_
_
_
_
Entrevista:

Pozsgay: "El pluralismo es inevitable"

El 'número dos' húngaro cree que las reformas se impondrán en todo el Este

"Estoy satisfecho del pleno del partido. De hecho, me ha dado la razón al proclamar que los acontecimientos de 1956 comenzaron como una rebelión popular. Continuaré mi lucha a favor del pluralismo, y espero que en 1992 triunfará la causa de la reforma en todos los países del Este. Porque si, por el contrario, se produjese una involución conservadora, ésta permanecería largo tiempo en el poder". Así se expresa Imre Pozsgay al día siguiente del pleno del comité central de los comunistas húngaros que la pasada semana aprobó un cambio histórico: la transición al pluripartidismo.

El número dos del Partido Obrero Socialista Húngaro (POSH) no nos recibe en el palacio del partido, sino en su sobrio despacho del Parlamento, como para subrayar la prioridad de su cargo de ministro de Estado y por consiguiente la primacía del Estado de derecho sobre el totalitarismo.Pregunta. ¿No hubiera preferido que del pleno hubiera salido toda la verdad sobre el 56?

Respuesta. El documento final, el informe de la comisión de historiadores, reconoce de hecho que en el año 1956 estalló una genuina revuelta popular cuyas raíces hay que buscarlas en los años de estalinismo que habían humillado a la nación. Ciertamente, aprovechando el impulso de la protesta, se insertaron en ella fuerzas contrarrevolucionarias y criminales comunes. Así lo dijo, incluso, el ministro Imre Nagy [llevado al poder por la revuelta húngara y posteriormente ejecutado].

P. En su opinión, ¿qué es más prioritario: la transición al pluripartidisino o la verdad total sobre el 56? ¿Es posible lo uno sin lo otro?

R. He planteado el problema del 56 porque soy coniciente de que si se instala un sistema pluripartidista, el 56 y la valoración del papel de Imre Nagy [presidente del Consejo] serán objeto de un debate abierto.

P. ¿Pero es segura e inevitable la transición al pluralismo?

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

R. Sí. Insisto en que es inevitable y pienso en esos diputados que en el aula principal de este hemiciclo pedirán cuentas sobre el 56 y tendrán poderes de control sobre el Gobierno. La transición al pluralismo es necesaria para satisfacer las necesidades del país. Y en un contexto futuro de abierto juego político de poco nos servirían a nosotros los comunistas conclusiones sobre el pasado basadas en prejuicios. Aquí está la importancia del futuro programa del partido, que debe ser una plataforma de libertad y la garantía de un debate interno libre en las filas del PC sobre el pasado y el futuro.

P. ¿Pasos concretos?

R. La conversión a un sistema pluripartidista sacará a la luz movimientos de opinión o corrientes de pensamiento. Pero creo, sobre todo, que pronto veremos desarrollarse y crecer tres corrientes de pensamiento, tres tendencias políticas dominantes: el partido comunista podrá ser un moderno partido de izquierdas abierto hacia el centro; surgirán también corrientes similares a las socialdemocracias occidentales, y finalmente un corriente centrista-populista. En segundo lugar, pero no el último, la intelligentsia húngara sabrá ampliar la base del consenso en torno a la reforma.

P. ¿No cree que la reforma es corta y que llega tarde?

R. En realidad, de todos nuestros amigos extranjeros -tanto nuestros aliados corno los amigos occidentales- recibimos invitaciones a la cautela, consejos para que procedamos moderada y gradualmente. Las dificultades son de índole interna: cómo conciliar y dosificar las contrastantes exigencias de gradualismo indispensable para cualquier transición que quiera triunfar y la urgencia de las necesidades de la sociedad y de la crisis económica. No tenemos fórmulas mágicas. Sólo la esperanza en la moderación de todas las partes. Y creo que hay dos condiciones para el éxito: que el partido se decida a salir de su vieja posición de defensa de los privilegios del poder y se una a la oposición para alcanzar un compromiso que permita crear garantías que eviten un retorno al viejo orden. Éste es el consenso que faltó a los reformistas en el 52, en el 54 y en el 56.

P. ¿Teme un resurgimiento de los conservadores?

R. Cuanto más rápido y profundo sea el proceso de transición, tanto menor será ese riesgo. Pero es cierto, entre tanto, que las futuras libertades darán un espacio a quienes no les gusta la libertad.

P. Con la renuncia al dogma leninista del papel guía del partido, ¿trata de acercarse a las corrientes socialdemócratas europeas o al eurocomunismo?

R. No nos identificamos con la socialdemocracia, pero queremos volver a ser parte integral del patrimonio cultural de Europa, de la izquierda europea.

Copyright La Repubblica / EL PAÍS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_