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Estreno "Le mariage de Figaro", bajo la dirección de Antoine Vitez, en la Comédie Française

Con esta obra se inician los actos conmemorativos del bicentenario de la Revolución Francesa

Con el estreno, esta noche de Le mariage de Figaro, dirigido por Antoine Vitez, la Comedie Fraçaise, tradicionalmente asociada al fantasma de Luis XIV y al gran Molière, reivindica su categoría, jamás perdida pero no siempre asumida, de Théâtre de la Nation. Esta noche, con la reposición de la pieza de Beaumarechais, pieza emblemática de los últimos momentos del ancien régime y anunciadora, a través del célebre monólogo de Fígaro, de la utópica libertad, igualad y fraternidad, la Francia republicana inicia prácticamente los actos conmemorativos del bicentenario de la Revolución.

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Parece increíble pero es verdad: el anterior,administrador general de la Comédie, Jean le Poulain, sociétaire de la misma desde 1978 y fallecido a comienzos de 1988, año y medio después de haber sido nombrado administrador general, no había previsto nada para celebrar el bicentenario de la Revolución. Vitez se encontró, pues, con una programación menos legitimista que de extrema derecha -Le Pen tiene también amigos en la Comédie- al tiempo que ignoraba olímpicamente las palabras de ese Fígaro premonitorio que debía dar a la Comédie uno de los más grandes exitos de su historia, hoy tricentenaria. Le mariage de Figaro se estrenó en la Comédie el 27 de abril de 1784, representándose 68 veces consecutivas, una cifra inalcanzable en aquellos años.

"La muerte de Danton"

Curiosamente, al abordar ese inexplicable vacío en la programación del año del bicentenario, Vitez no se inclinó por la pieza de Beaumarchais sino por La muerte de Danton, de Georg Büchner, como era previsible en un intelectual jacobino y ex comunista, secretario nada menos que del gran poeta y difícil personaje, y persona, que fue Louis Aragon. Pero dio la casualidad que esa obra de Büchner, mucho más sustanciosa aunque menos brillante que Le mariage, ya había sido escogida por el gran director alemán Klaus Mialiael Grüber para montarla en el Théátre des Amandiers-Nanterre.Así pues, Vitez tuvo que apechugar con Le mariage, título como quien dice de cajón, y mucho más chovinista que la pieza del gerinimo, capaz de guiñar el ojito a la procesión de japoneses que desffian por la plaza Colette, camino de la pirámide del Louvre. Pero Vitez es demasiado inteligente, y sobre todo demasiado artista, para no sacarle partido -la punta- a ese Fígaro. En realidad, el director, actual administrador de la Comédie, tenía una cuenta pendiente con Beaumarchais. En 1979 dirigió, en el Teatro Comunale de Florencia, Las bodas de Figaro, de Mozart, lo que supuso su primer encuentro con el texto de Beaumarchais, que le pareció pobre, prefiriéndole el libreto de Da Ponte y la soberbia mise en seine que Mozart, con su música, lograba del texto del francés, el cual gana -pensaba entonces Vitez- un montón. Ahora, Vitez se ha dado cuenta de que estaba en un error. La mise en scéne de Mozart sigue siendo soberbia, como las tijeras y las manitas de Da Ponte, pero, ojo, el texto de Beaumarchais es de mucho cuidado. Y precisamente por ese célebre monólogo (que Da Ponte desprecia).

A sus 59 años, Vitez ha terminado por darse cuenta de que ese Fígaro -que en la obra de Beaumarchais va para burgués, como todo buen revolucionario- se parece mucho a un personaje de Víctor Hugo. Como Jean Valjean, Fígaro es un personaje que no ha nacido, es decir, que no tiene un origen, una familia, una situación. Vamos, que no es nadie. Y, así, con ese extraordinario y tardío descubrimiento, el Vitez intelectual terrible y ex comunista se reencuentra con su padre, fotógrafo anarquista, originario de Croacia, al tiempo que se reconcilia con Beaumarchais...

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