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El proyecto para rehacer Nápoles crea polémica

Instituciones y personalidades se oponen a la desaparición del centro histórico

Juan Arias

El proyecto faraónico encaminado a rehacer todo el centro histórico de la ciudad de Nápoles -el más grande de Europa y, según algunos, incluso del mundo-, con una superficie de 720 hectáreas donde viven 236.000 habitantes apiñados como las hormigas en calles y callejuelas donde no llega el sol y donde la Camorra ha colocado su reino de droga y de terror, ha empezado a ser vivamente contestado por diversos frentes.

El proyecto, al que prácticamente habían dado ya el visto bueno todas las fuerzas políticas del Gobierno y de la oposición, supone una inversión de un billón de pesetas. La gestión del maxiproyecto, que cambiaría radicalmente la fisonomía y la vida de la ciudad, estaría en manos de un consorcio de empresas privadas y de bancos que se comprometen a llevar a cabo una operación sin sacrificar a los habitantes del centro. La única condición que ponen es que la Administración y las fuerzas políticas les aligeren de todo el lastre burocrático que ha impedido hasta ahora hacer nada para salvar Nápoles.La operación representa que 103 hectáreas del gran centro histórico serán barridas del mapa de la ciudad. Desaparecerán 22.300 pisos; 24.000 serán mejorados, 14.000 rehabilitados y 10.000 casi rehechos por completo.

Serán trazadas, en cambio, tres grandes avenidas, levantadas construcciones modernas, centros comerciales y culturales, etcétera. En suma, una ciudad nueva y moderna, probablemente menos conflictiva y peligrosa.

Y sin embargo dicho proyecto, que estaba ya casi para empezar y sobre el cual el diario económico II Sole 24 Ore, de la Confindustria, había publicado un volumen de 700 páginas preparado por los 100 especialistas que habían contribuido a su creación, ha sido atacado durísimamente por varios sectores.

En el bombardeo contra el proyecto, considerado como la operación más importante de la posguerra en este país, han tomado parte desde instituciones culturales como Italia Nostra, cuyo secretario general, Antonio Jannello, ha lanzado un SOS al mismo Parlamento, hasta grupos de intelectuales y escritores, y hasta el mismo Mijail Gorbachov, quien, durante la visita de Ciriaco De Mita -presidente del Gobierno italiano- a Moscú, le pidió explícitamente que no permitiera que fuese destruido el centro histórico de Nápoles.

Patrimonio de la humanidad

Incluso hay quien ha recurrido a la Unesco, considerando que el patrimonio artístico-cultural del centro histórico de Nápoles no pertenece sólo a Italia sino al mundo entero.Al proyecto, que lleva el nombre de Reino de lo Posible, y a sus organizadores, la Sociedad del Centro Histórico de Nápoles, en la que participarían unas 200 sociedades privadas de construcción y que cuenta con la ayuda científica del presidente de la facultad de Arquitectura de Nápoles, Uberto Siola, y de Roberto Di Stefano, catedrático de restauración de la universidad napolitana, acaba de oponerse con fuerza la institución cultural de mayor prestigio de la ciudad, la Fundación Nápoles 90, presidida por Mirella y Maurizio Marracco, sus fundadores y atentos vigilantes del patrimonio artístico-cultural de Nápoles.

La Fundación Nápoles 90 no se opone frontalmente al proyecto sino que lo ha sometido al juicio de una serie de expertos en la materia, los cuales han sacado la conclusión de que dicho proyecto "carece de rigor científico" y sobre todo no tiene en cuenta que una opera ción de tal calibre no puede no tener en cuenta al mismo tiempo todos los aspectos globales de la ciudad en el campo socio lógico, económico, jurídico, artístico e histórico. Según dichos expertos el proyecto debe ser revisado a fondo y podría hacer falta uno nuevo.

Entre otras razones se aduce que dicha reconstrucción o desaparición de un centro histórico como el de Nápoles se mueve en la dirección opuesta de la política habitualde conservar al máximo el patrimonio cultural e histórico.

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