_
_
_
_

Bienvenido, Mr. Marshall

Antonio Caño

Hasta hace poco circulaba maliciosamente por La Habana el chiste del concurso de trabajadores ejemplares en el que el primer premio consistía en un viaje de 15 días a la URSS y el segundo en un viaje de un mes. El chiste ha perdido vigencia desde que los cubanos conocieron un insólito amor por Gorbachov, el primer dirigente soviético que empieza a dar sentido popular a una larga, férrea e incomprendida alianza entre Cuba y la URSS.Hasta hace poco los soviéticos -los bolos, en el argot callejero- sólo conseguían la consideración de los estamentos oficiales del país. De ahí para abajo sufrían la marginación habitual de los invitados molestos. La gente les reprochaba sus modales, sus costumbres, e incluso se les imputaba cierto desapego por el agua y el jabón.

Más información
La 'perestroika' viaja al Caribe
Gorbachov intentará convencer a Castro de que no perturbe sus planes reformistas

Los espectáculos culturales soviéticos en Cuba, demasiado frecuentes para el gusto popular, solían ser una dolorosa prueba de resistencia al sueño, y sus publicaciones, generosamente repartidas por todas las librerías de la isla, una raquítica fuente de información. Parece que han pasado siglos cuando se compara eso con algunas películas de la perestroika que hoy llenan los cines de La Habana y con la altísima cotización alcanzada por la revista Novedades de Moscú. Las Raisas, Natachas, Tatianas y Valentinas, mulatas de menos de 20 años, que abundan en las ciudades cubanas, presumen hoy de llamarse como la esposa de Gorbachov o como la primera cosmonauta soviética.

Hoy llega al país el hombre a quien los cubanos atribuyen todo el mérito de esta transformación, y quizá por primera vez en muchos años no va a ser necesario que la maquinaria del régimen actúe para que la capital se movilice a dar la bienvenida a esta nueva expresión de Mister Marshall para los cubanos.

Solución en Miami

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Llega a Cuba el único hombre a quien muchos cubanos de a pie creen capaz de llenar sus tiendas vacías, el único capaz de entenderse con Fidel Castro, el único que puede ayudar a salir de esta crisis económica de la que el Gobierno quiere pero no puede escapar, el único capaz de sustituir aquella vieja aspiración de buscar la solución en Miami. En broma comentaba un joven habanero que en lugar de embarcarse ilegalmente hacia el Norte iba a pedir refugio en la Embajada de la URSS.

Los disidentes no entregan ya sus pliegos de peticiones en las representaciones diplomáticas occidentales, sino en las grandiosas instalaciones de la legación soviética. Los medios oficiales, por su parte, se empeñan en repetir que no hay nada que aprender de Gorbachov porque es él quien ha aprendido de Fidel Castro: su comunicación fácil con el pueblo, su estilo sencillo, su vocación aperturista recuerdan, dicen, al mejor Fidel.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_