Los buenos negocios
"En África es muy fácil trabajar y hacer buenos negocios", afirma Florencio de la Fuente, un madrileño de 52 años, educado en Francia, antiguo alto ejecutivo de Renault y de la Empresa Nacional de Autocamiones, SA (ENASA), que desde hace siete años ha establecido una base industrial en el Congo.De *la Fuente es socio, junto a las compañías españolas Cementos Lemona, Rezola y Portland, de la sociedad Siacic, en la que un 60% del capital está en manos del Estado. Siacic ha hecho grandes beneficios amparada en las subvenciones a la exportación y precios protegidos dentro del país. Desde 1987 ha importado de España unas 120.000 toneladas de cemento al año. Ahora sobrevive con estrecho margen, dedicada casi exclusivamente a comercializar la producción de una planta nacional. El cemento en el Congo es un bien escaso y caro. En el país de los bosques faltan industrias transformadoras de lamadera, y los negros aspiran a tener una casa como la de los blancos. Las mujeres invierten sus sisas en cemento para el caso en que sean repudiadas por el marido. También se emplea este material de construcción como mascarilla cosmética para blanquear la piel.
El vino, en auge
De la Fuente ha puesto en marcha una empresa productora de vino: Cavesco. Comercializa marcas como Cháteau de Deux Tours o Sangría de Toro. Importa mosto concentrado de Yecla o La Mancha, y después añade el agua, fermenta y estabiliza el vino. En el Congo la bebida preferida es la cerveza, pero el vino está en auge. La empresa Castillo de Liria, de Gandía, es el principal exportador de vino a éste y otros países africanos.
En el bosque próximo a Loubomo, otro español, el navarro José Luis Goiburu, tiene una serrería, Congo Bois, desde la que exporta el 80% de madera de sapelly que se utiliza en España. En la costa, al lado de la ciudad de Punta Negra, faena algún atunero español y dos armadores -Rodríguez, de Huelva, y Pesquerías Loyola, de Pasajes capturan aquí una parte de las gambas que se consumen en nuestro país.
En 1972 ENASA vendió una pequeña partida de autobuses Pegaso, alguno de los cuales todavía circula. En mayo de 1980 el contrato fue de 225 unidades. El transporte urbano de Brazzaville estaba mejor equipado en porcentaje que el de Madrid, pero cuatro años después Gabriel Emouengue, entonces alcalde de la capital, adquirió 250 autobuses más. La operación ascendió a 1.500 millones de pesetas, y cuentan que hubo sustanciosas comisiones por medio. Hoy sus vehículos están destartalados.
Salvo escasas excepciones, España aún no ha descubierto el Congo. La aportación de 70.000 millones de pesetas en cinco años al Fondo Europeo de Desarrollo es un dinero perdido por la falta de contratos de retorno para empresas nacionales. Todo lo contrario a lo que hacen Francia, Italia, la República Federal de Alemania e incluso Holanda.
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