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El reguero de Stefano

Delle Chiaie, el líder de la Internacional Fascista, relata su actividad en España durante la transición

El líder de la Internacional Fascista, Stefano delle Chiaie, absuelto en Italia tras dos años de cárcel preventiva acusado de organizar las atroces matanzas del terrorismo negro, revela ahora algunas de sus actividades en España, donde permaneció desde 1970 hasta 1977, supuestamente relacionado con los atentados de la extrema derecha. El hombre más buscado por la policía durante sus 17 años de fugitivo revela que los fascistas italianos estaban protegidos personalmente por Franco, afirma que la matanza de Atocha fue instigada por la policía, reconoce que en los círculos ultras y franquistas circulaban armas, sostiene que la policía conocía el paradero de Antonio de Oriol y retrasó su liberación, y alega que los fascistas transmitieron a ETA que, si mataban a sus camaradas, ellos atacarían a la organización.

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En 1969 comenzó en Italia la denominada estrategia de la tensión. Tramas negras, sectores de los servicios secretos y algunos políticos iniciaron una cruel andadura. El atentado de la Piazza Fontana, el 12 de diciembre de 1969, marcaba el comienzo.Desde su casa de Roma, situada junto a los estudios cinematográficos de Cinnecitá, Delle Chiaie detalla ahora desde su salida de Italia en el maletero de un coche hasta su obligada huida de España después de la Semana Trágica de 1977.

El 22 de julio de 1970, Stefano delle Chiaie, cabeza del grupo fascista Avanguardia Nazionale, comparecía ante lajusticia romana para un careo con otro ultraderechista. Los tribunales seguían ya la pista de la extrema derecha.

"Yo fui al tribunal", explica, "para un careo con alguien que luego resultaría ser un confidente de la policía. No me gustó la comparecencia. Fui como testigo, pero no me pareció muy objetiva. Me convocaron para el día siguiente. Entonces mis abogados me dijeron que en el tribunal estaba la policía responsable de la custodia de cárceles. Estaba claro que iban a por mí. Ya se había desatado una campaña contra nosotros. Se había publicado un libro, Matanza de Estado, que nos acusaba".

Delle Chiale no lo pensó dos veces y no entró en la sala. "Salí", dice, "¡legalmente de Italia, en el maletero de un coche. Estuve en un país hasta agosto de 1970, en que llegué a Barcelona. Fui a comer a las Ramblas. Salí de Italia pensando en ausentarme dos o tres meses. Eso se convertiría en 17 años de fugitivo".

El líder de la Internacional Fascista tenía amigos en España por sus frecuentes viajes, invitado por el Frente de la Juventud, a reuniones que anualmente se celebraban en diferentes ciudades españolas. Los dos primeros años permaneció en Barcelona, hasta que finalmente se trasladó a Madrid. En España se creó una red secreta que acogió y dio cobertura a los alrededor de 60 ultras italianos que tuvieron que huir de la justicia de su país.

Protección de Franco

Delle Chiaie explica que su actividad en España se redujo estrictamente a cuestiones políticas. "Fue un intento de tomar contacto con todas las fuerzas que pragmáticamente coincidían sobre problemas generales, como la necesidad de una Europa unida políticamente antes que económicamente. Queríamos crear un espacio político internacional, pero eso fue convertido por la leyenda en una internacional terrorista .

El líder de Avanguardia Nazionale trató de impulsar desde España un movimiento político internacional. Creó la revista Confidencial, y a través de Radio Exterior los fascistas italianos emitieron programas divulgando sus proclamas.

El grupo estuvo protegido por las autoridades españolas hasta la implantación de la democracia, y se relacionó a algunos de ellos con los servicios secretos.

"Yo conocía en España", dice Delle Chiaie, "a camaradas españoles e italianos de las diversas reuniones con el Frente de la Juventud. Me relacioné con muchos militares. Pero nuestra protección o presencia en España no procedía de los servicios. Estábamos autorizados personalmente por Franco. Hasta que Franco murió nadie se atrevió a hacer nada contra el grupo".

Delle Chiaie y el principe negro, Valerio Borghese, acogido en España tras su frustrado golpe de Estado en 1970, estuvieron en contacto con Franco y con su delfín, Luis Carrero Blanco. El líder fascista explica: "Me sentía ideológicamente más cerca de Carrero que de Franco, al que debemos agredecimiento. Franco temía más a los falangistas que a los comunistas. Nosotros estábamos próximos a la ideología de José Antonio. Carrero era más antiliberal, más radical".

Las muertes de Carrero y de Franco y el advenimiento de la democracia desestabilizaron el refugio fascista. "Poca gente lloró la muerte del almirante. El cambio estaba en marcha. Pregunten por qué la policía sacó de España a un exponente del partido comunista español implicado en el atentado para no involucrar al PCE. Arias Navarro lo sabe".

Tras la muerte de Franco, la extrema derecha siembra el terror en España con fines desestabilizadores e involucionistas.

Delle Chiaie explica: "El Ejército no se iba a mover en contra del Rey. Aunque incluso a mí no me gustara. Para el Ejército significaba enfrentarse a quien fue nombrado sucesor por el propio Franco. Incluso los militares más radicales seguían con fidelidad al Rey. Desde las Fuerzas Armadas no se hacía nada por la subordinación hacia el Rey. Ahora no sé, pero en esas épocas era muy fuerte el sentido del honor de los militares. Ante las acciones del FRAP, el Ejército siempre estaba al lado del Gobierno".

Sectores del Ejército y de la policía conspiraban contra el nuevo régimen democrático. El líder fascista discrepa y ofrece otra versión: "Los que hicieron la democracia, como Suárez, conocían muy bien el franquismo. Sabían quiénes eran los peligrosos. Suárez conocía bien el aparato del Movimiento y de las Fuerzas Armadas. Nadie colocaba en su casa a sus propios enemigos".

Delle Chiaie precisa que nadie ocultaba sus posiciones, lo cual facilitó la llegada de la democracia. "Algunos militares, como el jefe de la Brunete, el comandante Rebuli, venían a misa con las medallas de la División Azul y la esvástica. Saludaban brazo en alto. No había nada oculto en esa época. La trama se organizó después, en el 23-F".

Los sucesos de Montejurra, el 10 de mayo de 1976 -dos muerto y tres heridos por disparos de ultras-, descubren públicamente la presencia de italianos.

"Había gente", dice, "de todos los países. Montejurra determinó la campaña contra nosotros. Nosotros estábamos junto a los muertos, pero arriba, y los disparos vinieron de abajo. Luego llegó el secuestro de Oriol, y se trató de implicarnos porque se decía que alguno de los mensajes

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estaban escritos por alguien de nuestra nacionalidad".El cabeza del grupo fue llamado secretamente por el subsecretario del Ministerio del Interior cuando este departamento lo dirigía Rodolfo Martín Villa.

"Nos vimos en un cuartel militar y no en la Puerta del Sol. Quería saber qué hacíamos en Montejurra y nuestra supuesta implicación en el secuestro de Oriol", dice.

La semana trágica

"Creía", añade, "que nosotros y el hermano de Oriol estábamos tras su secuestro, cuando la policía conocía exactamente su paradero. No sé por qué su hermano no ha hablado nunca. Trataron de tenderle una trampa para implicarlo conmigo. Querían atribuir a los fascistas la responsabilidad del secuestro. Tengo la absoluta convicción de que se retrasó la liberación de Oriol para obtener algún resultado político. Ésa fue la operación".

"Después", relata, "vino el secuestro de Villaescusa y el choque en la Gran Vía, donde murió un muchacho, Arturo Ruiz. Allí estaba el judío argentino Jorge Cesarsky, que luego me acusó a mí de la muerte. Cesarsky y otros argentinos vinieron a España a buscarnos. Estuvieron en nuestro restaurante, El Apuntamento. Yo no le quise dar la mano, fue algo instintivo".

Sobre la matanza de Atocha manifiesta que "fue un instigamiento de la policía". "Personalmente", agrega, "estoy convencido de que la operación fue instigada por la policía y concretamente por el inspector Antonio González Pacheco, Billy el Niño, y luego fueron entregados. Se puede instigar sin decir nada ni organizar. Algunos muchachos cayeron en la trampa. Tampoco era muy dificil en aquella época con los sectores más ingenuos, que también eran los más jóvenes. Esos chicos se confiaron a Pacheco. Este policía trató de ganarse nuestra simpatía en el restaurante, pero nosotros no confiábamos en la policía. Nuestra relación era con los militares".

Todos los sectores de la extrema derecha pretendían la involución. Delle Chiaie explica: "Se intenta crear un esquema que es falso. No había nada organizado. Había sectores muy jóvenes en contacto con policías, porque, por ejemplo, su padre era falangista. Era una situación anómala. No existía una organización. Sólo existía la instigación. El chico caía en la trampa. Nosotros teníamos una prevención con los policías. Tampoco era sólo Pacheco. Había más. Querían provocar tensión. Pero era la provocación sin indicaciones, que es lo más asqueroso. No era una iniciativa organizada. Era el contexto político del momento. El resultado fue el establecimiento democrático. Yo creo que finalmente se fortalecieron las posturas moderadas con la violencia de los extremos".

El descubrimiento de la fábrica de armas de la calle de Pelayo en febrero de 1977 fue la gota final. La policía buscó a todos los italianos. Delle Chiaie logró burlar la operación policial y decidió que era el momento de salir de Espafía. Argentina fue su nuevo refugio. Volvió a España con un pasaporte falso en 1982. Se paseó varios días por las Ramblas de Barcelona y la Gran Vía de Madrid. Le sorprendió la invasión de las máquinas tragaperras. Ahora pretende buscar a los responsables de sus 17 años de fugitivo.

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