el museo de Europa que dispuso de mayores recursos para sus compras. No he tenido nunca ninguna limitación". En los primeros años, Schmalenbach contaba para sus compras con dos millones de marcos (unos 127 millones de pesetas), y en 1964 y 1965 aún recibió una aportación extraordinaria de 5 y 10 millones, respectivamente por parte de la televisión alemana. Hoy el presupuesto de que dispone es el mismo: "Con la diferencia de que en la actualidad el mercado se ha vuelto catastrófico para los museos. No estoy contra el comercio artístico, pero la situación que vivimos es insostenible".
Su opinión con respecto a la última producción no es precisamente optimista: "El llamado posmodernismo se ha vuelto pluralismo gratuito. Nuestra sociedad lo acepta todo, sin ninguna resistencia. Quizá sea el precio de la libertad: la deseábamos intensamente y ahora que la tenemos pagamos caro su precio. Hoy. no observo la fuerza de los movimientos artísticos de antes: el último, desde mi punto de vista, fue el pop-art en los años cincuenta y sesenta". Concluye su explicación sobre la actual situación con una comparación trágica: "Es como un domíngo en el que no se sabe qué hacer. El arte de hoy me parece un domingo eterno, y lo malo es que no descubro alternativas".
Babelia
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