Machado es un poeta internacional, dice el compilador de sus obras completas
La primera edición de todos los escritos conocidos del autor se presenta hoy en Madrid
La poesía de Antonio Machado no es un fenómeno aislado y tiene una proyección internacional, dice el filólogo italiano Oreste Macrì compilador de las primeras obras completas del poeta (Espasa-Calpe), que hoy presentará en Madrid el vicepresidente Guerra. Cincuenta años después de su muerte en un exilio que le sorprendió "ligero de equipaje, casi desnudo...", como había anunciado, el creador de una obra no muy extensa, pudoroso hasta dificultar su biografía, es a juicio del hispanista Oreste Macrì, autor de 800 títulos de ensayo, "el mayor poeta que ha dado el siglo". ¿El mayor poeta español? "No", ríe con seriedad, "el mayor poeta".
Oreste Macrì, de 75 años, descubrió a Machado y a sus contemporáneos porque él mismo pertenecía a la llamada en Italia generación de los herméticos. Se les llamó así, explicado de una forma rudimentaria, por su extraordinaria capacidad de síntesis y la implícita invitación a completar sus versos. Intentaron huir del provincianismo fascista y cultivaron el cosmopolitismo del estudio literario.Hoy los estudios de Macrì son referencia obligatoria en el hispanismo mundial, y alguno de sus textos, como uno sobre san Juan de la Cruz, ha sido libro de texto en España. Aunque cree que sus trabajos sobre Machado son "mejorables", estima que el poeta no es explicable sin el simbolismo francés de Verlaine y Rimbaud, el noventaiochismo, que "está esenciafizado en Machado", y el modernismo de Rubén Darío, maestro textual. En lo ideológico, Machado es hijo del krausismo de la Institución Libre de Enseñanza, el espíritu masón y el unamunismo, sin el cual no es explicable el "misterio esencial de Machado: la desintegración de la personalidad" (Mairena, Abel Martín), propio de los grandes de este siglo (Pessoa, Rilke, Unamuno...). A ello se añaden, y valga la simplificación, las influencias de Kant, Kierkegaard, Ortega y un puro evangelismo tolstoiano.
Antonio Machado es, sin duda, el preferido de un estudioso que conoce la literatura española hasta el extremo de ser parte integrante de ella: en la biblioteca que amenaza con invadir su amplio piso luminoso de Florencia guarda 200 cartas de Jorge Guillén, por ejemplo. Y Machado es el preferido, por su talento como escritor y por su no por consabida menos cierta bondad: un sentimiento que va estrechamente unido al machadismo. "Un machadista tiene que ser un buen hombre, como don Antonio", dice Macrì, uno de esos profesores que parecen hechos a medida del cuento, tolerante, bromista, hospitalario, tímido cuando posa para la foto, lleno de proyectos entre los libros que iodo lo ocupan. No ha podido viajar a España a la presentación de su obra porque el médico no se fia de su tensión.
La gran lección de Machado no parece haber sido comprendida, a juicio de Macrì, por los creadores que hoy en España parecen formar lo que esos oteadores que son los antólogos creen es una nueva poesía esclavizados por el formalismo la búsqueda de un "clasicismo de perfección absoluta", parecen huir del "contenido humano" que es la esencia de la poesía machadiana. "Es casi un neogarcilasismo, como tras la guerra". "Ya no parece habercompromiso en España", dice el hispanista. Considera también que en el culto por Machado ha habido cierta "utilización".
No parece que en el futuro puedan aparecer documentos importantes del poeta, cree Macrì, a falta de cartas, como unas a Azorín que permanecen privadas; los archivos de Burgos pueden ser mejor estudiados. Ya no queda esperanza de recuperar el cajón con papeles que se sabe quedó en Soria tras la muerte de Leonor, ni la maleta con manuscritos que dejó en la frontera un mes antes de su muerte en el exilio.
Babelia
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