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Gorbachov intentará convencer a Castro de que no perturbe sus planes reformistas

Antonio Caño

El presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, llega hoy a La Habana con intención de convencer a su homólogo cubano de que no le estorbe en sus planes reformistas. Trae a cambio, según fuentes de ambas partes, la garantía de que se mantendrá la ayuda económica y de que se dejará al régimen de la isla evolucionar a su propio ritmo. Todo está ya listo para recibir al más poderoso visitante de la Cuba socialista.

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"El emperador viene a sus territorios de ultramar para comprobar los rumores de que las cosas andan algo revueltas", decía gráficamente un diplomático extranjero.El recorrido de 26 kilómetros entre el aeropuerto José Martí y la residencia en la que se albergará el ilustre huésped está ya convenientemente adornado con banderas rojas, azules y blancas. El retrato oficial de Gorbachov, discretamente disimulada su inconfundible marca en la frente, ocupa ya lugar prominente en las principales esquinas y en la portada del diario oficial Granma.

La información oficial al respecto se limita a comentar que Gorbachov llegará en la tarde de hoy, "en visita oficial y amistosa, por invitación del comandante en jefe, Fidel Castro, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de los consejos de Estado y de Ministros". La invitación oficial, en efecto, corresponde a Castro, pero fuentes próximas a la dirección cubana afirman que fue Gorbachov quien más interés puso en realizar esta visita.

"Después de la suspensión del viaje del mes de diciembre, Gorbachov podría haber retrasado mucho más esta visita", afirman las citadas fuentes, según las cuales el líder soviético se preocupó por el grado de hostilidad hacia la perestroika manifestado públicamente por Fidel Castro.

El presidente cubano no sólo negó el proceso de reestructuración para la isla, sino que dudó del éxito de los planes de Gorbachov en su propio país. Castro ha llegado a declarar en público que el socialismo estaba en peligro y que él estaba dispuesto a recoger el guante entregado por la URSS. En un discurso dirigido al interior del partido, Castro dijo en diciembre pasado que Cuba se encontraba entre dos fuegos: Estados Unidos y la URSS.

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Este nivel de virulencia llegó a alarmar a Gorbachov, quien, según fuentes soviéticas, conoce la popularidad y el prestigio de Castro en el Tercer Mundo. Todos los funcionarios soviéticos que se han dirigido a la Prensa en los días previos a la visita han insistido en que la intención de la perestroika es "reforzar y aumentar el prestigio" del socialismo, no debilitarlo.

Autonomía plena

Los portavoces soviéticos han puesto también mucho énfasis en destacar la figura de Fidel Castro y la autonomía plena de los dirigentes cubanos para caminar por la vía que prefieran. Resulta evidente una actitud proclive a limar tensiones entre soviéticos y cubanos.Con ese fin, los rumores adelantan la posibilidad de que Gorbachov anuncie en La Habana medidas de generosidad económica hacia Cuba, como sería la condonación de la deuda acumulada por este país con la URSS.

Gorbachov no quiere tener a Castro enfrente y éste tampoco puede soportar una querella con el líder soviético. Fuentes que suelen recoger el punto de vista del máximo dirigente cubano aseguran que Castro aceptaría, sobre la tesis del obligado entendimiento, respaldar las ideas de Gorbachov siempre que éstas no le obliguen a un brusco golpe de timón en el interior de la isla ni contribuyan a soliviantar a la población cubana. Castro ha manifestado reiteradamente que las condiciones de Cuba no permiten una apertura política ni económica.

Los argumentos del viaje parecen, pues, de carácter fundamentalmente político. Los temas económicos, aun siendo muy importantes en el conjunto de las relaciones bilaterales, se encuentran bien encaminados -a juzgar por las declaraciones de los distintos funcionarios- o pueden, en todo caso, ser manejados por los técnicos. El interés de la visita se presenta más bien centrado en la necesidad de apagar una fogata que en distinta medida podría dañar a los dos países involucrados. Difícilmente podría entenderse, por ejemplo, el salto de Gorbachov hacia América Latina sin un entendimiento previo con Fidel Castro.

La expectación de medio millar de periodistas, en su mayoría norteamericanos, por despejar estos interrogantes no se corresponde con el nivel de información oficial. Tímidos y desconocedores del funcionamiento de la Prensa internacional, los gobernantes cubanos se refugian en el silencio y han suspendido las conferencias de sus más altos representantes.

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