Chukri: "Los integristas hacen terrorismo puro"
El escritor marroquí, amenazado por Jomeini, ataca el fanatismo que le ha condenado
El pasado día 2 se hizo pública una lista de 13 intelectuales árabes condenados a muerte por el régimen de Jomeini. Dos de ellos, Fátima Mernissi y Muhammad Chukri, de nacionalidad marroquí, son los más conocidos por el lector español gracias a diversas traducciones. El último, de quien se ofrece a continuación una entrevista, ha hecho famosa en varios países su novela El pan desnudo (puhlicada en España por Montesinos). Precisamente esta novela es el motivo de la condena del imam iraní.
Muhammad Chukri (nacido en 1935 en Beni Chiker, una ciudad del Rif) está considerado como uno de los autores más críticos dentro de la literatura árabe actual. El pan desnudo es una novela de una dureza desconocida para el lector acostumbrado a las últimas novedades del ámbito europeo. Chukri presenta un universo roto, de personajes supervivientes, pero sin la más mínima concesión romántica. No hay en esa novela nada directamente impío o blasfemo. Hay un retrato de una realidad vivida, cuyo telón de fondo inevitable es la religión coránica, muy próximo al naturalismo y cuyo único pecado consiste, según el propio Chukri, en discutir la autoridad del padre. Algo expresamente prohibido por la ortodoxia islámica."No se me ocurre otra razón para esta condena. Ciertamente, El pan desnudo es un proceso contra el patriarca, contra el padre. Y esto sale de mi propia experiencia, de haber sufrido bestialmente las consecuencias de una imagen intocable. Mi padre fue un desertor de la guerra civil española en un momento en que la situación económica en Marruecos era muy mala. Yo sufrí la sequía del Rif de aquellos años y lo que he tratado de contar, sobre todo, es cómo hubo una generación de niños marroquíes a los que la infancia les fue robada. A partir de los 6 o los 7 años, los niños de las familias marroquíes tenían que ganarse la vida día a día, saliendo a la calle. No podían regresar con las manos vacías. Cuando eso sucedía, simplemente los echaban de casa. Una infancia robada, ésa es el asunto de la novela".
Al parecer, hay quienes han leído en esa obra algo más de lo que cuenta Chukri. "Desde luego, he tratado de tocar todo lo que rodeaba la niñez de aquellos tiempos. Por ejemplo, el inicio a la sexualidad, todo el complejo de fantasías y realidades que forma la sexualidad en la infancia. Los fanáticos han leído eso como pura pornografía y me han atacado. Pero tiene que quedar claro que yo estoy comprometido con una clase de literatura, la literatura en defensa de los marginales, a los que ha pertenecido mi familia y yo mismo. Yo no ataco a la religión, simplemente escribo".
Muhammad Chukri se levantó una mañana y, mientras "fumaba mi primer cigarro y tomaba mi primer café", se encontró con que había sido condenado a muerte. "Fue más fuerte la sorpresa que el miedo. De verdad, lo que sentí fue un choque, algo irreal. También el sentimiento de que vivía en un nuevo periodo inquisitorial, esa araña que se mete de vez en cuando en el cerebro humano, sea árabe o no". Y añade, con la misma rapidez nerviosa en que se desarrolla toda la conversación que "los integristas no han hecho nunca la revolución social, ni siquiera la reforma, lo único que hacen es terrorismo puro, para tratar de ocultar el fracaso político".
Proyectos
No parece que la amenaza de Jomeini vaya a cambiar el curso de su proyecto literario. Por debajo de las palabras del autor marroquí aparece siempre el sentimiento de la escritura como un destino. "Voy a seguir escribiendo tal como lo venía haciendo. Sólo los cobardes están dispuestos a traicionar su literatura. Yo no voy a traicionar mi carrera por culpa de mi piel. No me ha traumatizado en absoluto. Tengo 7 libros en el mercado y estoy escribiendo la segunda parte de El pan desnudo". Tampoco ha variado en un ápice la rutina de su vida cotidiana. "Voy todos los dias a mi trabajo en Radio Internacional de Tánger. Muchas veces vuelvo a las dos o a las tres de la mañana, por callejones oscuros y sin gente, no me importa. En mi casa no hay ninguna clase de vigilancia". Es obligado preguntarle si recibe alguna clase de protección. "Las autoridades, cuando me comunicaron oficialmente que estaba en la lista negra de Jomeini, me dijeron también que ellos podían garantizar mi vida mientras no me moviera de Tánger. Fuera de Tánger ya es otro cantar. Eso corre de mi cuenta. Pero dentro me aseguraron que estaba recibiendo protección. La verdad es que yo no la veo por ninguna parte, pero supongo que estará en algún sitio. Deben estar protegiéndome sin que yo lo sepa".Las reacciones en Marruecos ante la condena de dos de sus intelectuales más prestigiosos han sido prácticamente nulas, tanto por parte de las autoridades, como por parte de los escritores. "Se cree que cuanto menos se hable del caso, menos importancia tendrá. En cierto modo, yo pienso lo mismo. Ya vendrán otros tiempos. Humo de verano, como decimos por aquí".
'Caso Rushdie'
En la mente de todos continúan las secuelas del caso Rushdie. "No he leído el libro, no puedo hablar. Ni tampoco creo que nadie lo haya leído por esta latitudes. Eso sí, se habla mucho de él y todos están de acuerdo en que es una provocación del escritor. También están de acuerdo, por lo menos a nivel particular, en que no hay que matar a la gente por eso. Es el tema habitual en los cafés. Yo prefiero no meterme en este embrollo. La política y la religión comercializada son exactamente lo mismo: juego sucio".Al final, se queda rumiando su última idea: "espero que ningún estúpido bien pagado acabe liquidándome".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.