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Dustin Hoffman: "No soy una persona difícil"

El protagonista de 'Rain man' no teme a la mala reputación que su tenacidad le crea

Andrés Fernández Rubio

"Es la peste norteamericana", dijo de él David Puttman, productor en 1978 de la película Agatha. Hoffman había aceptado un pequeño papel, llegó a Inglaterra con su guionista personal, hizo que todo se reescribiese y transformó su parte de personaje de reparto hasta convertirse en coprotagonista.A partir del oscar que recibió por Kramer contra Kramer, la leyenda empezó a presentar a Hoffman como un insaciable controlador del proceso creativo de las películas en la que actuaba. "No funciono sólo como actor, sino también como coguionista", dice.

Rain man fue un proyecto que estuvo parado durante 18 meses a la búsqueda de un director definitivo. A Martin Brest, Steven Spielberg y Sydney Pollack les fue propuesto, y sus respectivos guionistas trabajaron en el empeño. Al final, Barry Levinson llegó a un entendimiento pleno con el actor. Cuatro cineastas y seis guionistas para una lucha en la que Hoffman venció. Todos dicen que ganará el oscar por segunda vez, premio que estuvo a punto de conseguir con Cowboy de medianoche, una de sus interpretaciones legendarias. Se lo dieron a John Wayne, algo que. Hoffman considera lógico: "fue el premio a toda una carrera y lo merecía más que yo".

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El feo de la narizota
El trabajo de un autista

Hoffman llega a una pequeña habitación de un hotel londinense dando pequeños pasos. Parece que todavía esté metido en el personaje de Raymond -"alguien que es autista no puede de pronto convertirse en otra persona"-. Se recuesta sobre el sofá y empieza a hablar en un tono muy bajo. No es su narizota lo que primero llama la atención, sino unos ojos de los que saltan chispas y una modulación en la voz que podría encantar a una serpiente. A medida que avanzan las preguntas, el tono cambia, se vuelve agudo para contar un chiste o ba a a las profundidades. A su antojo.

Ventajas

"Ser actor tiene ventajas", explica. "En una clase de interpretación te puedes encontrar sentado junto a una chica con la que ni en un millón de años conseguirías una cita. Entonces, el profesor te saca al estrado, y la saca a ella también, y dice: 'bien, ahora ustedes se conocen desde hace cinco años, viven juntos, y están metidos en una gran disputa, porque ella quiere casarse y usted no'. A partir de ahí, sin conocerla, empieza la improvisación y a los cinco ininutos puedes estar besándola, y compruebas que lo puedes hacer allí y que podría suceder en la vida, eso o cualquier otra cosa. Saberló ayuda, y sobre todo, te enseña no sólo que, en el fondo, de lo que se trata es de disfrutar de la vida, sino también que es posible hacerlo".

A Hoffman le gusta contar anécdotas y en sus palabras aparece continuamente el humor. Al período más negro de su vida, tres años de práctica inactividad profesional entre 1979 y 1982, período en el que su madre estaba muriéndose, su agente murió, se separó de su primera esposa y se enfrentó a qué hacer con sus hijos, le llama opera-soap. "Todo el mundo -tiene una opera-soap -un melodrama- una vez en la vida".

Con 51 años, brillantemente llevados, Hoffman parece haber conseguido el máximo: prestigio con la mayoría de sus 18 filmes -entre los más conocidos, El graduado, Perros de paja, Marathon man, Cowboy de medianoche, Lenny y Tootsie-, estabilidad emocional y amorosa -lleva nueve años con su segunda mujer, Anne Byrne, ahogada que no trabaja, seis hijos entre los dos matrimonios- y dinero -circula la cifra de 600 millones de pesetas por Rain man

En candelero

Hijo de un constructor de decorados en Hollywood, El graduado lo lanzó al estrellato, lleva más de 20 años en candelero y su inteligencia parece haberle acostumbrado a lo que ello significa.

"Muchas veces las ideas que alguien lanza se perpetúan", dice, refiriéndose a su fama de hombre difícil para trabajar. "Todos los famosos que he conocido eran distintos a la imagen que me había hecho de ellos a través de los medios. Pero estás en el punto de mira de la gente y esto tiene ventajas e inconvenientes. Cuando coges por la mañana un periódico sensacíonalista, por ejemplo, y lo vas leyendo en el cuarto de baño, de pronto ves escritas cosas increíbles. Y te las crees, porque quieres creértelas. 'Un hombre se tiró a una serpiente anoche'. Y te lo crees".

El punto de vista de los medios respecto a él ha evolucionado, según cuenta un Hoffman sonriente. "Ahora la leyenda es que soy una persona difícil, y eso que en 20 años sólo he tenido problemas con dos directores. ¿En qué profesión alguien no los ha tenido?".

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