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Entrevista:

"El 14-D ha servido para ver que el diálogo político se mantiene con los partidos y no con los sindicatos"

Anabel Díez

El ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, extrae una lección positiva de la huelga general del 14 de diciembre y de la plasmación de la ruptura de las relaciones del PSOE y el Gobierno con los sindicatos: "El diálogo político tiene que transcurrir en el Parlamento y los interlocutores son los partidos". Así que, para el Gobierno, se han "clarificado los papeles de cada uno". Inmediatamente añade que ello no significa marginar a los sindicatos, pero sí que nadie se salga de sus funciones. Con o sin UGT, "el PSOE seguirá haciendo su política".

Este ministro, por cuya mesa pasan todos los planes legislativos del Gobierno antes de ser aprobados en Consejo de Ministros y que se encarga de preparar el diálogo político con la oposición, no tiene dudas de que una eventual retirada del apoyo que UGT prestaba al PSOE "aumentará las dificultades del partido", pero también acarreará a los sindicatos de clase "un cierto desprestigio ante los ciudadanos".A Zapatero le sorprende -dicho con gran ironía- que sean los medios de comunicación los que "elaboren la agenda política", y no los partidos políticos. Nada hay en la acción de este Gobierno que, avale el reproche de que hace política liberal: "Estamos universalizando las prestaciones, y eso es hacer socialismo".Pregunta. ¿Considera usted que su Gobierno vive los peores momentos desde que se constituyó, en 1986? .

Respuesta. Diciembre y enero, después de la huelga general del 14-D, han sido efectivamente los peores momentos para el Gobierno. Al fin y al cabo, se ha puesto en cuestión una larguísima trayectoria, una forma histórica de entender la política socialista sobre la base de acuerdo entre el PSOE y la UGT.

P. ¿Y qué van a hacer ustedes en el tiempo que les queda de legislatura para superar esta situación?. ¿Se puede esperar que a partir de ahora intenten llegar a los ciudadanos hablando exclusivamente de planes y de gestión y nada de discurso político?

R. Vamos a aprovechar hasta el último minuto para que no quede nada en el tintero en cuanto a lo que nos comprometimos con los ciudadanos. Eso requiere una tarea diaria de gestión que al mismo tiempo es una forma de hacer política. Si profundizar en la dimensión social de nuestro programa es política, pues es lo que vamos a hacer.

P. Parece que desde la huelga general actúan ustedes a la defensiva y buscan el arropamiento de algunas fuerzas políticas en sus decisiones para no aparecer en solitario, como ha sido práctica habitual hasta ahora, en la toma de decisiones. ¿Es un replanteamiento de su forma de hacer política?

R. No estamos a la defensiva, pero el 14-D supone para nosotros un momento de replanteamiento de algunas cuestiones. Por ejemplo, las relaciones con las centrales sindicales. Pero también supone una toma de coilciencia de la necesidad de fortalecer la institución parlamentaria y de que el diálogo político tiene que transcurrir en el Parlamento y que los interlocutores son los partidos. Eso no supone una marginación. de los sindicatos, porque un proyecto socialista reconoce a los sindicatos como interlocutores necesarios para este proyecto, pero no hay que. confundir los papeles. Los sindicatos no pueden asumir las funciones que les corresponden a los partidos y al Parlamento. Y eso es de lo positivo que ha tenido el 14-D: la clarificación de los papeles de cada uno de los interlocutores sociales.

La pata sindical

P. Aunque usted dice que no pretenden marginar a los sindicatos, un compañero suyo de Gobierno ha reflexionado sobre la posibilidad de concebir para el futuro un proyecto socialdemócrata sin el apoyo de la pata sindical. ¿Es compartida en el conjunto del Gobierno y del partido esta reflexión?R. La construcción del Estado socialdemócrata se ha basado en la estrecha cooperación entre los sindicatos de clase y los partidos socialistas. No se me alcanza ver como factible, hoy por hoy, una fórmula distinta. El proyecto socialista avanza,sobre la cooperación entre sindicato y partido, y todo lo que no sea eso significa una mayor dificultad para el PSOE y un escaso fáturo para los sindicatos.

P. Quizá UGT no quiere darles su apoyo porque, como denuncian, el proyecto que el Gobierno lleva a cabo no es socialdemócrata, sino liberal.

R. Excluyo de antemano que la política de este Gobierno sea liberal. Para afirmar que una política es liberal hay que acudir a unos parámetros establecidos. Liberal significa en Europa desarrollo social con marginación, significa proceso de privatización de servicios públicos, significa que sólo tienen garantizada la sanidad, la enseñanza y la cultura quienes la puedan pagar. Eso es todo lo contrario de lo que estamos haciendo. Para calificar una política hay que ver cómo cubre cinco necesidades: educación, vivienda, sanidad, vejez y protección del desempleo. Cuando se va a la universalízación de esas necesidades y se garantiza a todos los ciudadanos esas prestaciones se está haciendo, socialismo, y eso es lo que hacemos y seguiremos haciendo.

P. Es evidente que UGT no cree que ustedes estén haciendo socialismo y que día a día se desgranan declaraciones de ugetistas poniendo en duda su apoyo electoral. ¿Cómo paliarán ustedes una eventual retirada del apoyo de UGT que hasta ahora actuaba de intermediario entre el Gobierno y el mundo laboral?

R. Éste es un tema que cuando se expone me desagrada, porque no creo que interese ni a los ciudadanos ni a los socialistas ni a UGT. Estoy seguro de que UGT no deseará que los ciudadanos piensen que utilizan su apoyo electoral como una mercadería, y es de nuevo confundir los papeles sindicales con los políticos. No veo qué puede obtener de positivo un sindicato de clase avanzando posiciones políticas, que sólo pueden reportar un cierto desprestigio ante los ciudadanos. Estoy seguro de que el PSOE va a hacer lo que tenga que hacer, con independencia de apoyos o retiradas de apoyo.

P. ¿Usted cree que a medio o largo plazo el Partido Socialista Obrero Español está destinado a sufrir una escisión, quizá si pierde unas elecciones o si desciende considerablemente su apoyo electoral, como ha ocurrido en algunos partidos socialistas europeos?

R. Ése no es el caso del PSOE, que ha demostrado su fortaleza después de la huelga general. En 10 años de actividad en democracia ha existido una gran unidad de acción tanto en la oposición como en el Gobierno. Éste es un partido que ha pasado por una huelga general, que ha extraído conclusiones positivas de futuro en vez de desintegrarse y que ha abierto un debate interno sin perder un momento en sus obligaciones de seguir gobernando.

Felipe no abandona

P. ¿Hay temor en el PSOE por la posibilidad de que Felipe González decida abandonar sus funciones?R. No veo esa posibilidad, y en todo caso, ése es un falso problema para nosotros, aunque para la oposición [Felipe González] sea un problema real,porque sus posibilidades de gobernar no se basan tanto en el mensaje de sus programas sino de lucubraciones de este tipo. No obstante, este asunto lo han sacado los medios de comunicación, y no tenemos por qué discutir todo lo que aparezca en la Prensa.

P. ¿Usted también es de los que piensan que la oposición la hacen los medios de comunicación y que habría que poner freno a los excesos de la Prensa, según apuntan esporádicamente miembros de su partido?

R. A mí lo que me sorprende, es que la agenda política la hagan los medios de comunicación, y me gustaría que participaran más los partidos políticos.

Es difícil responder sobre si la tarea de los medios es hacer de oposición al Gobierno. Es claro que los medios de comunicación critican duramente al Gobierno, y no sé si se ha llegado al punto de equilibrio necesario entre la labor de informar y la de conformar opinión. Cada cual debe tener conciencia de sus responsabilidades, porque hay toda una cadena de ellas, pero la propia dinámica social irá creando este equilibrio sin necesidad de ninguna ley.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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