En plan charlotada
JOAQUÍN VIDAL, Por el ganaducho que salió, parecía la parte seria -no demasiado seria- de un espectáculo cóm¡co-taurino-musical. Cierto es que el ganaducho sale mucho más chico en los espectáculos cómico-taurino-musicales, pero también más móvil y picantón, por lo que su parte seria tiene mayor seriedad que pretenciosas novilladas como la de Las Ventas ayer.
Los taurinos pretenden manejar el cotarro como los chavalines cuando juegan con los soldaditos en la alfombra -este pongo, este quito, aquel lo tumbo- y para eso necesitan el toro acharlotado, que no les desbarate el plan. Parten del supuesto, naturalmente, de que el público es indocto o está tonto, y no se sabría decir si son más audaces que torpes, o al revés, porque su audacia y su torpeza les lleva a meter de matute el toro acharlotado incluso en Madrid, donde el público, de indocto o de tonto, no tiene nada. Y ocurre lo que tiene que ocurrir: la operación fracasa, los toreros con ella, matan la afición, se arma el escándalo, provocan que al presidente le llaman burro, y al empresario, chorizo.
González / Lore, Ponce, Girón
Dos novillos (1º y 3º) de Manolo González y cuatro de González Sánchez-Dalp, discretamente presentados, flojos, mansos, manejables Denis Lore: pinchazo, otro hondo trasero, rueda de peones y media tendid atravesada trasera contraria (silencio); pinchazo y estocada (silencio). Enrique Ponce: estocada trasera baja (petición minoritaria y vuelta); estocada corta ladeada (aplausos y también algunos pitos cuando saluda). Maco Girón: pinchazo, otro bajo y bajonazo descarado (silencio); estocada corta trasera caída, rueda de peones y tres descabellos (aplausos y salida al tercio). Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. 14ª corrida de la Feria de San Isidro.
La novillada de ayer en Las Ventas poseyó todas estas características más las que te diré. La novillada de ayer en Las Ventas fue de un aburrimiento supino. Los novilleros seguramente no tenían la culpa, estuvo claro su deseo de triunfar, contribuyeron con lo mejor de sí mismos, pero igual les habría dado irse a la discoteca, porque el público apenas les hacía caso. Los novíllos acharlotados no generaban emoción, y cuando una novillada carece de emoción, al público le entra la sospecha de que alguien le está tomando el pelo.
Las reacciones, entonces, son variopintas, aunque podrían agruparse en tres modalidades distintas: a) Los que sacan jugo al dinero invertido en la entrada y deciden divertirse, aplaudiéndolo todo; b) Los que no sacan jugo al dinero invertido en la entrada y protestan por la estafa; c) Los que esperan pacientemente a que termine aquello y se van para no volver nunca jamás. El taurinismo tiene su opinión formada sobre estos grupos y opina que el bueno es el a), sana afición, gente de bien; el malo el b), canalla resentida y reventadora, enemiga de la fiesta; y al c) que le vayan dando, pues ese continuamente se renueva con los incautos que se acercan curiosos al pintoresco mundo de la tauromaquia y olé. Los a) pidieron ayer una oreja para Enrique Ponce con verdadero fervor y los b) se pasaron la tarde pegando voces, dando palmas de tango, aireando pañuelos verdes, poniendo al presidente de vuelta y media. Bien es verdad que Enrique Ponce toreó con gusto, tanto como que no había qué torear; de donde se deduce que a) y b) tenían razón.
Enrique Ponce posee una precoz sabiduría torera y este es raro don merecedor de mejor trato, no exactamente por parte de los grupos a) y b), sino del taurinismo cerril. Denis Lore y Marco Girón tampoco son mancos (aunque, en banderillas, casi), y uno con buena técnica y nulo arte, otro con técnica escasa y garra mucha, el grupo b) habría disfrutado igual que el a) -o más- si aquello llega a ser la novillada que pomposamente anunciaban los carteles y no caricatura de la parte sería -poco sería- de un espectáculo cómico-taurino-musical-y-de-los-grandes-expresos-europeos.
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