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Células nuevas para el cerebro

En España se han realizado 36 operaciones de implantes cerebrales en enfermos de Parkinson

España es el país europeo en el que se han realizado mayor número de implantes cerebrales. Actualmente son ya 36 los enfermos tratados con este tipo de operaciones, aplicadas a la enfermedad de Parkinson, con mejoría en el 50% de los enfermos intervenidos en la clínica Puerta de Hierro de Madrid. Sin embargo, este método de tratamiento plantea aún numerosos interrogantes y los expertos se muestran cautelosos a la hora de hacer una valoración. Este fin de semana se celebra en Madrid un encuentro internacional para valorar esos resultados.

Neurocirujanos de todos los países donde se realizan trasplantes de cerebro de fetos para tratar la enfermedad de Parkinson, entre ellos Ignacio Madrazo, primero que utilizó esa técnica, se han dado cita en Madrid para establecer los límites que debe tener este tipo de operaciones. Veinte meses después de que se practicara el primer implante cerebral en España -realizado en Puerta de Hierro en septiembre de 1987son ya 36 los enfermos de Parkinson tratados por este procedimiento en nuestro país, lo que supone la cifra más alta de Europa. La enfermedad de Parkinson, caracterizada por temblor y falta de control de lo s movimientos, que puede llegar a incapacitar totalmente al enfermo, confinándolo en una silla de ruedas, tiene su origen en la degeneración de una zona del cerebro conocida como sustancia negra, donde se produce un neurotransmisor, la dopamina, cuya carencia provoca el Parkinson.Los implantes neurales tratan de suplir la falta de dopamina con la implantación de bloques de tejido de las glándulas suprarrenales productoras de varios precursores de este neurotransmisor, o de tejido de la sustancia negra fetal, en el cerebro de los parkinsonianos.

Hasta ahora, estas intervenciones han supuesto una mejoría considerable para la mitad de los 23 enfermos operados en Puerta de Hierro y para varios de los 13 intervenidos en el hospital Ramón y Cajal de Madrid.

"Cuando hablamos de mejoría nos basamos en unas escalas universales de valoración del Parkinson que miden el grado de incapacidad. Hemos considerado satisfactoria una intervención cuando, dentro de esta escala, los enfermos han mejorado dos grados a la vez que se reducía la administración de la L-dopa, fármaco utilizado en el tratamiento del Parkinson, casi hasta la mitad de la dosis anteriormente necesaria", explica el doctor Gonzalo Bravo, jefe del equipo de neurocirujanos de Puerta de Hierro que realiza este tipo de intervenciones.

"Por ejemplo, bajar del grado cinco al tres supone la diferencia de que al enfermo lo lleven de la cama a una butaca y viceversa a que pueda moverse solo por su casa", matiza el doctor Bravo.

Tejido fetal

Tres de los pacientes intervenidos en Puerta de Hierro recibieron implantes de tejido fetal, con resultados idénticos a los obtenidos con el implante de tejido de la médula suprarrenal. La única diferencia estriba en que "el posoperatorio es más suave, pues no hay que intervénir en el abdomen", señala el doctor Bravo. Pero el implante fetal plantea "un problema sin resolver, y es que no se sabe cómo va a funcionar el mecanismo de rechazo", ausente en los transplantes de médula suprarrenal. "Lo cierto es que a los pacientes intervenidos por este procedimiento no se les están administrando drogas antirrechazo".Los implantes fetales son rechazados por las comisiones deontológicas médicas de varios países, como el Comité de Ética del National Health Institute de Estados Unidos. En España, la legislación permite la utilización de embriones y fetos clínicamente no viables o que estén muertos" por "equipos biomédicos cualificados, y en centros o servicios autorizados y controlados por las autoridades públicas". Los fetos utilizados en Puerta de Hierro procedían de tres abortos espontáneos. Aunque la legislación autoriza igualmente el uso de fetos procedentes de abortos terapéuticos, "va a ser muy difícil utilizarlos, porque al feto se le destruye", según el doctor Bravo.

Algunos de los enfermos intervenidos en España han mejorado aparentemente, para luego volver a la misma situación. En otros no se ha podido observar ningún tipo de progreso, mientras que, en ciertos casos, tras la intervención se han presentado cuadros de confusión mental, agitación y alucinaciones, probablemente debido al exceso de adrenalina que se produce en la corteza de la glándula suprarrenal. Tres de los pacientes murieron por complicaciones en el posoperatorio.

Aun en los casos en que la intervención ha tenido éxito, quedan muchas incógnitas por despejar. "En este momento no sabemos ni siquiera si las células implantadas están segregando dopamina o si están haciendo alguna otra cosa", dice el doctor Bravo. Tampoco se conoce si la mejoría de los enfermos va a ser permanente o es un fenómeno transitorio. De hecho, en el Parkinson idiopático la sustancia negra degenera progresivamente, sin que por ahora se conozcan las causas, y lo mismo podría ocurrir con las células implantadas. Por ello, el tiempo va a ser un factor fundamental.

Cautela

Tendremos que esperar por lo menos dos o tres años para saber si la mejoría sigue manteniéndose -por el momento, los primeros enfermos intervenidos con éxito hace año y medio mantienen la mejoría- o si, por el contrario, va aumentando o disminuyendo" según el doctor Juan Martínez-Cubelles, jefe del equipo que realiza los implantes en el Ramón y Cajal.La falta de un conocimiento exacto del mecanismo por el que operan los implantes, así como los riesgos que entraña la doble intervención quirúrgica, han llevado a recomendar cautela y prudencia a los especialistas presentes en la última edición anual del Congreso Americano de Neurocirugía celebrado en Washington, recalcando la necesidad de seguir con la investigación básica y esperar a conocer mejor los resultados de las intervenciones antes de pronunciarse definitivamente.

De otro lado, la técnica empleada podría perfeccionarse. "Hasta ahora sólo se han realizado implantes de bloques de tejido, pero en la experimentación animal se ha llegado más lejos, y se ha visto que con injertos de células en suspensión purificadas los resultados son mucho mejores", señala Juan José López Lozano, colaborador de Bravo. "Estas células establecen mayor número de conexiones neurales y producen más dopamina. Además, los injertos se hacen por una téecnica denominada estereotaxia -microinyección- que entraña muchos menos riesgos que una operación a cielo abierto".

El doctor Alberto Gímeno, jefe del Servicio de Neurocirugía del hospital Ramón y Cajal de Madrid, que organiza el simposio que se inaugura hoy en Madrid, se mostró optimista sobre el futuro de estas técnicas, cuya aplicación es relativamente reciente. Los enfermos tratados en ese hospital han tenido una supervivencia del 80%. "El motivo de este alto porcentaje de éxito es que nosotros sólo operamos a pacientes que no han superado los 60 años, aunque es posible que revisemos ese criterio conforme avancemos en esta técnica", según el doctor Gimeno.

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