¿Y ahora qué?
El paro general del 14 de diciembre, afirma el autor, representa el inicio de una nueva etapa para el movimiento sindical de nuestro país; no cabe duda que ha supuesto su fortalecimiento político y social. Aquellos que manifestaban que las centrales eran débiles y poco representativas han podido constatar lo erróneo de sus apreciaciones.En cualquier caso, y ante el fracaso de las negociaciones, UGT debe seguir reflexionando sobre qué acción sindical desarrollar para ser más eficaces en la defensa de los intereses de los trabajadores y de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad.
En primer lugar, lo que tiene que quedar claro es que seguimos exigiendo el cumplimiento de las reivindicaciones del 14-D y manifestamos además que, mientras esto se produce, el Gobierno debe aplicar las cantidades que puso encima de la mesa para mejorar la situación de los colectivos hacia los que iban dirigidas. Los parados sin cobertura, los jubilados o los funcionarios no pueden ni deben pagar el precio de la obstinación gubernamental que motivó el desacuerdo. El desacuerdo no puede penalizar a los más desfavorecidos. Las pretendidas concesiones anunciadas por el presidente del Gobierno durante el debate sobre el estado de la nación (una expresión más de la política de otorgo pero no negocio) causan sonrojo y se inscriben dentro de la campaña de imagen montada por la Administración con la pretensión de olvidar el 14-D y las reivindicaciones que lo sustentaron, en este caso con el consenso de la derecha política, consenso que se hizo también extensible a la pretensión de elaborar una ley de huelga previsiblemente contraria a los trabajadores.
Por todo ello, el movimiento sindical debe seguir desarrollando una presión sostenida en el tiempo que repercuta en mejoras para los trabajadores y que impida recortes en los logros obtenidos. Con esta perspectiva abordamos la preparación del próximo Primero de Mayo, que tendrá, sin duda, un fuerte contenido reivindicativo y de denuncia tanto de la insensibilidad gubernamental como de la manifiesta insolidaridad de los empresarios. Vamos a recordar nuevamente las reivindicaciones pendientes; vamos a recordar el 14-D para poner de manifiesto que la denuncia social que se expresó en diciembre sigue viva el 1 de mayo.
Por otra parte, los sindicatos nos hemos adentrado en la negociación de los convenios y estamos convencidos de que este proceso va a ser un nuevo exponente de la renovada vitalidad del movimiento sindical.
En la discusión de los convenios actuaremos con firmeza y responsabilidad en la defensa de los trabajadores en activo, y a este respecto conviene destacar algunos elementos importantes de la negociación en marcha.
Previsiones de inflación
Por primera vez, y ante una incomprensible decisión del Ministerio de Economía, se está negociando sin previsión de inflación (aunque en la práctica el Gobierno mantiene como referencia el 3% en la empresa pública). Esta decisión es lamentable sobre todo para los que venimos apostando por negociar basándonos en previsiones oficiales (siempre y cuando se fijaran objetivos posibles y creíbles), y es consecuencia de la terquedad del Gobierno de no realizar una previsión que se corresponda con la realidad.
Los sindicatos, por un principio de responsabilidad, estamos negociando con previsiones prácticamente coincidentes con las elaboradas por organismos internacionales y que entendemos son compatibles con el objetivo, que compartimos, de reducir la inflación.
En otro orden de cosas, queremos que la negociación colectiva enriquezca sus contenidos; no debe limitarse a una discusión de salarios. Éste ha sido el motivo por el que no hemos aceptado la propuesta de la CEOE de negociar un acuerdo interconfederal. A nuestro juicio, tal acuerdo hubiera limitado la negociación a los aspectos puramente salariales y además hubiera atrasado el inicio de la discusión de los convenios. No obstante, y en su momento, estamos dispuestos a negociar con los empresarios temas relacionados con las ordenanzas laborales, la formación profesional, el arbitraje, la participación sindical en la empresa y la articulación y racionalización de la negociación colectiva, entre otros.
Con la misma voluntad negociadora, y con la intención de conseguir una política que asegure más y mejor empleo, asistimos a la mesa por el empleo. Sin embargo, mucho nos tememos que no es ésta la pretensión del Gobierno y los empresarios, más preocupados por seguir precarizando el mercado de trabajo y fomentar el asistencialismo empresarial.
Otro aspecto destacable en la actualidad es la unidad de acción de UGT y CC OO. La unidad de los sindicatos debe ser valorada positiva o negativamente en la medida en que sea un instrumento útil para lograr las reivindicaciones. Y hasta ahora la valoración que hacemos es positiva para los trabajadores. Las críticas que al respecto se vienen lanzando contra UGT son un elemento más en el intento de desestabilizar al sindicato y dividir y debilitar el movimiento sindical. Por tanto, no vemos en la actualidad motivos ni argumentos que hagan reconsiderar nuestra posición al respecto. Sobre todo cuando el argumento central de las críticas que se nos hacen es el de haber caído en manos de la estrategia comunista y que necesariamente la unidad de acción perjudica a UGT.
En relación a otros aspectos, UGT deberá continuar reflexionando sobre el momento histórico que nos ha tocado vivir y que en estos últimos años se caracteriza por el conflicto con el partido y el Gobierno socialistas.
Por primera vez en la historia de nuestro país, UGT ha convocado un paro general sin el PSOE y contra un Gobierno socialista. Por primera vez, con una mayoría socialista absoluta en el Parlamento, el secretario general de UGT renuncia a su escaño al no contemplar la ley de Presupuestos las reivindicaciones del sindicato. Son acontecimientos importantes que están influyendo en el desarrollo de nuestro país.
Para reflexionar sobre estos hechos no partimos de cero; hay que analizar lo ocurrido desde 1982. En estos últimos años, UGT ha asumido importantes compromisos. Hemos concertado el reparto de los sacrificios: la reconversión industrial, la flexibilización del mercado de trabajo y la contención salarial, que nuestro sindicato aceptó como mal menor, son claros exponentes de esta afirmación. No tenemos intención de revisar y mucho menos valorar negativamente nuestra actuación. Consideramos que es uno de nuestros principales activos, pero somos conscientes de que la política de UGT estaba condicionada por la exigencia de remontar con rapidez la crisis económica. No obstante, es evidente que sí hay que revisar el modelo de concertación desarrollado durante los últimos años estableciendo nuevos mecanismos y contenidos.
La posición de UGT
En este sentido tenemos que afirmar, sin ningún género de dudas, que UGT no ha modificado sus posiciones, que seguimos apostando por la concertación (si bien, y lamentablemente, estamos constatando la imposibilidad de concertar el reparto de los beneficios en una situación más. favorable en términos económicos). Apostamos también por el diálogo social en igualdad de condiciones, por una política de corresponsabilidad con los intereses del país y los más desfavorecidos; actitudes que no deben confundirse con dar avales ni cheques en blanco.
Igualmente, y sobre todo después de los intentos, que previsiblemente continuarán, de desestabilización y control que ha sufrido UGT, mantenemos nuestra firme voluntad de asegurar la plena autonomía y soberanía del sindicato en la defensa de los intereses que le son propios, al tiempo que reafirmamos nuestra identidad de sindicato plural, democrático y de inspiración socialista. Todo ello hay que situarlo dentro de un modelo de relaciones partido- sindicato que será distinto del que tradicionalmente han venido manteniendo UGT y el partido socialista que, obvio es decirlo, se encuentra en crisis, como también lo está el tradicional apoyo electoral que ha venido expresando el sindicato.
Por último, es nuestra voluntad seguir trabajando con decisión para asegurar el desarrollo económico de nuestro país, por un reparto más solidario de la riqueza, para lograr el pleno empleo, mayor protección social y una participación más activa de los sindicatos en las empresas e instituciones; en resumen: construir una sociedad más justa y solidaria. Esto es lo que pretendemos lograr cuando reivindicamos que el Gobierno dé un giro social a su política económica.
Mirando hacia el inmediato futuro hay que manifestar una preocupación: de no modificarse el distanciamiento entre el Gobierno y los trabajadores y sus sindicatos, la recuperación económica puede verse seriamente afectada. Podemos perder la batalla de la inflación, el crecimiento y el empleo; podemos poner en peligro la paz social en un momento en el que se necesita más que nunca el consenso social para hacer frente al reto europeo sobre todo cuando presidimos el Gobierno de la Comunidad Europea y tenemos que trabajar con la perspectiva de la entrada en vigor del Acta Única.
Lo que no cabe duda es que esa batalla no se ganará si se pretende librar marginando a uno de los motores esenciales para el desarrollo del país; si se pretende hacer sin contar con los trabajadores.
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