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García Sevilla: "No soy un depredador"

El artista expone pinturas, relieves, ensamblajes y mosaicos en el palacio de Velázquez de Madrid

El pintor mallorquín Ferrán García Sevilla (Palma, 1949), una de las figuras de mayor impacto en el panorama español de los ochenta, presenta hoy, en el palacio de Velázquez del madrileño parque del Retiro, una extensa muestra de su trabajo de los últimos años. La exposición, cuyo comisariado ha corrido a cargo del especialista y poeta francés Jacques Dupin, reúne una selección de obras realizadas entre 1985 y 1988, centradas en la pintura. En esta entrevista declara: "Yo no soy un depredador, como se dice; al contrario, soy absolutamente clásico".

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Un combate en el estudio

La exposición de Ferrán García Sevilla que hoy se inaugura en el palacio de Velázquez comprende 62 obras y se presenta bajo el título de La torre de papel. Junto a pinturas incluye también otros aspectos de su producción, como los relieves, ensamblajes y mosaicos. Los mosaicos, un viejo proyecto de García Sevilla, fueron presentados por primera vez este invierno en Barcelona, con motivo de la doble exposición del artista mallorquín, patrocinada conjuntamente por la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad, y que estuvo formada por obras específicamente producidas para la ocasión. Para la exposición de Madrid, se han reunido piezas procedentes de museos y colecciones, tanto españolas como internacionales.Para García Sevilla, el montaje planteado por Jacques Dupin, que no sigue un orden cronológico y crea una lectura entre obras de años distintos, ha constituido una sorpresa. "He visto juntos cuadros de hace cinco años y otros de hace cinco meses, y no había espacio entre ellos. Me ha extrañado mucho, y me pregunto qué he estado haciendo durante estos años, si todo es lo mismo. Parece ser que a pesar de la pretendida variedad que se me atribuye, no hay tal, o al menos yo no la veo".

"He llegado a la conclusión de que hay una serie de familias, de imágenes obsesivas que se reproducen por sí solas, a pesar mío. Porque, frente a lo que se dice de mí, yo no saqueo, o no de un modo diferente a los demás; ¿quién no copia?, ¿dónde está lo original?. En cualquiera, los padres son evidentes, es sólo un problema de organización de los elementos".

La pintura de García Sevilla integra referencias formales y culturales muy diversas, sin establecer distinciones o categorías cronológicas o geográficas. "¿Qué diferencia hay entre la presencia de una escultura prehistórica o mesopotámica, y un Richard Serra? Veo diferencias formales entre ellas, pero lo esencial es lo mismo; como si tomaras ron en distintos combinados. El efecto es el mismo. La economía ha visto eso mucho antes que el arte. Los artistas aún están viviendo la ilusión de progreso".

El progreso

"El Club de Roma vio eso muy claro cuando dijo que el progreso había concluido. No hace falta mirar el arte así. Es como la moda en el vestir; cada uno encuentra su prenda adecuada, cuando quiere buscarla, como cada cual tiene su cóctel favorito o su autor predilecto. Y eso vehicula todo. Nunca he creído en el progreso. Yo no soy un depredador, como se dice; al contrario, soy absolutamente clásico. Pero las circunstancias son distintas. Yo no puedo ponerme en la piel de Miguel Ángel esculpiendo, ni en la de los pintores del informalismo americano. Yo soy yo, vivo en un lugar y eso se manifiesta en la obra".

En la década de los setenta, García Sevilla ocupó ya un lugar destacado dentro de las actitudes de corte conceptual que se desarrollaron en el área catalana. En estos últimos años, han vuelto a irrumpir en el debate artístico nuevas opciones de corte conceptual, pero el propio García Sevilla muestra una cierta reserva a la hora de volver sobre ese período de su trayectoria. "Me llaman para que saque los archivos de esa etapa, que están en Mallorca, en casa de mis padres; y ahí seguirán. Supongo que algún día tendré que hacer personalmente una revisión de todo eso. Pero a veces parece como si tuvieras que estar pendiente de los acontecimientos, más que de provocar esos acontecimientos. Aquello, tuvo su momento de difusión, pero no hay por qué resucitar a un muerto. En mi caso, sigue estando en la cabeza, y está en las pinturas; nunca he dejado de ser un hombre que piensa tanto en términos estéticos como políticos".

Tanto la obra como la actitud vital de Ferrán García Sevilla se alejan del etnocentrismo que ha presidido a nuestra cultura. "Yo no sé por qué hablamos únicamente de Europa, de Occidente. El mundo es enorme. No sólo existe el rock-and-roll, hay otros muchos modos y códigos para hacer música. Tal vez vengo de una región en la que, desde pequeño, de la radio, te llegaban con absoluta frecuencia emisoras de Argel o de Marruecos. Sonidos diferentes que primero rechazas, luego te vas metiendo en ellos, y ves que no son tan diferentes a tus propias raíces populares. Y de lo islámico pasas a la India, y de la música a la poesía y a la filosofía". Ese abrirse a otras culturas no tiene una tradición literal en su pintura.

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