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Reportaje:

La mosca de la arena

El Sudán meridional, tras seis años de guerra civil, sufre la epidemia de kala-azar

Tendo Lero, una mujer menuda y marchita, espanta las moscas de dos fardos de harapos que hay en el suelo de la choza: son su hijo y su hija, atacados por la misma enfermedad que ha matado a sus otros cinco hijos. Esos niños son sólo dos de las decenas de miles de víctimas de una epidemia oculta que ha estallado en las regiones remotas del Sudán meridional, donde una guerra civil de seis años de duración ha destruido totalmente todas las instalaciones médicas y programas sanitarios.

No se había informado de la epidemia hasta ahora debido al caos de la guerra y a las tremendas distancias a cubrir en el país más grande de África. El incesante número de muertes se debe a la enfermedad denominada kala-azar, un tipo especialmente virulento de leishmaniasis visceral causado por un parásito de la sangre que se transmite por la mordedura de un insecto conocido como la mosca de la arena.Mediante un intérprete del hospital, Tendo Lero explicó lo que le había ocurrido a su familia. Dijo: "Mi marido todavía vive, pero el resto de mis hijos han muerto de este kala-azar. Todos ellos han muerto, es terrible, y no sé qué hacer". Mirando a sus dos hijos enfermos -Tendu, de 12 años, y Nawood, de dos- añadió: "Estos dos tienen fiebre alta, tos, diarrea y cansancio desde hace cuatro meses".

"No tenemos medicinas tradicionales para esto, así que desde que mis hijos cayeron enfermos he estado intentando conseguir medicinas para la malaria y la diarrea. Me enteré de que había personal sanitario aquí, así que vine a buscar ayuda".

Los efectos del kala-azar son dramáticos y siempre mortales: fiebre alta y prolongada, anemia, diarrea y dilatación del bazo. Las víctimas del kala-azar sobreviven a menudo durante meses, convirtiéndose en esqueletos andantes, ya que la enfermedad ocasiona una tremenda pérdida de peso. Pero si no se trata la enfermedad, normalmente fallecen por complicaciones o por una combinación de kala-azar y otra infección, como neumonía bronquial.

La epidemia está extendiéndose desde la zona donde brotó, que está cerca de la ciudad de Benitu, en la región denominada Alto Nilo. Como la mayor parte del sur, esta zona está ahora bajo el conterol de los guerilleros del Ejército de Liberación Popular de Sudán (ELPS). Ya se han descubierto casos en muchas partes del sur de Sudán, incluso tan alejadas como la capital, Jartum, que está 800 kilómetros al Norte.

En el hospital del Alto Nilo donde se están muriendo los hijos de Tendo Lero vi casi 50 pacientes tendidos en el suelo, exhaustos, demacrados, con miembros como palillos y costillas sobresalientes. Se esperaba que todo hombre, mujer, y niño que estaba en el hospital muriera de kala-azar, y la única razón por la que el hospital no estaba saturado de pacientes era debida a una orden del comandante militar rebeelde de la zona que exigía que las víctimas permanecieran en sus casas y murieran allí, porque aún no existe tratamiento.

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Zona desconectada

El jefe local del ala de socorro del ELPS, la Asociación para la Rehabilitación y Socorro sudanés, es Kizito Omiluk Oduhu, cuya educación y experiencia en el extranjero -es licenciado en Económicas y Administración por una universidad europeas poco común en esta parte del mundo. Declaró: "En muchos países, el kala-azar se controla desde su primera etapa. Pero debido a la guerra y al hecho de que esta zona se ha visto desconectada del resto del mundo, el kala-azar se ha extendido por toda la comunidad, y se cree que miles y miles de personas han muerto. Es el principal problema sanitario de la región". El ejército rebelde también se está metiendo en el tema. El comandante en jefe del ELPS de la zona, Reak Machar Teny, está apoyando los esfuerzos para luchar contra la epidemia mediante grupos de trabajo organizados compuestos por tropas y civiles locales: "Estamos ayudando construyendo nuevos cuarteles para la campaña del kala-azar y cualquier instalación extra que podamos suministrar".La prevención del kala-azar, mediante mosquiteros y una buena higiene, es muy dificil en medio de una guerra, y no existe una vacuna contra la enfermedad. La mejor medicina para curar el kala-azar se llama Pentostam, pero el tratamiento es tan costoso como complejo. Una ventaja que tiene es que, a diferencia de algunas vacunas y otros medicamentos, no precisa una cadena fría de refrigeradores para mantenerla en buenas condiciones.

Pero el tratamiento con Pentostam, una inyección intramuscular diaria durante 30 días, cuesta unos 150 dólares, muy lejos del alcance de cualquier pastor o campesino sudanés.

Una de las pocas organizaciones internacionales de ayuda que trabajan ilegalmente en las zonas rebeldes ha aceptado lanzar un programa de tratamiento, comprando la droga en el extranjero e introduciéndola desde un país vecino. Habrá que adiestrar a los trabajadores sanitarios locales y a otros para que puedan llevar a cabo el tratamiento y asegurarse de que se ponen todas las inyecciones. Los pacientes más debilitados necesitarán también alimentación extra para recuperarse. Para sólo 2.000 víctimas del kala-azar, el programa de tratamiento supone unos asombrosos 500.000 dólares. La verdadera extensión de la crisis en Sudán meridional es dificil de estimar, pero en este enorme país los problemas rara vez son pequeños. En las sabanas y tierras pantanosas del sur la vida de la gente común se ha visto trastornada por completo con la guerra civil, que empezó en- 1983 con un pequeño motín del Ejército y que apenas el pasado lunes se ha visto interrumpida por un alto el fuego de un mes decretado por la guerrilla. El ELPS está liderado por el coronel John Garang, miembro de la tribu diaka, la más importante del sur, y controla el 90% del terreno en el sur, mientras que el Ejército gubernamental retiene las ciudades principales.

En medio de un caos económico debido a una deuda de 13 billones de dólares, Sudán padece las inevitables divisiones políticas y religiosas de 25 millones de personas pertenecientes a una enorme gama de etnias árabes y africanas. El ELPS exige el final de la dominación de una "pequeña pandilla de árabes de Jartum" y la instauración de un nuevo Sudán, un Estado federal, socialista, democrático y secular. Los rebeldes también se oponen violentamente a la ley islámica -sharia- que han intentado introducir los fundamentalistas.

Gente desplazada

De una población meridional de cinco millones de personas, 2,5 millones han huido de la guerra perdiendo todas sus posesiones y su ganado, bien desafiando a los grupos armados árabes y al Ejército sudanés para llegar al norte y convertirse en gente desplazada, viviendo en la suciedad y en la pobreza en los barrios de chabolas de los alrededores de Jartum, o bien caminando hasta 1.000 kilómetros para llegar a los campos de refugiados en Etiopía.Una nueva avalancha de refugiados acaba de comenzar, llegando por miles a los campamentos provisionales de Uganda. En Uganda hay al menos 40.000 refugiados sudaneses; ya se están haciendo planes para acoger a otros 50.000.

Después de semanas de discusiones políticas en Jartum, subsiguientes a las amenazas de golpe de Estado si el Gobierno se esforzaba más por conseguir la paz, se ha formado una nueva coalición y han comenzado las conversaciones de paz con el ELPS, concluidas por el momento en un alto el fuego provisional. Pero parece probable que las sospechas mutuas, la presión fundamentalista en el norte y los actuales éxitos militares del ELPS en el sur impedirán que se consiga la paz definitiva en fecha próxima. Y lo que es seguro es que la paz llegará demasiado tarde para salvar a los hijos agonizantes de Tendo Lero.

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