Un tribunal especial examinará en la universidad de Murcia a 70 alumnos que rechazan a su catedrático
Unos 70 alumnos de los 100 matriculados en Filosofía y Letras de la universidad de Murcia se niegan desde hace un mes a dar clases de filología hispánica con su catedrático, Victorino Polo. Tras solicitarlo al rector, Antonio Soler, podrán ser examinados por un tribunal especial el próximo junio. Un incidente sin importancia, según Polo, desencadenó el conflicto. Por el momento, los alumnos se mantienen herméticos, y el catedrático se reserva la posibilidad de emprender acciones legales contra los estudiantes.
En palabras del rector, Antonio Soler, su decisión de conceder un tribunal para examinar a los alumnos es una posibilidad que se recoge en los estatutos universitarios. "He de dejar claro que los estudiantes plantearon algunos argumentos relacionados con la dinámica de la actividad docente de Polo, y nunca se ha cuestionado el tema de su capacidad científica. Más bien subrayan cuestiones en régimen de funcionamiento de docencia y de comportamiento en clase. He considerado que al sentirse el profesor afectado por su prestigio debido a las manifestaciones de sus alumnos, y ante la posibilidad de que éste emprenda procedimientos legales contra ellos, hay razones suficientes para el mecanismo de garantías", comenta el rector.En el tribunal que se constituirá deberá estar presente Polo junto con dos miembros del departamento, aunque éste ha enviado un escrito al rector en el que renuncia a este derecho: "Ruego que se me desligue de mi relación con los estudiantes en conflicto, porque han roto un principio básico de la enseñanza: el diálogo", dice Polo en su escrito.
Comenta Victorino Polo que ha pretendido aclarar el asunto dialogando con los alumnos, a lo que éstos se han negado. "Según su versión, piden ese tribunal porque he tenido un trato vejatorio y de incomprensión con ellos". Explica que todo surgió hace un mes,
cuando preguntó en clase a una alumna si había preparado un comentario de texto que había ordenado hacer días antes. "Me respondió negativamente y no advertí interés alguno para con la asignatura. Le comenté que no me parecía justo que ocupara un lugar que debían aprovechar otros jóvenes más interesados".
20 alumnos fieles
Desde entonces, señala Polo, sólo acuden a su clase una veintena de alumnos del centenar de matriculados, entre los que se encuentra la delegada del curso. Visiblemente molesto, opina que "si el jefe del departamento, José María Pozuelo, hubiera mediado en el conflicto, se habría resuelto internamente por la vía del diálogo y no habría salido fuera un incidente de tan poca entidad. El escrito que enviaron los 70 alumnos al rector apareció días después entrecomillado en un diario local. Al tratarse de un escrito oficial, podría constituir presunto delito de injurias públicas"."Posteriormente, a través del departamento, me han llegado sus firmas, y quizá los alumnos están preocupados por su situación académica porque conozco su identidad. No deben temer. Este tema lo tengo en reserva hasta que se agote la vía académica; entonces demandaré a unos ciudadanos que han sido mis alumnos y que me han calumniado", comenta Polo.
Sobre la medida tomada por el rector, Polo considera que "las circunstancias le obligaron a formar este tribunal; y lo acato sin problemas, aunque no hay ninguna razón académica. Estoy convencido de que debe haber mentores, no muy bien intencionados, implicados en todo esto por cuestiones de envidia".
Los estudiantes que protagonizaron "la rebelión" manifiestan, a través de sus representantes, que se abstienen de hacer declaraciones y que no piensan entrar en polémica con Polo a través de los medios de comunicación. Carmen Sonia Martínez y Rafael Marcilla, recién estrenados en sus cargos, se lamentan de que "contando nuestra universidad con uno de los estatutos más progresistas de España, en realidad no se llevan a la práctica".
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