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Las conexiones brasileñas de Stroessner

El ex dictador paraguayo tiene excelentes relaciones personales y comerciales en su 'segunda patria'

El ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner llegó a Brasil a mitad del carnaval, pero aún a tiempo de ver por televisión los espectaculares desfiles de las escuelas de samba de Río de Janeiro, su única actividad ahora que el viejo general llegó a la jubilación forzosa. Muy flaco, con apariencia débil y enferma, Stroessner dijo que se siente muy bien en Brasil. No es un artificio diplomático. Las relaciones personales y sobre todo comerciales entre el dictador depuesto y su gigantesco vecino son las mejores posibles desde hace ya más de medio siglo.

Brasil es la segunda patria del ex dictador. Los negocios directos de Stroessner en el país son, aparentemente, pocos. Posee una confortable mansión en Guaratuva, una localidad litoral en el estado del Paraná, en el sur del país, donde acostumbraba anualmente pasar, junto al mar, por lo menos unas dos semanas de sus vacaciones. El ex dictador supo retribuir a la hospitalidad de la pequeña ciudad brasileña. Construyó allí una plaza, que incluso lleva su nombre, y una hermosa avenida asfaltada desde el aeropuerto hacia su casa; ésta tiene 17 habitaciones y murallas como las de una fortaleza. La última vez que estuvo allí, los agentes policiales que le protegían debían tenderle una alfombra azul hasta el mar, cuenta uno de los vecinos. Y le tiraban agua al viejito, para que se mojara un poco.Negocios serios Stroessner los posee por lo menos en los sitios importantes para la ganadería brasileña: en el Pantanal, región virgen del Matto Grosso y en Minas Gerais. El sitio donde lo mantiene ahora el Gobierno brasileño, a pocos kilómetros de la moderna ciudad de Uberaba, centro de la actividad ganadera del cebú, un tipo de animal desarrollado para las condiciones climáticas brasileñas y de enorme éxito comercial. Stroessner es incluso miembro de la exclusiva asociación de criadores de ganado cebú, que desde hace años invierten mucho dinero en Paraguay.

Excelentes contactos

Desde 1940, Stroessner frecuenta regularmente Brasil. En aquel año, todavía un simple capitán, fundó una escuela para oficiales cerca de Río de Janeiro. Es un destino semejante para miles de otros militares paraguayos, que dependen casi exclusivamente de Brasil para su formación profesional. A partir de 1954, cuando tomó el poder en Asunción, tuvo excelentes contactos con todos los presidentes brasileños, civiles o militares, no importaba si Brasil vivía bajo un régimen democrático o dictatorial.Una probable causa para esa relación especial es el hecho de que Paraguay siempre ha sido tratado por Gobiernos brasileños como cuestión para militares en varios sentidos. Del presupuesto de 339 millones de dólares de las fuerzas armadas paraguayas, el 25% es proporcionado por Brasil. Los 12 blindados utilizados por el Ejército paraguayo son fabricados en Brasil, los 10 carros de transporte de tropas son también brasileños y lo mismo sucede con cuatro de los nueve navíos militares, dos de los siete helicópteros, los ocho aviones de combate y los cuatro aviones de entrenamiento militar.

Durante décadas, además, Paraguay jugó un papel muy importante en el pensamiento estratégico militar brasileño, obcecado por la rivalidad con Argentina. Pero la cuestión quedó resuelta en favor de Brasil cuando Brasilia y Asunción firmaron un acuerdo bilateral para la construcción de la central hidroeléctrica de Itaipú, que garantiza el 60% del consumo de energía a Paraguay. Proporcionó al régimen de Stroessner tasas de crecimiento económico del 7% al año, una de las claúsulas del acuerdo prohíbe a los paraguayos vender electricidad a otros países -léase Argentina- sin autorización de Brasil.

Pero de otra manera Paraguay es para Brasil un caso de policía. Se estima que un tercio de la flota de automóviles paraguayos haya sido robada en Brasil y vendida ilegalmente allí. La exportación de soja paraguaya es el resultado del contrabando desde Brasil, lo mismo sucede con el oro y el café. Pero también para Brasil el paradero del contrabando paraguayo es vital: el Gobierno brasileño impuso una reserva de mercado en el sector de la informática, y la existencia de un moderno parque industrial en Sao Paulo sería inimaginable sino fuera por la posibilidad de adquisición de componentes electrónicos en Asunción, luego pasados de contrabando a Brasil.

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Frente a este cuadro los políticos brasileños han demostrado en los últimos 20 años la misma conducta imperial que les encanta criticar sobre todo a los Estados Unidos. Opositores y perseguidos por el régimen de Stroessner eran tolerados en Brasil sin que jamás hubiesen recibido cualquier apoyo eficaz por parte de fuerzas políticas semejantes. Igual los presidentes civiles, Juscelino Kubitscbek, al final de los años 50, o José Sarney, el actual jefe de Estado, que nunca se mostraron compungidos por las periódicas visitas del dictador paraguayo. El pequeño país, masacrado por los ejércitos brasileños y de la Triple Alianza, hace poco más de 100 años, parece haber sido considerado por los brasileños como un pequeño mal necesario. [El escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, que permanece exiliado desde hace 12 años, recogió ayer en el consulado de Paraguay en Barcelona el pasaporte que le acredita nuevamente como ciudadano paraguayo. Roa Bastos se declaró partidario de la convocatora de una Asamblea Nacional Constituyente, informa Efe].

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