El cante de Mory

Los siete componentes de Songhai viven en Barcelona y proceden de Sierra Leona, Camerún, Ghana, Martinica y Guinea Ecuatorial. "Vamos a tocar unos ritmos típicos de nuestro país", dijeron para despedirse ante el desconcierto del escaso público que acudió a oír a Mory Kante.Songhai tuvo momentos buenos para bailar cuando interpretaron canciones de su único disco. Pero comenzaron a hacer versiones de Marley, Dibango y, ¡horror!, hasta el Asimbonanga de Johnny Clegg. Cuando atacaron el Give me hope Joanna de Eddy Grant, se despejaron las pocas dudas que quedaban: si graban una canción en catalán, se hinchan a bolos de verano por los entoldados. Son simpáticos, se parecen a un buen grupo africano de baile, de esos que tocan 45 minutos en fiestas patronales. Les sobraron otros tantos.

A Mory Kante le sucede algo parecido. Sus canciones están muy bien para bailar, pero se empeña en dar conciertos, que siempre incluyen las mismas y sonrojantes proclamas anti-apartheid, largas improvisaciones y eternas presentaciones de sus músicos. El cantante guineano realiza un pop muy comercial, bien ejecutado y barnizado con referencias musicales africanas. Enfoca sus canciones hacia ritmos de discoteca, divertidos para moverse. Pero ofreció un mal concierto, que no calentó el gélido ambiente. Mory Kante hizo una faena de aliño y mostró un preocupante deterioro de su espectáculo, en comparación con el que presentó en Vitoria el año pasado.